Reparar con dignidad es posible: cuando los territorios se transforman desde la resistencia y la memoria

El proceso del resguardo Kanalitojo, símbolo de dignificación y resistencia, marca un hito en la historia de la reparación colectiva en Colombia. En el 9 de abril, Día de la Memoria y Solidaridad con las Víctimas del Conflicto Armado, su camino recuerda que sanar sí es posible cuando se hace escuchando las voces de los territorios.

En una tierra atravesada por el río Orinoco y abrazada por los vientos del Vichada, Kanalitojo no es solo un nombre, es una herencia. Allí, en el resguardo donde confluyen los pueblos sikuani, amorúa y sáliba, se escribió una página fundamental en la historia de la reparación colectiva en Colombia. Hace exactamente un año, Kanalitojo se convirtió en el primer resguardo indígena del país en cerrar su Plan Integral de Reparación Colectiva (PIRC), un hito que no solo marcó a la comunidad, sino también a la política pública que la acompaña.

Durante décadas, esta comunidad fue víctima de múltiples afectaciones a raíz del conflicto armado: desplazamiento, pérdida de autonomía territorial, afectación espiritual, fractura del tejido comunitario y despojo cultural. Sin embargo, Kanalitojo no se quebró. Desde la palabra y el rito, desde la siembra y el consejo, abrió caminos. Lo hizo con la sabiduría de sus mayores y la fuerza de sus habitantes. También con el acompañamiento de la Unidad para las Víctimas, que reconoció el carácter étnico de su reparación y avanzó en un proceso que hoy se cuenta entre los más emblemáticos del país.

El proceso de reparación colectiva de Kanalitojo incluyó 12 acciones de reparación implementadas en el marco de su Plan Integral (PIRC). Estas se organizaron en las medidas de restitución, rehabilitación, satisfacción y garantías de no repetición. Entre ellas se encuentran acciones como el fortalecimiento del gobierno propio, recuperación de sitios sagrados, entrega de elementos culturales y materiales, adecuación de espacios comunitarios y procesos de formación en salud, educación e identidad étnica. Cada una de estas acciones fue concertada con la comunidad y respondía a los daños sufridos y diagnosticados colectivamente.

Pero Kanalitojo no está solo. Hoy, Colombia cuenta con 1.070 sujetos colectivos incluidos en el Registro Único de Víctimas (RUV), de los cuales 769 son étnicos. De estos, 476 pertenecen a pueblos indígenas. Solo durante este gobierno, se han reconocido 191 nuevos Sujetos de Reparación Colectiva: 168 comunidades étnicas, 14 campesinas y 9 organizaciones o grupos. Además, se han desarrollado 204 jornadas de alistamiento y se han cerrado fases de diagnóstico y caracterización del daño en 151 sujetos, paso fundamental para trazar las acciones de la ruta de reparación colectiva. El proceso de Kanalitojo es icónico al ser el primer resguardo indígena en ser reparado.

En términos de inversión, en este gobierno se han indemnizado colectivamente 67 sujetos étnicos por un valor cercano a los 37.688 millones de pesos. Esto representa la mitad de indemnizaciones que ha realizado la Unidad para las Víctimas desde su creación en el 2011 (135 sujetos étnicos con una inversión total superior a los 56.427 millones de pesos).

Además, entre el 2022 y 2025 se implementaron 1.068 acciones de reparación en 186 sujetos de reparación colectiva. De ese total, 95 están ubicados en municipios PDET. Esto se suma a las 3.671 acciones implementadas históricamente en 279 sujetos colectivos.

Volviendo a Kanalitojo, una de las voces que marcó el acto de cierre, y que sintetiza el arduo camino que se recorre hasta la satisfacción, fue la de Luis Carlos Huertas, secretario del resguardo, quien expresó que “la reparación colectiva fue uno de los mejores procesos que nos pasó, porque no fueron solo los temas materiales sino también la satisfacción de sentirnos bien, de saber que tuvimos al Estado acompañándonos”. Para la comunidad, esta etapa representó una oportunidad para seguir caminando con dignidad, sin olvidar el pasado, pero proyectándose hacia un futuro con autonomía y esperanza.

La reparación en Kanalitojo se materializó en restitución, dignificación, garantías de no repetición y fortalecimiento comunitario. Se recuperaron espacios sagrados, se impulsaron procesos organizativos, se revitalizaron prácticas ancestrales y se tejieron redes de protección territorial y espiritual. Fue, ante todo, un acto de respeto profundo por la identidad y la historia de un pueblo.

El cierre del PIRC en Kanalitojo forma parte de los 60 sujetos de reparación colectiva que, hasta la fecha, han concluido la totalidad de las acciones concertadas en sus planes. De ellos, solo tres son étnicos. La experiencia de Kanalitojo se convierte así en un faro para los procesos que aún transitan la ruta, mostrando que la reparación transformadora sí es posible cuando se hace con enfoque diferencial, con diálogo intercultural y con voluntad política.

Hoy su historia se alza como un mensaje de esperanza para todas las personas que han sufrido la guerra. Un mensaje que dice que sí es posible reparar con dignidad, escuchando y atendiendo la voz de quienes resistieron y siguen resistiendo desde sus territorios. La memoria no se archiva, se siembra y se cultiva de manera colectiva. Y Kanalitojo ya está sembrando el mañana.