Su nombre jurídico es Hermán Iglesias Lara, pero en la sociedad es conocida como Zunga la Perra Roja, la mujer trans que en Caquetá y en el sur del país es un ícono de empoderamiento en materia de políticas públicas, de derechos humanos y de acceso a la educación para la población LGBTI. Hoy, le cuenta a Colombia sobre la trascendencia de esta celebración.
“La importancia del 17 de mayo para las personas LGTBI a nivel internacional, es que la Organización Mundial de la Salud (OMS), logró eliminar en ese día de 1990 del estado de enfermedades mentales la homosexualidad, lo que configuró un éxito apoteósico para las personas LGTBI del mundo; se empezó entonces a hablar de restitución de los derechos de las personas con orientaciones de género diversas; por lo tanto, los colectivos, organizaciones sociales creemos que es necesario seguir abanderando la lucha por la ciudadanía LGTBI.”
Zunga nació en Curillo, el municipio de “los bellos atardeceres”, donde vivió dos episodios que macaron su vida: la guerra le quitó a su hermano y a su tío, y su familia se fragmentó. Pese a ello, es una enamorada de la paz; de hecho, estuvo muy atenta a la construcción de los acuerdos cuando el Gobierno firmó la Paz con las Farc.
Su capacidad de resilencia se sustenta en que nunca se dejó derribar por las vicisitudes del destino y en creer que el futuro aguarda grandes oportunidades para las víctimas del conflicto y para la población LGBTI. Y es que Zunga es de convicciones férreas, está apasionada con la academia y por esto marca la diferencia en instancias educativas y participativas del orden local y nacional.
Es una estudiosa de las ciencias sociales, y ha dejado huella en la Universidad de la Amazonía, donde goza de admiración por parte directivos, profesores y estudiantes. En su paso por el claustro universitario defendió el derecho a la educación para esta población e inició campañas que permitieron al alma máter tener una política pública de respeto a la bandera LGBTI.
Hoy, Zunga se desempeña como asesora de la Gestión de Sectores Sociales LGBTI, en la Gobernación de Caquetá, labor para la que fue seleccionada entre muchas personas, gracias a su activismo, alegría innata y capacidad de generar espacios de participación, conciencia y educación sobre la transexualidad, cargo que asume “con humildad absoluta, responsabilidad y con vocación de servicio”.
Hoy, a sus 28 años, ha tenido asiento varias veces en la mesa de víctimas, y en ese tránsito destaca la labor de la Unidad para las Víctimas porque “ha permitido la participación de las personas con identidad de género diversa en las mesas encargadas de elaborar la política pública de víctimas de la Ley 1448 en la región, siendo este un espacio de veeduría, control ciudadano y de incidencia social y política para que las víctimas LGBTI y las víctimas por hechos víctimizantes y por enfoque diferencial, logren tener una representación y una voz”.
Su eco retumba insistentemente cuando se trata de elevar las banderas de la salud, el trabajo digno y el acceso a beneficios en igualdad de condiciones, no solo para la población LGTBI, sino para las minorías, haciendo aún más fuerte su liderazgo.
Se ha hecho escuchar en marchas, aulas, reuniones del gobierno local y nacional, logrando que la sociedad, en ocasiones injusta y hasta homofóbica, entendiera los derechos de la población LGBTI y les concediera el espacio que merecen en los diferentes escenarios, especialmente porque fue una población duramente golpeada durante el conflicto, labor encomiable si se tiene en cuenta que un informe de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), del 2015, reveló que el 80% de las mujeres trans en Latinoamérica mueren antes de cumplir los 35 años, generalmente por homicidio.
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