Escudo de Colombia y texto de la Unidad para las Víctimas

“Después de 18 años, sabemos a quién le vamos a ir a rezar”

Así lo dijo José de la Cruz Valencia, miembro del Comité por los derechos de las víctimas de Bojayá y uno de los sobrevivientes de la masacre ocurrida el 2 de mayo de 2002.

El jueves 2 de mayo de 2002, en medio de un enfrentamiento armado entre un grupo paramilitar y miembros de las Farc, una pipeta, lanzada por la guerrilla, estalló en el centro de la iglesia católica de Bellavista, cabecera municipal de Bojayá (Chocó), lugar donde la población civil se resguardaba de los hostigamientos. Como consecuencia de esa acción violenta, 83 personas murieron, más de 100 resultaron heridas y cerca de 1.740 familias se desplazaron hacia Quibdó. 

El 18 de noviembre de 2019, después de 17 años de la masacre, los bojayaseños recibieron los restos de sus seres queridos, plenamente identificados, y les dieron su último adiós, en una serie de actos en los que la Unidad para las Víctimas les brindó acompañamiento psicosocial y posibilitó la presencia de más de 600 familiares.

Este pueblo ribereño del río Atrato, cuando inicia el quinto mes de cada año, recuerda a las víctimas de la masacre. El 2 de mayo de este año, la conmemoración será diferente. Bellavista será el epicentro de una conmemoración en la que los bojayaseños podrán estar al lado de los suyos, algo que la guerra les había negado durante mucho tiempo.  

José de la Cruz Valencia, miembro del Comité por los derechos de las víctimas de Bojayá y sobreviviente de la masacre, afirma que lo ocurrirá este año es un hecho bastante significativo para su comunidad: “Será especial para cada una de nuestras familias, porque ya no estamos dirigiendo oraciones y cantos a la deriva, si no que ya sabemos a quién le vamos a ir a rezar o a qué persona le vamos a dirigir unas palabras”. 

“Esto a nosotros nos genera una esperanza de ir avanzado hacia ese cierre de un duelo que estuvo prolongado durante tanto tiempo. Hoy podemos decir que la población se siente un poco más tranquila, tras haber logrado ese ejercicio de identificación que tiene un avance significativo”, agrega.

El hecho de que los habitantes de Bellavista puedan cumplir con los rituales y tradiciones, esta vez al lado de los suyos, como lo relata José de la Cruz, es una situación significativa, “ya que nos ayuda a aliviar y a avanzar hacia ese cierre del duelo, ya que durante muchos años nuestras heridas siguieron abiertas”.

¿Cómo les cambió la vida a los bojayaseños, después del entierro final?

Después de 18 años, el saber que sus familiares están a pocos metros y en ese pueblo que nunca conocieron, pero que fue testigo de su último adiós, les da la tranquilidad y la certeza a los boyaseños de que sus familiares están en un lugar digno y descansado en paz. Así lo asegura José de la Cruz: “Hoy todo esto sigue doliendo, pero nos deja la tranquilidad de que hemos hecho lo posible para que el alma de nuestro ser querido esté descansando en paz. Permanentemente y cada vez que pasamos por el mausoleo, podemos ir y dirigirle unas palabras y esto nos ayuda a que este dolor y todas nuestras heridas vayan sanando”.

La conmemoración de los 18 años con los suyos     

Este año, pese a la situación actual por la que atraviesa el país por cuenta de la emergencia sanitaria generada por la COVID-19, los habitantes de Bellavista conmemorarán de una forma diferente lo ocurrido en el 2002.

Desde el  año pasado, los bojayaseños esperaban una conmemoración distinta. “Una conmemoración más sentida en la que todos los familiares de los sobrevivientes pudieran acercarse al mausoleo, a dedicarles esas palabras que no se pudieron expresar durante tantos años porque no estaban plenamente identificados, pero los boyaseños entendemos por la situación que estamos pasados como humanidad, es por ello por lo que hemos pensado cumplir con la conmemoración cuidándonos”, explica José de la Cruz.

“Estamos buscando que todas las personas nos acompañen desde sus casas, esta conmemoración arrancó el 24 de abril con un rosario, que se reza todos los días a las 5 de la tarde, y se realizará hasta el primero de mayo”, anota Valencia.

El primero de mayo continuó la agenda con la jornada de la iglesia de puertas abiertas durante todo el día, cada familia o persona pudo ir a este lugar conservado todos los protocolos de bioseguridad para elevar una oración en nombre de los familiares que fallecieron en la masacre. De igual manera, explicó José de la Cruz que ese mismo primero de mayo se ubicarón en todas las casas de Bellavista, banderas blancas como “ese símbolo de paz, la necesidad de la paz y de esas garantías de no repetición que requiere Bojayá, ojalá el país no acompañara también en esa apuesta”.

El 2 de mayo se cumplirán actividades de las 8 de la mañana, se realizará una oración en el mausoleo en que descansan las víctimas. Esa oración explica José de la Cruz estará acompañada cantos y alabaos de las cantaoras de Bojayá, “allí todos los familiares tendrán la posibilidad de llevar ofrendas a cada uno de los familiares, bien sea los bordados que las familias están haciendo, pinturas, una flor, cualquier ofrenda que considere cada familia para llevar”.

Luego de la salida del mausoleo en donde se encuentran los cuerpos de las víctimas de la masacre, algunos habitantes de Bellavista guardando todos los protocolos de prevención, realizarán una procesión por Bellavista (nuevo), hasta llegar al puerto sobre el río Atrato. Desde allí, en una panga* saldrán en una procesión acompañados de las cantaoras* y se dirigirán junto al Cristo mutilado a la iglesia del Bellavista (Viejo), lugar en donde ocurrió la masacre. “Ahí se celebrará una eucaristía a la que asistirán máximo 15 personas, entre las que están el sacerdote, algunas misioneras y algunos familiares”, puntualizó Valencia.

(Fin/DFM/LMY)

 

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