Escudo de Colombia y texto de la Unidad para las Víctimas

Oswaldo, una víctima que puede descansar en paz

“Hace más de 21 años que estábamos en la búsqueda de mi papá, a quién lo desaparecieron en el año 2001 en El Retorno, Guaviare. Cuando él se fue a trabajar allá tenía 40 años de edad y fue un golpe duro para la familia; hoy podemos descansar, dejamos atrás la incertidumbre de no saber qué sucedió y ahora descansa en paz”, relata su hijo Oswaldo Rengifo.

Tras dos días de diligencia judicial Edith Rocio Quintero, fiscal 93 del Grupo Interno de Trabajo de Búsqueda, Identificación y Entrega de personas desaparecidas (GRUBE), acompañada de su equipo forense y de la profesional psicosocial de la Unidad para las Víctimas, entregó a la familia de Oswaldo Rengifo, sus restos óseos para que ellos, según sus creencias y costumbres, le dieran digna sepultura.

“Hoy nos reunimos para darle una sepultura digna a Oswaldo, solo Dios sabe por qué se lo llevó. Para nosotros la muerte nos resulta incomprensible y a veces sentimos el querer revelarnos ante ello, pero nuestro familiar vive y vivirá por siempre en nuestras almas; aceptamos nuestro dolor y mantengámonos fuertes; pedimos para que Dios le conceda una eterna gloria en los cielos”, atinó a decir otra de las familiares asistentes.

Nacido hace 61 años en Quimbaya (Quindío), Oswaldo y todo su núcleo familiar se desplazaron hasta Samaná (Caldas), tratando de mejorar sus condiciones de vida, mejorando sus ingresos mediante actividades agropecuarias; 22 años atrás viajó hasta el Guaviare para seguir en la mejora continua de su proyecto de vida, un año más tarde sus familiares no volvieron a saber de él, hasta diciembre de 2022.

A la actividad que se cumplió en la funeraria Capillas de La Fe, en la ciudad de Manizales, asistieron la exesposa de Oswaldo, Rosalba Muñoz, su hermano Arnulfo y sus hijos Oswaldo, Danilo y Adriana, quienes rindieron homenaje a su ser querido con una ceremonia religiosa y el desarrollo del Santo Rosario, sin duda alguna, pasos importantes para ellos como familiares. 

“La verdad es un momento triste, pero ya sabemos dónde lo encontraron, cómo fue su muerte, cuál fue su destino, y hoy lo dejamos en el cementerio Jardines de la Esperanza. Todo está claro, ya no preguntaremos más por él ni saldremos corriendo porque nos informaban que lo habían visto en algún lugar; hoy reposa en un lugar digno”, concluye su hijo Oswaldo, en la despedida final.

En el Registro Único de Víctimas hay más de 50.000 desaparecidos y cerca de 139.000 familiares reconocidos por el delito de desaparición forzada en Colombia para su atención y reparación.