Elogia: la lucha por rehacer una vida 

Esta es la historia de una mujer víctima de desplazamiento en Córdoba, quien renace a pesar de las dificultades y, ahora, con la indemnización entregada por la Unidad para las Víctimas, espera pagar su tratamiento contra el cáncer y terminar de pagar su casa.

En el departamento de Córdoba, 198.194 mujeres han sido víctimas del conflicto armado, según el Registro Único de Víctimas (RUV) de la Unidad para las Víctimas, quienes además de sufrir agresiones directas como asesinatos, violencia sexual, desplazamientos y amenazas, también son vulneradas cuando sus hijos, esposos y padres son asesinados o desaparecidos. 

A pesar del dolor causado por el conflicto armado, muchas de ellas han transformado las heridas que les dejó la violencia en motivos para seguir adelante. Lideran procesos de búsqueda de la verdad, la justicia y la reparación, con la firme esperanza de superar las tragedias que marcaron con sangre sus vidas y mostrar su poder transformador al ayudar a otras personas que también han vivido los horrores de la guerra.  

En Córdoba, el municipio de Canalete cuenta con 11.669 víctimas registradas en el RUV, a corte del 30 de junio de 2024.  

Fue en la vereda La Caña de este municipio donde Elogia vivió su peor época en la década de los ochenta, a sus diecisiete años, cuando miembros de la guerrilla del Ejército Popular de Liberación (EPL) se convirtieron en dueños y señores de esas fértiles tierras. Tierras en las que sembraron temor, desesperanza, lágrimas, desolación y muerte entre sus moradores. 

Su única familia era su hijo, en ese entonces, un bebé de escasos once meses a quien criaba con valentía y coraje gracias al trabajo en su pequeña parcela, una tierra heredada de su padre, un fallecido jornalero de tiempo completo.  

En ese terreno pequeño criaba gallinas ponedoras, cerdos, sembraba yuca, plátano, berenjena, maíz, arroz, y tenía una que otra cabeza de ganado con las que negociaba para su subsistencia. 

Lo que el conflicto armado le arrebató a Elogia 

El conflicto armado se fue tomando este y los territorios cercanos en los que Elogia y otros campesinos trabajaban. La presencia de varios grupos al margen de la ley para ejercer el control territorial y conseguir recursos económicos a través de delitos se hizo habitual, convirtiendo la extorsión, el robo de ganado, el desplazamiento y los asesinatos en cosa de todos los días.   

“Esos hombres con armas, como los llamábamos los vecinos de la zona y yo en ese entonces, eran parte del EPL, pero no sabía quiénes eran en su momento y yo solo quería gritar para poder salvar a mi hijo. Fue algo tenebroso, sentía miedo e impotencia”, relata Elogia con voz quebrantada sobre su amarga historia en medio del conflicto armado en Córdoba.  

Con fusil en mano, estos hombres golpearon, marcaron, abusaron, desplazaron, asesinaron y desaparecieron a muchos habitantes de la región. 

“Los años ochenta me convirtieron en testigo de lo inimaginable en mi vida. Era, como mirarme al espejo y no ver mi rostro, como la mujer trabajadora y berraca que era, sino un rostro silencioso y apagado en el profundo miedo y el dolor que me causó el haber quedado con las manos vacías, sin nada”. 

Finalmente, una madrugada Elogia huyó de la guerra. Pasó eternas horas pensando cómo apostarle a una vida mejor para ella y su pequeño.  

“Eran las tres de la mañana cuando salí a pie, bajo la lluvia, por carretera destapada y con barro hasta las rodillas; mi niño lloraba de frío y yo le tapaba la boquita para no hacer mayor bullicio. Logré coger un bus y busqué refugio en Montería para proteger a mi bebé. No fue fácil dejar las comodidades y ante todo la libertad del campo para llegar sin nada y obligada a otra tierra”, cuenta Elogia. 

El renacer, su resiliencia, resistencia y ganas de seguir 

Mirar hacia atrás no es fácil cuando se trata de recordar la vida que se tuvo, el bienestar, convivir con la tranquilidad del campo, el sonido de sus animales de cría, escuchar la lluvia caer en el techo de zinc de su vivienda y ver los primeros pasos de su niño en ese patio grande, aquel patio que inmortaliza en su maltratada memoria. 

Ya en la ciudad, mientras trataba de rehacer su vida, conseguir trabajo y buscar un buen techo, los años seguían cobrando dolor para ella, ya que, repentinamente, empezó a sentir molestos dolores e inflamación en su vientre. Pinchazos que, luego de varios exámenes, confirmaron la presencia de un tumor maligno en su cérvix.  

Detectada esta enfermedad terminal, su difícil experiencia la seguía acechando, pues constantemente se sentía insegura e intranquila. 

Acogerse a la oración la ha hecho más fuerte de lo que pensó. Perdonar a quienes no conoció le ha caído como un bálsamo. Asimismo, sentir la libertad de poder tomar decisiones, caminar libremente y volver a sembrar, aunque fuera en otras tierras, la ha confortado para continuar criando a su hijo.  

“La resiliencia me ha permitido salir adelante y ser fuerte. Mis costumbres y tradiciones siguen intactas. Yo puse en manos de Dios mi vida y mi salvación y él me ayudó a reconfortarme a través del perdón porque desde que quise perdonarlos he sentido paz y tranquilidad en mi corazón y en mi vida, y eso es lo que reflejo en mi entorno”. 

La historia de vida de Elogia, se suma a la de muchas otras personas y comunidades afectadas por el desplazamiento, quienes no tuvieron garantías de seguridad para retornar a sus territorios, afectando así sus actividades económicas y distintos medios de vida.  

La ansiada reparación integral 

The Unidad para las Víctimas, a través de la indemnización administrativa, una de las medidas de reparación integral que entrega el Estado colombiano como compensación económica por los hechos victimizantes sufridos, busca ayudar en el fortalecimiento o reconstrucción del proyecto de vida de las víctimas que, como Elogia, acceden a esa medida después de haber declarado su hecho.  

Justamente en Montería, Elogia fue notificada por la Unidad para hacer efectiva su indemnización y dijo: “Tendré un apoyo económico que me permitirá continuar mi tratamiento de quimioterapia y espero terminar de pagar el proyecto de vivienda para disfrutar los años de vida que me queden junto a mi única familia, mi hijo”. 

El cumplimiento de esta medida de reparación se da en el marco de dos jornadas realizadas en la ciudad de Montería, donde Elogia y otras 342 víctimas fueron indemnizadas con una inversión total que superó los 3.600 millones de pesos.