Escudo de Colombia y texto de la Unidad para las Víctimas

Una tiendita para soñar la Paz

Por Sulena Castillo

Con los sueños intactos, la mirada brillante y con una sonrisa en el rostro como si fuera una adolescente, Andrea habla de ese nuevo proyecto que, aunque es fruto del dolor y los malos recuerdos que ha tenido que vivir a causa del conflicto armado, hoy son el retoño de lo que algún día quiere ver florecer a manojos y poder repartir como semillas en un jardín de paz.

La tienda Sueños de Paz, como le puso a un pequeño establecimiento comercial situado en un concurrido sector de Villavicencio, es el lugar que alberga productos elaborados en el departamento del Meta; allí vende café cultivado en Mesetas, vino de Lejanías y una gran variedad de productos para el cuidado personal, elaborados a partir de la semilla sacha inchi, con propiedades que muchos catalogan como milagrosas.

Pero es que su amor por esta semilla y todo lo que se puede hacer con ella, no nació de la noche a la mañana, su duro trasegar por la vida, buscando constantemente mejorar sus condiciones de vida y, quizás, superar un poco el dolor que le han dejado las heridas de la guerra que desde joven ha tenido que vivir, cargando a cuestas la desdicha de haber padecido la violencia sexual, el desplazamiento forzado y el homicidio de sus seres queridos, la han motivado a estar en la constante de ser ejemplo de superación.

El departamento del Guaviare la vio nacer y crecer, pero también le enseñó que ese tipo de territorios, tan selváticos y apartados de lo citadino, que rezuman paz y salud, pueden ser permeados por esa violencia que no discrimina edad y mucho menos género.

Eso lo aprendió muy joven, con solo 20 años, mientras vivía en una finca en la vereda Barranquillita, del municipio de El Retorno, cuando hombres armados irrumpieron su tranquilidad y la despojaron de su intimidad y de su amor propio.

Desde aquel 2003 ha tenido que tratar de sanar las heridas físicas y psicológicas que le quedaron, además, de haber tenido que dejar todos sus sueños tirados en ese pedazo de tierra que con sudor trabajaba día a día, pero creyendo inocentemente que más dolor no podría sentir en el resto de su vida.

Andrea decidió salir adelante para brindarle otras posibilidades a sus hijos, uno que ya es mayor de edad y otro más pequeño, pero que no ha sido ajeno al conflicto armado y no precisamente por todo lo que su madre vivió, sino por el homicidio de su padre en marzo de este año a manos nuevamente de la guerra en el Guaviare, lo que añade otro hecho lamentable a la historia de su familia.

Andrea Romero, una de las 15.994 personas afectadas por el conflicto armado interno que tiene El Retorno en el Registro Único de Víctimas, es una convencida de que la paz llegará y por eso dedica día y noche a cumplir el sueño de ir mostrando en cada feria de emprendimientos que se organizan a nivel regional y nacional, como la última en Puerto Gaitán, invitada por la Unidad para las Víctimas, que la guerra no es capaz de arrebatarle a nadie las ganas de vivir y muy por el contrario le entrega más verraquera y empuje para ayudar a que otros puedan encontrar razones para contribuir en la construcción de paz.

Ahora lo hace desde su tienda Sueños de Paz, con sus productos de sello de paz y hechos con las manos de personas que son la cara de la guerra, pero también de la esperanza de estos dos departamentos vecinos: Meta y Guaviare.

“Soy constructora de paz y trabajo en la defensa de los derechos humanos de las mujeres”, es su carta de presentación.