“Gracias a Dios estamos hoy de nuevo en nuestro territorio y eso nos produce una gran alegría”. Con esta frase, Miguel Ángel Sintúa, líder Emberá del Alto Andágueda, expresó su emoción por retornar a su territorio desde Bogotá, al igual que cientos de familias que se encontraban asentadas en Bogotá en las UPI La Rioja y La Florida, así como en el Parque Nacional.
El proceso de retorno fue adelantado por la Unidad para las Víctimas y contó con el acompañamiento de entidades como Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF), la Secretaría de Gobierno de Bogotá y la Defensoría del Pueblo.
El costo total del andamiaje, incluyendo transportes, alimentación, ayudas humanitarias y los kits de hábitat entregados, se acerca a los 2.000 millones de pesos. Un equipo de aproximadamente 70 personas, entre funcionarios y contratistas, las y los encargados de la preparación, alistamiento y logística para el buen desarrollo del retorno.
Tanto las familias como sus enseres fueron transportados hasta la Institución Educativa Intercultural Dokabú, ubicada en la vereda Ágüita, jurisdicción del municipio de Pueblo Rico, Risaralda.
Para Juan Manuel López, coordinador del grupo de retornos y reubicaciones de la Unidad para las Víctimas, la clave para el éxito del retorno estuvo en la articulación de la Unidad con las demás entidades y la voluntad de las familias asentadas en los tres sitios de Bogotá.
El funcionario también señaló que: “La idea es seguir en un diálogo constante con todas las comunidades, con los diferentes liderazgos y con las autoridades en territorio que nos permita tener un trabajo realmente efectivo con esta población donde podamos garantizar sobre todo sus derechos”.
Sobre el proceso de retorno se expresó Luis Eduardo Torres, director territorial de la Unidad para las Víctimas en el Eje Cafetero “creo que ha sido un trabajo intenso el que se cumplió a lo largo del año en el componente de retornos con las comunidades indígenas, lo que nos permitió como Unidad fortalecer nuestros lazos con ellos y poner nuestro grano de arena para seguir aportando a la búsqueda de soluciones duraderas para su permanencia en el territorio”
Hacia el mediodía de este lunes las últimas familias retornadas comenzaron a adentrarse hacia el Alto Andágueda. Entre ellos estaba Miguel Ángel Sintúa, quien con una sonrisa en su rostro regresó a su territorio ancestral del que nunca debió haber salido a causa del conflicto armado.
En la Unidad para las Víctimas “Cambiamos para servir” con el objetivo de seguir trabajando en acciones de cara a la implementación de una política que contribuya a la superación de los rezagos, brinde una reparación transformadora y le permita a quienes han padecido el conflicto armado acceder efectivamente a sus derechos.