Cuando el conflicto armado entre guerrillas y grupos de autodefensas trajo muerte, dolor y destrucción, la vereda La Linda perdió su encanto. Los campesinos no soportaron más violencia y se desplazaron mientras abandonaban fincas, cultivos, familiares y la comunidad se desintegró.
A finales de los años noventa, la población de esta zona del municipio antioqueño de El Carmen de Viboral sufrió por los homicidios, los enfrentamientos armados en sus predios, el riesgo de los campos minados que les impedía salir a cultivar y hasta el reclutamiento forzado de sus jóvenes.
Rodrigo Alonso Buitrago fue uno de los cientos de desplazados desde 1998. Recordó que “primero llegó la guerrilla y se llevaron muchos jóvenes y después vinieron los paramilitares y empezaron a matar campesinos y armarse enfrentamientos y mucha gente inocente perdió la vida”.
Por esa violencia decenas de familias abandonaron la vereda. Entre ellas la de Rodrigo. Como consecuencia, nos desplazamos con mucha tristeza porque teníamos los cultivos y el ganado para ordeñar y nos tocó irnos para empezar a rodar y pasar necesidades”.
Más de 10 años después, algunas familias regresaron una tras otras cuando el conflicto armado disminuyó y los grupos armados ya no dominaban el Oriente antioqueño.
Había llegado el momento de reconstruir las fincas y la comunidad, y ese clamor fue respondido con la concertación de un Plan de Retorno y Reubicación de desplazados que reconstruyó la comunidad y mejoró las condiciones de vida de casi 200 habitantes.
Obras y proyectos que reparan
Con una inversión conjunta de $283 millones entre la Unidad para la Atención y Reparación Integral a las Víctimas y la alcaldía, se construyó un puente sobre la quebrada Los Olivos que permitió que los niños volvieran a una escuela dotada de mobiliario, implementos deportivos y conexión a internet.
El director encargado de la Unidad para las Víctimas en Antioquia, Jesús Miguel García Castillejo, destacó que “las obras y proyectos implementados deben garantizar la sostenibilidad y permanencia de la población en su territorio y brindar oportunidades para que prosperen después de resistir el conflicto armado”.
Las vías terciarias recibieron mantenimiento, las familias accedieron a energía y pozos sépticos y llegaron brigadas de salud. Y con insumos agropecuarios se fortalecieron los cultivos y huertas familiares que hoy producen papa, fresas, hortalizas y flores. Además, una estrategia psicosocial para la recuperación emocional para afrontar los duelos y sufrimientos por los hechos victimizantes.
El acto público de cierre del plan realizado en la mejorada escuela destacó la resiliencia de esta comunidad, que quedó para la memoria en una placa conmemorativa y un mural que se pintará allí también para recordar esta historia de reparación y resurgimiento.
“Estamos muy contentos por el apoyo que nos dieron para retornar a nuestras tierras y este acto es un reconocimiento a la valentía y las ganas de salir adelante de las familias de la vereda”, afirmó con emoción Rodrigo Buitrago, quien se presenta de nuevo como un orgulloso campesino.
Por eso, los líderes sociales como él y su padre, otro líder de antaño, fueron reconocidos en el acto de cierre por su labor. La jornada terminó con un sancocho comunitario y música de chirimía que volvió a unir a los habitantes como en las épocas más felices sin asomo de violencia.
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Este es el sexto plan de retorno y reubicación de desplazados que se implementa con éxito en Antioquia, con más de 3.000 habitantes beneficiados en los municipios de Carolina del Príncipe, San Roque, La Meseta, El Peñol y El Carmen de Viboral.