Escudo de Colombia y texto de la Unidad para las Víctimas
Historias de vida

Yénifer Paola Urango

A través del deporte, Yénifer y su familia trascienden las barreras

Yénifer Paola Urango es una de las deportistas destacadas de la experiencia Sport Power 2, un proyecto de la Fundación Arcángeles que contribuye a la calidad de vida y visibilidad de las personas con discapacidad víctimas del conflicto armado.

Por: Claudia Yoana Torres

La familia de Yénifer Paola Urango fue víctima de desplazamiento forzado, pero a lo largo de los años se ha mantenido unida gracias al trabajo de doña Margelis y de don Juan de Dios, sus padres, lo que les ha permitido salir adelante y, en el caso de Yénifer, esa dedicación contribuyó para que ella lograra graduarse con honores e ir más allá de las expectativas mediante el deporte. 

Esta familia fue desplazada de Apartadó hacia Medellín en 1995, pero fue hasta 1998 que lograron declarar su situación a las entidades competentes. Casualmente, fue ese el mismo año en que nació Yénifer, la única mujer de dos hermanos y quien llegaría a ese hogar para llenarlo de felicidad y de una colección de fotografías estratégicamente colgadas en la pared de la sala gracias a su entusiasmo. 

Les dieron el diagnóstico de la discapacidad de Yénifer cuando ella tenía tres años y estaba cursando prescolar en Medellín. Desde ese entonces, su familia supo que su vida iba a ser distinta, pero eso no los detuvo para hacer todo lo posible por conseguirle una educación adecuada para sus necesidades.  

“Cuando volvimos a Apartadó, al principio bregábamos mucho porque no había instituciones que le facilitaran poder seguir estudiando. Tuvimos que tocar muchas puertas, pero no nos rendimos”, comenta doña Margelis, quien, por la situación de su hija, fue conociendo las barreras que enfrentan otros niños con una discapacidad cognitiva como la de Yénifer.      

Ahora bien, gracias a la perseverancia, tanto de ella como de su familia, Yénifer se graduó del colegio San Pedro Claver de Apartadó en el 2019. Hoy, a los 22 años, enseña con orgullo las fotografías de su graduación y una mención de honor otorgadas gracias a su persistencia e ímpetu. 

Y sus logros no se detienen ahí, pues con una sonrisa tímida y pocas palabras, Yénifer muestra a quienes la conocen las habilidades que ha adquirido para las nuevas tecnologías. A tal punto que es ella quien asiste a su mamá en lo que tiene que ver con estos menesteres, incluso con el manejo del celular. 

La experiencia en Sport Power 2 

Además del talento que tiene para la pintura, para escoger imágenes y para trabajos en cartón paja, Yénifer siempre ha sido una dedicada deportista y ese es uno de los temas de los que más le gusta hablar; hecho que fue exacerbado cuando ingresó a los equipos de Sport Power 2 de la Fundación Arcángeles, en alianza con la Unidad para las Víctimas. 

Para la familia Urango, el deporte fue un camino que contribuyó en gran medida a despertar en Yénifer el interés por superarse a sí misma, pues como dice doña Margelis, le permitió enfocarse más en lo que ella quería. 

“En el colegio al principio no aceptaban que Yénifer se destacara y les pusiera más empeño a los deportes que a otras materias, pero eso es de lo que más goza ella”. 

“Me gusta el atletismo y el voleibol” dice la joven con orgullo mientras va a su habitación y saca, como de un lugar sagrado, las dos medallas que obtuvo en estas disciplinas. 

Cuando ella descubrió lo bien que le iba en su clase de educación física y lo mucho que disfrutaba este tipo de conocimiento, decidió dedicarse a mejorar con constancia, sin descuidar sus estudios. Doña Margelis cuenta que apenas llegaba del colegio se dedicaba a hacer sus tareas, por lo que fue una de las estudiantes más cumplidas, hasta el punto de que algunos de sus compañeros la llamaban para pedir su ayuda. 

Su entrenadora fue quien la inscribió en Sport Power 2, pues ella había sido testigo de primera mano de las habilidades de Yénifer, por lo que habló con sus padres y la registraron. Luego asistieron a varios encuentros y presentaciones regionales, logrando que ella afinara más sus capacidades para atletismo y voleibol. “Queremos que siga preparándose y que tenga la oportunidad de seguir haciendo lo que le agrada”, expresa la madre. 

“Lo que más me gustó fueron las integraciones; la de Turbo”, dice Yénifer de su paso por el programa. Además, esta experiencia no solo le permitió tener un espacio para demostrar sus habilidades, sino que también le brindó lo necesario para proyectarse hacia el futuro, pues ella comenta que más adelante quiere seguir compitiendo y que también quiere enseñar. 

En la actualidad, Yénifer espera que la vuelvan a convocar. Mientras tanto seguirá preparándose en Apartadó, donde afortunadamente ya existen varios espacios para que otras personas con discapacidad sean tenidas en cuenta en el deporte y en otros ámbitos y disciplinas.