Escudo de Colombia y texto de la Unidad para las Víctimas

La energía renovable llega a resguardos indígenas del Chocó

En los resguardos Chidima y Pescadito, la comunidad se congregó emocionada, en torno a su tambo por primera vez iluminado. Niños, niñas, jóvenes y adultos no podían ocultar su alegría con la instalación de un sistema de energía que rima con su cosmovisión del respeto por la naturaleza, una petición que había sido solicitada en su Plan Integral de Reparación Colectiva (Pirc) y que beneficiará a cerca de 256 personas que integran sus comunidades.

La entrega fue realizada por La Unidad para las Víctimas, con el apoyo de la embajada de Noruega, junto con el fortalecimiento y la implementación del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), que permitirá el funcionamiento de los implementos tecnológicos que habían sido entregados y el desarrollo de sus proyectos productivos durante la implementación del Pirc. 

Previo a estas entregas, se ha realizado un acompañamiento interinstitucional a la comunidad para el fortalecimiento de capacidades en el manejo y aprovechamiento de estos sistemas de energía solar, que contribuyen al desarrollo sostenible y amigable con el medio ambiente.

“No sentimos muy agradecidos con el apoyo que nos está brindando La Unidad, porque cumplieron con la petición que hicimos de los paneles solares, y el tambo que tenemos también fue apoyado por La Unidad. Agradecer también a las personas que siempre han estado acá, han conocido las necesidades de la comunidad y han llevado las propuestas a sus jefes y de allí hemos recibido estos beneficios”, dijo Luis Ángel Chavarí, del resguardo Chidima.  

Los paneles solares favorecen alrededor de 256 personas indígenas embera katío y embera dobida, quienes han recuperado a través del proceso de reparación colectiva los derechos territoriales.

La Unidad avanzó en la implementación de este Pirc, desde los primeros acercamientos que se dieron para la caracterización de los daños sufridos por estas comunidades por causa del conflicto armado, proceso que se inició en 2018 y que ha permitido la entrega de dotaciones para la guardia indígena, la recuperación de prácticas ancestrales y la entrega de la indemnización, recurso con el cual se construyeron sus espacios de reunión y producción.