Escudo de Colombia y texto de la Unidad para las Víctimas
Historias de vida

Nidian Estrada Vides

“Queremos que La Mulata alce el vuelo”, Nidian una mujer víctima que transforma vidas.

“Antes del conflicto armado era lo más hermoso, era felicidad. Vivía con mi papá, mi mamá y mis nueve hermanos. No nos hacía falta nada”, inicia su relato Nidian Estrada Vides, una víctima del conflicto armado oriunda de El Roble, municipio de Sucre, ubicado en la región Caribe.

A sus 14 años llegó a la ciudad de Cartagena, desplazada por la violencia. Las Farc le arrebató la vida a su padre, y cuando cumplió 17 años, lejos de su tierra, se enteró que las Autodefensas habían desaparecido a su hermano mayor.

Atrás quedó la tranquilidad del campo. Este ya no era un sitio seguro para la familia. La ciudad era su único refugio.

En la ciudad, lejos de su lugar de origen y con la ayuda de familiares, reiniciaron sus vidas. Nidian continuó sus estudios y a la edad de 17 años empezó a trabajar como impulsadora en almacenes de la ciudad. “El trabajo fue difícil y muy duro. Uno acostumbrado a trabajar en el campo. Si se almorzaba no se cenaba, nos tocó pagar arriendo, vivir ‘arrejuntaos’. No lo teníamos todo pero no nos hacía falta nada”.

A los 18 años empezó a trabajar en una empresa en la zona industrial de Mamonal. “Estuve 10 años en esa empresa, me retiré y quedé cuatro años sin empleo. Me salió una oportunidad en una empresa de dulces típicos, trabajaba una semana sí y otra no. No había estabilidad y eso no ayudaba mucho a la economía de la casa”.

Allí conoció a los socios de la Dulcería La Mulata, microempresa que hoy gerencia, creada para impulsar el desarrollo económico de familias desplazadas por la violencia. “Ellos llegaron desde el corregimiento de San Cayetano, tratando de sobrevivir en esta ciudad. Nos quedamos desempleados y decidimos montar nuestra propia empresa. Con la experiencia que teníamos en la elaboración de los dulces, un poco de recursos y las ganas de salir adelante, empezamos el proyecto”.

Endulzando vidas

Dulcería La Mulata, dulcería típica inició un 14 de octubre de 2014. Con la indemnización entregada por la Unidad para la Atención y Reparación a las Victimas, préstamos bancarios y apoyo de las familias, emprendieron su camino como empresarios.

Gracias a la ley 1448 de 2011, más víctimas acceden a los beneficios que otorga el Estado. Las indemnizaciones administrativas han permitido a familias salir adelante y mejorar sus ingresos.

Estos recursos son invertidos en proyectos productivos, compra de vivienda y creación de microempresas, entre otros, de acuerdo con la necesidad de cada persona o familia beneficiadas.

“No teníamos ni para un caldero. Con los recursos que conseguimos y la indemnización, empezamos a elaborar bolitas de ajonjolí, alegrías, conserva de plátano, cocadas y bolitas de tamarindo. Íbamos de tienda en tienda ofreciendo los productos”, relató Nidian.

Gracias a la política de atención a las víctimas, la oferta institucional está a su disposición. Vivienda, educación, créditos bancarios, empleo, hacen parte del paquete de ofertas

“El siguiente paso fue empezar el proceso de capacitación con el SENA y certificarnos. Esto nos ha permitido entregar un mejor producto a nuestro clientes”

Este año La Mulata cumple 4 años, ya se encuentra certificados por INVIMA

“Al principio nos asustamos con la visita de INVIMA pero gracias a esa certificación hoy podemos distribuir nuestros productos en otros mercados. Empezamos en tiendas y ahora estamos en el sector hotelero de la ciudad”.

Otro de sus objetivos era distribuir sus productos a los turistas que llegan a diario a la Heroica a través del Aeropuerto Rafael Núñez. “Alzamos vuelo”, cuenta Nidian con una sonrisa.

“La Certificación nos abrió muchas puertas. A los visitantes extranjeros les encantan nuestros productos típicos y vimos en el Aeropuerto una de nuestras mejores opciones para dar a conocer lo que hacemos con mucho amor y esfuerzo. Con este paso de gigante nos damos cuenta que todo lo que pasamos, valió la pena y vamos para adelante”.

