Escudo de Colombia y texto de la Unidad para las Víctimas

“Volvieron trizas mi dignidad, pero la recogí y transformé mi vida y la de muchas mujeres más”

Mujer de tez morena sonriendo desde su taller de confección

Lina Mercedes Caro Banquéz es una de esas mujeres valientes de la vida que aprendió a no dejarse derrotar por nada, ni nadie, aunque la creyeran vencida. Ha sufrido tanto dolor y da tanto amor y sabiduría que es difícil creer por lo que ha pasado, lo que lleva marcado en su piel. Ella renace cada día, como el sol que alumbra sus esperanzas en cada amanecer.

Tiene la voz dulce y suave, parece frágil y vulnerable, pero es recia ante las adversidades y lleva un corazón de ángel que late y alimenta sus esperanzas, un corazón revestido, también, con la fortaleza del roble que crece con pasión buscando las latitudes del cielo.

Ella es de Maríalabaja, Bolívar, un territorio ubicado en los Montes de María donde se conoce el paso de la guerra, las heridas que dejó y el pesar que embarga aún la memoria de su pasado. Por las calles y veredas de este municipio, rodó sangre de tantos inocentes, se propagó el miedo y el horror y el silencio se hizo ley.

Lina Mercedes hace parte de miles de víctimas que el conflicto armado ha dejado en Bolívar. Ella cuenta que tuvo una segunda oportunidad para vivir y se aferró a ella. Durante doce años fue víctima de uno de los más atroces delitos cometidos durante los días aciagos de la guerra: la violencia sexual.

“Fui abusada sexualmente de manera sistemática y masiva. Destruyeron mi dignidad”, cuenta con la frente en alto y con la mirada cierta de un alma que sana cada día. Hombres armados al margen de la ley, que hacían presencia en Maríalabaja, la violentaron sexualmente y llegaron a empalarla…pero ella sobrevivió a todo este horror, y ahora ayuda a transformar las vidas de quienes, como ella, lo vivieron.

“Después de levantarme y dejar mis angustias y pesares, emprendí en Cartagena, donde me desplacé, un proyecto y una unidad productiva llamada Uniendo Retazos, que nace de la reconstrucción de la dignidad, porque bien saben que la mujer violentada sexualmente su dignidad se la vuelven trizas y ahí aprendí que trizas me volvieron, y en trizas vuelvo a recoger mi vida y mi dignidad”, relata.

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Así fue como nació el proyecto productivo Uniendo Retazos. Con retazos de tela fue haciendo bolsos, manteles, sábanas, mochilas, entre otros productos que hoy tienen pedidos de clientes en Italia y México, por ejemplo.

“Yo aprendí a recoger mi dignidad de talleres en talleres con profesionales en lo psicosocial de organizaciones y entidades como la Unidad para las Víctimas y esto, hoy en día, lo llevo a lo físico cuando creo productos con retazos de telas. Me he enamorado de eso y sé que muchas personas se van a enamorar de ello”, explica.

Por eso, Lina Mercedes tiene un sueño que se hará realidad en agosto y que ya trabaja para ello, la exhibición de una gran colcha hecha con retazos de tela de veinte metros en una de las plazas de Cartagena de Indias.

Será un motivo para también interactuar con la gente. “Cuando la gente sabe que en cada retazo de estos hay historias de vida les cambia el modo de pensar. Queremos saber qué piensa la gente de lo que hay allí y vamos a hacer preguntas y nosotros también escucharemos preguntas y daremos respuestas. Igual tendremos ventas de bolsos, bajaollas, tapetes, caminos de mesa y pieseros”, expresa con ilusión.

“Yo no hago un bolso o colchas por hacerlo, en esos bolsos se compran emociones de una mujer con una hermosa dignidad”, dice. Para ella, el acompañamiento para su transformación que ha recibido de la Unidad para las Víctimas ha sido fundamental. “He recibido el mejor apoyo que uno, como víctima, puede recibir y cuando uno está bien emocionalmente tiene cabeza para armar y hacer lo que estoy haciendo”, cuenta.

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Y concluye: “Cuando empecé no sabía ni para dónde iba, solamente comencé a pegar retazos y a cada color de tela le di un nombre, porque cada color tiene una razón. Al ver los cuadros de telas que hice después decidí hacer un bolso, que tenía significación y me dije: “Aquí echo todo lo bueno y también saco todo lo malo”.

Ella recuerda que en sus inicios de emprendedora recibió el apoyo de organizaciones y personas como la Fundación Círculo de Obreros de Cartagena, Jaime de la Cruz, de quién dice fue la primera persona que creyó en su proyecto y también la Fundación El Buen Pastor.

“En la Unidad para las Víctimas recibí una de las grandes herramientas que fue el apoyo psicosocial que ha sido fundamental para mi vida. Siempre me han acompañado”.

Resaltar el poder transformador de las víctimas del conflicto armado es una de las apuestas más importantes de la Unidad para las Víctimas. Seguimos trabajando para dignificarlas y reconocer su capacidad de cambiar las condiciones de vida de sus familias, comunidades y territorios; son las víctimas del conflicto armado quienes hoy deben tener la palabra, pues son quienes han dado segundas oportunidades y son el referente ético y moral para guiar al país hacia la Paz Total.