“Es una alegría inmensa regresar”. Son las palabras de Guimer Quiro, gobernador indigena del resguardo Santa Rosa de Guayacán, que condensan el sentir de las 31 familias que, tras 25 meses fuera de su territorio por causa del desplazamiento forzado, vivieron el tan anhleado retorno.
Santa Rosa de Guayacán se ubica en la parte baja de la cuenca del Río Calima, en la zona rural de Buenaventura. Allí se llega por vía fluvial, atravesando un paisaje de aguas inmensas y llanas y vegetación de un verde profundo.
Tan pronto las 31 familias llegaron al río en el sector de La Colonia, después del trayecto en chiva desde el abergue donde estaban en Dagua, el encuentro con el agua fue mágico. Las y los niños corrieron a meterse y jugar allí, como si nunca se hubieran alejado de él. Incluso pasó con los más pequeños que quizá tenían pocos recuerdos de su región.
“Es que en el territorio están nuestros usos y costumbres, nuestra cosmovisión, la cultura, los bailes tradiconales, las rogativas, nuestra relación con la naturaleza. Todos van a estar muy felices de ese reencuentro”; decía Guimer.
El proceso para retornar pasó por un camino en el que debieron cumplise las tres condiciones que exigen la ley: voluntariedad (que la comunidad así lo desee), dignidad (adecuada situación de las viviendas y el entorno) y seguridad (que las condiciones para permanecer en el territorio estén dadas).
En esa construcción se unieron a la comunidad y a sus autoridades propias, entidades como la Unidad para las Víctimas, las alcaldías de Buenaventura y Dagua, la Defensoría del Pueblo, la Oficina del Alto Comisionado para la Paz y Fondo Paz, entre otros.
“Este es un momento de esperanza. 157 personas de 31 familias podrán ejercer su derecho a disfrutar del territorio y a reconstruir sus proyectos de vida personales y comunitarios. En este proceso venimos trabajando todo este año y ahora el reto es seguir en ese acompañamiento para que el retorno sea sostenible en el tiempo”, expresó Rosiris Angulo, directora territorial de la Unidad para las Víctimas en el Valle del Cauca.
Juan Manuel López, coordinador de retornos y reubicaciones de la entidad, explicó que en aspectos como las condiciones de dignidad se trabajó en la adecuación de las catorce viviendas del territorio y se aportó transporte y alimentación para hacer posible el retorno.
“El reencuentro es muy lindo. El espacio amplio donde los niños pueden volver a correr, el aire puro. Eso es algo que nos hace felices”, concluyó Juan David Ortiz García, representante legal de la consejería indígena Kowondev.
En la Unidad para las Víctimas “Cambiamos para servir” con el objetivo de seguir trabajando en acciones de cara a la implementación de una política que contribuya a la superación de los rezagos, brinde una reparación transformadora y le permita a quienes han padecido el conflicto armado acceder efectivamente a sus derechos.