Escudo de Colombia y texto de la Unidad para las Víctimas

Juan Frío: del horror de los hornos crematorios a la construcción de la paz

“Si el conflicto armado nos marcó, también nos demostró que somos valientes, resistentes y forjadores de amor a través del perdón y la reconciliación”, esas fueron las palabras de Fideligna Gómez Oviedo, una de las sobrevivientes del conflicto armado que fue escuchada en medio de un acto de reconocimiento y reconciliación desarrollado en Juan Frío (Norte de Santander), corregimiento en el que, por años, funcionó uno de los hornos crematorios usados por grupos paramilitares.

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Esa fuerza de la que habló Fideligna sobre su comunidad es una muestra de la resistencia y el poder transformador de las víctimas para mejorar sus condiciones de vida, las de sus familias, comunidades y territorios. Así como lo expresó, a pesar del horror que se vivió durante esos años por causa de la violencia, los habitantes de Juan Frío han trabajado para superar la estigmatización y pasar de ser recordados por lo ocurrido en los hornos crematorios a ser resaltados por su capacidad de buscar caminos hacia la paz.

“A pesar de todos estos hechos, Juan Frío se ha destacado por su resistencia y resiliencia. Hemos salimos adelante, trabajando con las uñas porque la vida sigue y hay que luchar”, dijo Fideligna, mientras que otra víctima manifestó: “No queremos seguir siendo un lugar de terror y miedo. Queremos que nos conozcan por ser un lugar bonito, agradable y lleno de gente honrada y trabajadora, con grandes campos y tierras trabajadas por nuestros campesinos”.

Este espacio, promovido por la oficina de Asuntos de Paz y No Repetición de la Cancillería, contó con la participación de varios representantes de víctimas de Juan Frío y Norte de Santander, la directora de la Unidad para las Víctimas, Patricia Tobón Yagarí, otros delegados del Gobierno Nacional y representantes de la comunidad internacional.

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Este acto de reconocimiento a las víctimas fue realizado el martes 9 de mayo en el mismo lugar en el que se encuentra la edificación de ladrillos que fue adaptada como horno crematorio por parte de los grupos paramilitares para ocultar el rastro de sus crímenes. La construcción está ubicada en la vereda de Juan Frío, zona rural del municipio de Villa del Rosario, a tan solo quince minutos de la cabecera urbana de Cúcuta y a pocos kilómetros de la frontera con Venezuela, muy cerca del río Táchira.

Ya no queda mucho del viejo trapiche que funcionaba antes de ese lugar. Eso sí, la fachada aún conserva las marcas del fuego y alrededor de la estructura quedan los restos de ladrillos que, poco a poco, han sido derribados; así como algunos arcos y parte de la zona en la que decenas de cuerpos fueron incinerados.

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En este acto, participó de manera virtual un actor clave para el esclarecimiento de estos hechos: Salvatore Mancuso, líder del Bloque Catatumbo de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC) y quien se encuentra recluido actualmente en una cárcel de Georgia, Estados Unidos. Mancuso aceptó su responsabilidad en estos hechos y afirmó haber sido uno de los jefes paramilitares que, en ese momento, dio la orden de desaparecer a toda costa los cuerpos y restos de quienes fueron asesinados.

Según dijo, en 1999, con la idea de recuperar los territorios que en ese momento estaban ocupados por guerrilleros del ELN y las FARC, los altos mandos del paramilitarismo enviaron un grupo de combatientes a esa zona estratégica de Norte de Santander con el fin de “disputarse el territorio y ayudarle a las fuerzas militares a ganar la guerra contra la insurgencia”.

“Aquí arranca el reconocimiento del método que empleamos en la zona y las presiones de las fuerzas militares para que las víctimas, los homicidios, las personas que asesinamos en el conflicto no fueran contadas”, aseguró antes de indicar que hay restos de más de 200 personas que fueron desaparecidas por las AUC en territorio venezolano.

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Además, el exjefe paramilitar expresó su necesidad de sumarse a la búsqueda de las víctimas. A su juicio, “es imperativo recuperar los restos mortales de estas personas ultimadas por las AUC bajo su mando”, pues en esa tierra yacen las personas desaparecidas en ese horno. “Están ahí, bajo sus pies, entre las raíces del pasto y las plantas que lo rodean y, si me permiten decirlo, ahora producen vida. Otro tanto de víctimas fueron dejadas al otro lado del río y están enterradas en territorio venezolano”, afirmó para luego hacer una petición: “quiero hacerle una petición a la Cancillería para lograr un acuerdo bilateral con el Gobierno venezolano de cooperación judicial, y que nos permitan buscar, identificar y recuperar los restos de todas esas víctimas para que puedan ser entregados a sus familiares”.

“Yo estoy dispuesto a ir a Venezuela y hacer esa búsqueda. Nada sería más sanador para las familias y para mí que poder emprender esa búsqueda y ayudar a cerrar esos duelos que la desaparición impide cerrar”, puntualizó. Al final del acto, las víctimas sembraron un árbol que representa la reconciliación y la búsqueda de la Paz Total. Todo esto fue acompañado por la directora de la Unidad, Patricia Tobón Yagarí, quien al final reiteró el compromiso de la entidad por seguir propiciando y acompañando este tipo de espacios de reconocimiento y trabajando porque las víctimas puedan tener acceso a la verdad como una medida de reparación integral.

Resaltar el poder transformador de las víctimas del conflicto armado es una de las apuestas más importantes de la Unidad para las Víctimas. Seguimos trabajando para dignificarlas y reconocer su capacidad de cambiar las condiciones de vida de sus familias, comunidades y territorios; son las víctimas del conflicto armado quienes hoy deben tener la palabra, pues son quienes han dado segundas oportunidades y son el referente ético y moral para guiar al país hacia la Paz Total.

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