Con un sencillo acto litúrgico se desarrolló la conmemoración de los 30 años de los hechos de violencia perpetrados en los billares El Tropezón, en el distrito de Barrancabermeja.
Esta conmemoración estuvo acompañada por la Unidad para las Víctimas a través del grupo de enfoque psicosocial de la dirección territorial Magdalena Medio, donde se resaltó la importancia de apoyar estos espacios como medida de satisfacción.
Una vez finalizada la eucaristía en memoria de Pablo Emilio Pinto, Humberto Atencia Canchilla, José Dolores Silva Quiñónez, Gustavo Rojas Ortiz y Carlos Alberto Álvarez Ahumada, las cinco víctimas fatales de aquel 24 de enero de 1992, familiares, el clero, instituciones y comunidad en general procedieron a encender velas alrededor de una mandala.
Alrededor de la mandala, las familias evocaron a sus seres queridos, sus proyectos, y resaltaron que sentían la presencia del padre, hermano, hijo y/o amigo que falleció aquel fatídico 24 de enero.
Richard Álvarez, hermano de Carlos Alberto Álvarez, una de las víctimas de los hechos expresó: “aunque aún no se ha logrado la indemnización de todas las víctimas de estos hechos, personal y familiarmente creemos que la reparación integral es una puerta para satisfacer ese dolor y sufrimiento que causó la perdida de mi hermano, no solo administrativamente, puesto que la reparación está constituida por una serie de medidas y gracias a esas medidas pude estudiar una especialización y acceder a otros derechos como la salud y el trabajo. Así, de alguna forma, hemos podido mitigar ese dolor”.
En el acto, familiares honraron la vida, construyeron memoria histórica e hicieron el reconocimiento de dignidad para sus víctimas de tal manera que 30 años después se logre esclarecer lo ocurrido.
(Fin/JAR/COG)