Nidian, como sus socios, son un ejemplo para todos los que llegan a la ciudad, buscando mejores oportunidades. La violencia no los destruyó. Para ellos, los hechos que recuerdan con dolor, sirvieron para coger fuerzas, sanar heridas y ayudar a más víctimas del conflicto.

En la actualidad la microempresa cuenta con seis empleados que elaboran, por mes, un promedio de 1.000 cajas surtidas con productos típicos.

Mercado de grandes ligas

Entre sus clientes mayoritarios se encuentran tiendas especializadas, hoteles de las ciudades de Cartagena, Barranquilla y Santa Marta, el Aeropuerto de Cartagena de Indias. A menor escala distribuye sus productos en el portal de Los Dulces, lugar emblemático de la ciudad heroica.

Amplió también su oferta. El portafolio de La Mulata, dulcería típica incluye bolas de tamarindo, bolitas de ajonjolí, alegría, conserva de plátano, cocadas tradicionales y con pulpa de guayaba y piña. “Hemos innovado en la forma de la cocada y ya ofrecemos una de mayor tamaño como la hacen las palenqueras tradicionales en la región, a petición de nuestra clientela”, manifiesta.

Las redes sociales han sido su gran aliado. La tecnología ha permitido cruzar fronteras. En su página de Instagram @lamulata.dulceriatipica y en Facebook: la mulata dulcería típica, clientes nacionales e internacionales conocen de los dulces típicos de la región. También cuentan con servicio a domicilio. Esto ha permitido aumentar sus ingresos.

“Queremos alzar el vuelo. A futuro nos vemos como grandes empresarios. Esto apenas comienza y estamos dispuestos a seguir con este sueño que una vez comenzamos solo tres y que hoy genera empleo a los más necesitados”.

La Mulata, dulcería típica se encuentra ubicada en el barrio San José de los Campanos al sur de la ciudad. Un lugar humilde que acogió a este grupo de guerreros para emprender el camino hacia el éxito. Un camino que llegó a causa del conflicto armado, que los unió como hermanos y que les permitió llevar la bandera del liderazgo y el emprendimiento.

Hoy son capaces como Nidian de contar su historia, teniendo vivo el recuerdo de los que se fueron a causa de la guerra. Una guerra que no pidieron, que no buscaron y que dejó secuelas en su cuerpo y en su alma.

Ya son otros tiempos, la Paz está llegando a los territorios. Las garantías de no repetición se cumplen y con ello la esperanza renace.

A pesar de vivir en la ciudad añoran a su pueblo y regresan a él, para llenarse del aire puro del campo.

“Extraño mucho mi pueblo. Parte de mi niñez quedó allá. De pronto mi vida, y las de todos los que estamos aquí, hubiera sido diferente si la violencia no hubiera llegado, pero vamos para adelante, siempre con fe y esperanza.”

Nidian hace parte de las más de 6 mil víctimas sujetas de atención en el departamento de Bolívar, una región donde operaron siete grupos ilegales dentro de los que se encontraban la guerrilla de las FARC y las Autodefensas Unidas de Colombia.

Muchas cosas faltan por hacer, proyectos que emprender, lugares que conocer, sueños que cumplir.

Con esta empresa han sacado adelante a sus familias. Las nuevas generaciones se alimentan de la memoria de los mayores, personas que conocieron de cerca el conflicto y que luchan por construir un mejor país para sus hijos.

La paz duradera anhelada está llegando y se está edificando en bases fuertes conformadas por las más de 8 mil víctimas que hoy atiende el Estado.

Muchas voluntades unidas logran sacar adelante a un país lleno de gente alegre que, a pesar de la adversidad, logra salir adelante.

El futuro pintado por las víctimas es casi mágico. La violencia no les arrebató las ganar de soñar con grandes cosas. Son capaces de sanarse y ayudar a sanar las heridas de otras personas. A través de su empuje transforman vidas y aportan al desarrollo que una población.

Cuando le preguntamos a Nidian cómo se veía en el futuro solo manifestó: “Quiero volar alto, alzar el vuelo, agrandar esta microempresa y cumplir con nuestro objetivo, ayudar a más víctimas como nosotros a salir adelante”.

Escrita por: Patricia del Carmen Díaz