La cosmovisión Huitoto: el eje central de la reparación colectiva del cabildo Monaya Buinaima

En un proceso inédito, la comunidad Huitoto del cabildo Monaya Buinaima, ubicado en Florencia, Caquetá, integró a su identidad cultural la ruta de reparación colectiva por haber sufrido despojo y desplazamiento en el conflicto armado. La Unidad para las Víctimas acompañó el inicio de la tercera fase de esta ruta que buscaba identificar los daños y avanzar hacia la implementación de las medidas reparadoras.

“La trocha de hacer el bien”. Así nombró la comunidad Huitoto del cabildo Monaya Buinaima a la ruta de reparación colectiva para acceder a derechos que recompongan el tejido social que el conflicto armado rompió. Después de sufrir despojo y desplazamiento, los Huitoto se ubicaron en Florencia, Caquetá, y desde allí la Unidad para las Víctimas los acompañó en el inicio de la tercera fase (de cinco) para implementar el Plan Integral de Reparación Colectiva (PIRC).

El proceso es inédito. Es la primera vez que un pueblo étnico reconocido como víctima del conflicto resignifica la reparación colectiva para integrarla a su identidad cultural y cosmovisión. Así las cosas, el PIRC no se queda simplemente en un proceso administrativo, sino que se convierte en un mecanismo hecho en sus propios términos y necesidades.

Para alcanzar la implementación del PIRC, las comunidades deben realizar las fases de identificación, alistamiento, caracterización o diagnóstico del daño, y formulación. Son 29 de familias Huitoto y todo el proceso cuenta con denominaciones que propuso la comunidad indígena. La palabra “daño” no hace parte de su cosmovisión, por eso, los Huitoto han denominado a la tercera fase (identificación del daño) como “caracterización de las desarmonías”. Un ciclo que consiste en identificar los daños causados por la violencia, realizar un recorrido por los hechos y vivencias e identificar las afectaciones históricas y las recientes.

Durante las jornadas para el desarrollo de esta fase se realizó la socialización de la metodología, seguido por un espacio de armonización en el que la gobernadora de la comunidad, Luz Meyi Patiño, lideró la elaboración de un espiral como símbolo de unidad e igualdad, compuesto por alimentos y fuego en alusión al camino largo por recorrer, el agua en referencia al vientre de la mujer y la toma de la caguana, una bebida ancestral, para dar inicio a la palabra dulce.

Posteriormente se concertó el desarrollo metodológico y la implementación de herramientas como el espiral de la vida o línea de tiempo, así como la creación de mapas de la comunidad o las memorias de las vivencias que los obligaron a salir desplazados de sus territorios desde la década de 1970, cuando debido a las dinámicas de violencia un primer grupo de 17 familias fueron desplazados de su resguardo en el departamento del Putumayo.

“En el tema de reparación tenemos “La trocha de hacer el bien”. Ahí quedarán las reseñas de todo lo que se ha sufrido, de lo que se ha perdido. Y hoy, pisando el territorio, estamos volviendo a vivir la cultura, el territorio nos junta nuevamente. El territorio de vida, de las danzas, de la comida, el territorio de la abundancia”, aseguró Luz Meyi Patiño, gobernadora del cabildo, durante la caminata hasta el territorio en el que se asentará la comunidad como uno de los pasos para contribuir a la reparación.

En esta etapa del proceso, los Monaya Buinaima se encuentran regresando lentamente al territorio ancestral después de un proceso acompañado por la Agencia Nacional de Tierras. Es así como la ruta de reparación colectiva étnica, guiada por la Unidad para las Víctimas, representa el esfuerzo institucional para propiciar y garantizar la aplicación de las medidas de restitución, rehabilitación, satisfacción y no repetición que compone la reparación integral.