Escudo de Colombia y texto de la Unidad para las Víctimas
Historias de vida

Yeimi García

Ser pediatra y servir a la infancia del Caquetá, el sueño de Yeimi García

A sus 18 años, Yeimi García Sánchez no solo se considera una mujer fuerte, capaz de superar la adversidad, sino que además sueña con servir a los demás, en especial a los pequeños; por eso, quiere estudiar pediatría.

En su memoria contrastan las marcas de la violencia con los gratos recuerdos de su infancia en zona rural de San José del Fragua, muy cerca del bajo Cauca, escenario donde la guerrilla de las Farc ejerció fuerte presión a la que respondía el Ejército con sus operaciones.

Yeimi tiene tres hermanas y un hermanito, con quien un día jugaba a orillas del río Fragua, cuando tenía tan solo 7 años de edad. Sin saberlo activó una mina antipersonal que le cambiaría su vida de repente y de la peor manera. Las duras heridas físicas atendidas tan rápido como fue posible, pero la presión de los grupos armados ilegales precipitó la búsqueda de amparo en Florencia, donde familiares y amigos les colaboraron en medio de duras estrecheces económicas.

En la capital caqueteña, en busca del sustento diario, su padre tuvo que ocuparse en cualquier tarea que lo aceptaran, nada que ver con la ganadería y los cultivos que se vio obligado a abandonar. Pero todos unidos aportaron su cuota de sacrificio para luchar por sus ideales. Aunque cinco años más tarde vendría una nueva etapa crítica por la separación de sus padres, de modo que a los 12 años su grado de madurez era digno de admiración. Eso contribuyó a la recomposición familiar y la continuidad de sus estudios, demostrando una y otra vez su capacidad de liderazgo.

“Me defino como una mujer muy fuerte mentalmente, muy responsable y sobre todo respetuosa”, manifiesta mientras cuida cada detalle de sus deberes como secretaria en la Asociación de Sobrevivientes de Minas Antipersonal, Munición sin Explosionar y Trampa Explosiva del Caquetá Unidos por la Vida. Ahí comparte responsabilidades con el presidente Norbey Chavarro, el tesorero y la señora encargada de la tienda, donde muchos asociados adquieren productos básicos a bajo costo.

La asociación tiene su sede en el barrio 7 de Agosto donde realizan actividades de acompañamiento psicosocial a las víctimas, les ayudan en su rehabilitación y, entre otras, dan capacitación a los campesinos, a quienes incluso visitan en sus veredas para que no caigan en las minas. Parte de esa labor incluye la presentación de estrategias con diversas entidades, para preparar a las víctimas de minas en temas agrícolas y de emprendimiento.

Yeimi agradece a la Unidad para las Víctimas por el apoyo prestado, en especial el acompañamiento psicológico que le ha permitido reconocerse como una mujer hermosa, única, valiente y siempre orientada a construir. La forma como afronta el día a día es un verdadero ejemplo, en especial para aquellos que desfallecen ante cualquier eventualidad.

“Mi vida actualmente es trabajar, seguir consiguiendo mis cosas y tratar lo más antes posible de entrar a la universidad y seguir estudiando”, expresa agradecida porque cuenta con el acceso a formación superior gratuita a través de la Unidad. Entre tanto, sigue concentrada en aportar a la causa de personas que, como ella, hacen del desplazamiento una razón más para propender por un buen presente y un mejor futuro. “Por el momento, ayudo a actualizar el listado de personas que viven en diferentes municipios, sea para ayudas o para que participen de actividades”, agrega.

Su visión de largo plazo la anima a pensar que en 10 años será una calificada profesional, reconocida en administración de la salud, tener su familia, un hogar donde quiere cuidar de sus padres y compartir momentos inolvidables con todos sus familiares. Con ese propósito tiene ya su propio lote, de modo que tener vivienda puede estar más cerca de lo que piensa.

Son los sueños y las realizaciones de esta joven, que evoca con dulzura destellos de una época feliz, con todo y muñecas, degustando en casa las arepas con queso y la aguapanela de su madre mientras que en la escuela se dejaba seducir leyendo las fábulas de Rafael Pombo y toda suerte de historietas. Una mujer digna de imitar, que ha pasado la página perdonando a sus victimarios, a quienes prefiere dejar en el olvido.

(FIN/NIL/COG)