Escudo de Colombia y texto de la Unidad para las Víctimas

En 20 años de la masacre, la Unidad presenta balance de acciones en Bojayá

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El 2 de mayo de 2022, integrantes de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y paramilitares del Bloque Élmer Cárdenas se enfrentaron en las cabeceras municipales de Vigía del Fuerte y Bojayá en el departamento del Chocó.

Lanzaron un cilindro bomba que rompió el techo de la iglesia donde se refugiaban más de 300 personas. Hubo al menos 79 muertos y más de 100 heridos. Los efectos de la incursión provocaron el desplazamiento, la muerte y las heridas en una comunidad que nada tenía que ver con el conflicto y cuyas consecuencias ya son bien conocidas por todos los colombianos.

20 años después de ocurrida la masacre los habitantes de esta región del país continúan trabajando en la construcción de lazos, en la recuperación de su cultura y sus saberes y en la transmisión de los valores sociales basados en sus principios; en la recuperación de la confianza, la unión, solidaridad y capacidad organizativa.

Cifras en el Registro Único de Víctimas

Las víctimas únicas relacionadas en Bojayá suman a la fecha 38.024, de las cuales 8.025 son sujetos de atención. El 49,6 % corresponde a mujeres y el 34,5 % tiene, actualmente, entre 29 y 60 años.

El desplazamiento forzado ha sido el hecho victimizante de mayor ocurrencia entre la población, con 69,9 %, seguido de confinamiento con el 21,6 % y la amenaza con el 2,3 %.

Por los eventos ocurridos el 2 de mayo de 2002 se encuentran incluidas 89 víctimas directas por homicidio. De acuerdo con la caracterización, el 47,2 % hombres y el 53,8 % mujeres. El 33,7 % correspondía a personas entre los 29 y 60 años en el momento de ocurridos los hechos. 

Atención humanitaria y reparación integral

Entre 2012 y marzo de 2022 la Unidad para las Víctimas ha colocado 11.519 giros correspondientes a la atención humanitaria dirigida a hogares víctimas de desplazamiento forzado que residen en Bojayá. La inversión realizada ha sido de $6.984.380.500. 

En indemnizaciones administrativas la Unidad ha beneficiado a 1.466 personas a través de 1.543 giros, con una inversión de $ 11.999.365.638 pesos. 

Por homicidio, de acuerdo con el registro oficial se han ordenado 142 pagos de indemnización correspondientes a una inversión de $785.904.100.

En el municipio de Bojayá hay tres sujetos de reparación colectiva: la comunidad Afro de Bellavista cuyo plan Integral de reparación colectiva (PIRC) se encuentra en fase de implementación con un avance del  35,1 %; la comunidad indígena emberá Dóbida de Bojayá con un avance del 39,5 % y la comunidad afro del municipio de Bojayá compuesto por 19 Consejos comunitarios que está en fase de diseño y formulación de su PIRC.

Comunidad afro de Bellavista

Se han invertido $2.096.897.197 en este SRC, a través de entregas de bienes de uso colectivo como equipos tecnológicos, infraestructura y dotación deportiva. Las acciones implementadas han estado enfocadas a las prácticas culturales entre las que se destacan los alabaos, el gualí y los principios espirituales de acompañamiento a sus seres vivos y muertos.

Adicionalmente se han fortalecido las actividades de relacionamiento con el río Atrato en lo que tiene que ver con actividades como la pesca, el canotaje, entre otros. De igual manera, la Unidad para las Víctimas ha entregado dotaciones e implementos para el fortalecimiento de las prácticas deportivas como fútbol, voleibol, rondas familiares y otras actividades de interacción entre la comunidad. 

Comunidad emberá Dóbida

Con esta comunidad se han invertido $2.164.815.334 a través de entregas de bienes como equipos tecnológicos, maquinaria e insumos de modistería, dotación escolar infraestructura y deportiva. Se han propiciado espacios psicosociales y ejercicios territoriales para reafirmar la relación sagrada de la comunidad con su territorio. La Unidad para las Víctimas ha apoyado el trabajo comunitario (minga) para la limpieza de los ríos y quebradas sagradas para esta comunidad, aportando a las prácticas tradicionales.

Enfoque psicosocial

La entidad ha acompañado a la población de Bojayá a través de las estrategias de rehabilitación psicosocial grupales entre las que se destacan “Hilando”, dirigida a víctimas adultas; “Tejiendo Saberes”, para víctimas con pertenencia étnica; “Raíces, víctimas en el exterior”; “Salta la Cuerda!”, para niños y niñas entre los 6 y 12 años y “Rotando la vida”, para adolescentes entre los 13 y 17 años.

A la fecha se han atendido 855 personas y entregado 1.765 mensajes de reconocimiento y dignificación. Sin embargo, una de las acciones que más se destacan es la garantía de participación y acompañamiento psicosocial a los familiares de la masacre de Bojayá. Desde 2017 hasta la fecha se han realizado 1.798 acompañamientos en los procesos de búsqueda y entrega de cadáveres de a este municipio. 

Retornos y reubicaciones

Se han entregado seis esquemas especiales de acompañamiento comunitario (EEAC) por un valor de $ 457.562.740, acción destinada a materiales para infraestructura social y comunitaria. 

En relación con los esquemas especiales de acompañamiento familiar o entrega de unidades o modelos de negocio (EEAF), se han materializado 172, a través de las cuales se han transferido $262.554.752 a los beneficiarios. 

Reconocimiento a costumbres ancestrales

Luz Marina Cañola, coordinadora del grupo de cantaoras de Pogue ‘Voces de Resistencia’, reconoce que el proceso de reparación les ha servido para darse a conocer.

“Según ella, gracias a la reparación hemos dado a conocer tanto nacional como internacionalmente nuestras tradiciones ancestrales y culturales”. 

Los rituales a los que se refiere son, entre otros, los alabaos, el gualí y el chigualo. El gualí y el chigualo son una especie de versos recitados durante los velorios de los niños. También se le conoce como arrullo y es una tradición africana en la que no se llora, sino que se danza y se canta, mientras que los alabaos son cantos fúnebres y de alabanza que se realizan a capela, cuando fallece un adulto y referencian el dolor y la esperanza, según explica.

Agrega que generalmente se inspiran en sus ancestros a la hora de cantar. “En mi caso cuando estoy cantando recuerdo mucho a mi papá porque de él aprendí esta tradición” y agrega que antes de la masacre los alabaos solo se les cantaban a los muertos, pero que después de ese atroz hecho también los utilizan para hacer denuncias generalmente relacionadas con la violencia en la región.  

(Fin/AVA-CMC/COG)