Escudo de Colombia y texto de la Unidad para las Víctimas
Historias de vida

Jazmani Arboleda Preciado

Un viaje con regreso a Río Tablón Dulce

Por: Yuli Urquina Macías

Con la promesa de regresar, Jazmani Arboleda Preciado emprendió su viaje a tierras tolimenses manteniendo firme la esperanza de aprender algo productivo que beneficiara a su comunidad.

Inspirado en la cotidianidad de su familia afro conocida como Río Tablón Dulce en el Pacífico sur colombiano, este joven miembro de la comunidad LGBTI quien desde los siete años se siente líder de su pueblo, entregó al destino sus expectativas y fue así como regresó a su terruño, buscando contar y enseñar eso que aprendió lejos de casa.

No había cumplido 18 años cuando se embarcó en una travesía que lo llevaría 80 kilómetros fluviales, hora y media en canoa, hasta Tumaco, en Nariño, y luego hasta la tierra del sanjuanero, buscando superar unos exámenes que le permitieran acceder a una beca para estudios técnicos en agroecología.

“Desde niño quería estudiar administración de empresas, ya había terminado la primaria, no la tenía fácil para estudiar y, de repente, llegó esa propuesta. Yo tenía varias dificultades, no tenía el bachiller, no tenía 18 años, me enfermé, así que, como fuera, tenía que quedarme allá estudiando agroecología. Ha sido una bendición porque gracias a ello pude ayudar a muchas personas y ser docente. Ahora lo disfruto”, comenta este joven emprendedor.

Tablón Dulce es un Consejo Comunitario fundado por Juan Ramón Preciado hace más de 100 años. Es un territorio de paz rodeado de quebradas, tranquilo, organizado y queda a 50 minutos en lancha rápida desde Tumaco; “somos 350 familias en campo poblado y en territorio tenemos algo más de 2.100 hectáreas con cultivos e infraestructura, somos muy bendecidos pues se nos da de todo: plátano, cacao, coco, frutales, cítricos, maderables”, cuenta Jazmani.

Identidad propia

En 1993 una ley que pretendió reconocer la propiedad colectiva para comunidades negras les otorgó la figura de consejos comunitarios y, de esta manera, poder delimitar y administrar un área específica para la preservación de su identidad cultural y natural, tener reconocimiento legal y poder resolver conflictos internos.

“A los 12 años empecé a ejercer el proceso de liderazgo con el grupo juvenil, cuando llegaban las brigadas de salud; sin el permiso de mi mamá, incluso, participaba de la limpieza del pueblo, de las quebradas y siempre estuve pendiente de apoyar las actividades del colegio. Este respaldo a la comunidad me dio la oportunidad de ser el líder y representante legal del consejo comunitario”.

Jazmani, hoy con 36 años y consciente de su rol en la comunidad, ha tenido clara la necesidad de difundir y preservar la cultura africana que los representa, sus creencias, las fechas especiales, los bailes y comidas típicas, el tapao, el chigualo, la última noche, el velorio, las fiestas patronales, la tradición de las parteras, los curanderos, las plantas medicinales y mil tradiciones más. Ha comprobado con el pasar del tiempo que el hecho de pertenecer al colectivo LGBTI no le ha limitado a ejercer el liderazgo, pues sus orientaciones sexuales e identidades de género diversas no impiden demostrar todas sus capacidades e inteligencia, puesto que pueden asumir retos con responsabilidad, sin prejuicios y con mucha valentía.

Otras influencias

El conocimiento, la madurez y el apego a su tierra natal le permitió asimilar una realidad que ocurría y se hacía más latente, algo pasaba con las semillas y la tierra, el chontaduro ya no crecía espontáneamente y la cancha en el centro del poblado no representaba la misma alegría de aquellas tardes de lluvia y fútbol de la infancia. Río Tablón Dulce empezó a tener a grupos al margen de la ley y a las Fuerzas Armadas como vecinos.

Pese a la riqueza ancestral, social y ambiental, este territorio étnico fue incluido en 2014 en el Registro Único de Predios y territorios abandonados a causa del conflicto armado interno por el Ministerio del Interior debido al desplazamiento forzado, la siembra de cultivos de uso ilícito por parte de terceros, delitos contra derechos territoriales colectivos y, por si fuera poco, las fumigaciones de esos mismos cultivos.

“Río Tablón Dulce presenta necesidades organizativas de educación, formación y de apoyo productivo. Hemos tenido muchas afectaciones por el glifosato. Hago parte de un territorio vulnerado por grupos que ejercen el control, somos vulnerables a las situaciones que estamos viviendo, de ahí el sueño de poderlos sacar adelante, ayudar a mi comunidad y poder hacer cosas en beneficio de ellos”, dice este joven soñador.

En palabras de Jazmani, un verdadero líder se reconoce por un campo de acción que no tiene límites, cuya motivación son las personas con sueños. Los consejos de su mamá, el servicio social a través de misiones que emprendió por ensenadas y caminos turbulentos de la mano de la iglesia y una experiencia desarrollada con un programa internacional denominado Aldeas Infantiles, lo han motivado a seguir luchando sin temor, consciente de que lo más importante son los efectos que representan sus acciones para la comunidad.

“Yo pienso que un líder no debe tener miedo, debe ser una persona capaz, con intereses, sueños, deseos; debe ser una persona comprometida y saber que el liderazgo está en la posición de ayudar a otros. El miedo no sirve, no te deja avanzar ni apoyar a las comunidades. Es difícil por la intimidación, pero lo que te fortalece es que estás luchando por una comunidad que te necesita”.

Servir a una comunidad, un acto de desobediencia

Desde las aulas de clase y su recorrido por la comunidad, el discurso de Jazmani habla de derrotar los patrones culturales de machismo, de hacer caso omiso a las cosas que dañan y fortalecerse a sí mismo: “no hay que bajar la mirada, es una de mis debilidades o fortalezas; a veces creemos que por ser de la comunidad LGBTI no valemos. Eso pone barreras, tenemos que ser personas libres y que vean lo que somos y lo que representamos para la comunidad. Soy autónomo, tomo las decisiones sin imponerlas a nadie. El respeto se gana, es una lucha bastante dura.”

El regreso de Jazmani y otras muchas personas a arraigar en su tierra conocimientos adquiridos afuera, ha tenido sus efectos positivos. Existe un colectivo de comunicaciones encargado de documentar los procesos que se viven adentro, los proyectos productivos, las actividades cotidianas, la siembra de huertas caseras; los resultados se ven en los actos culturales que permanecen, en el proceso organizativo con las comunidades y en el avance de los jóvenes o niños que han podido estudiar.

Un nuevo camino

En 2016, este consejo comunitario inició su proceso de reparación colectiva con la Unidad para las Víctimas debido a las afectaciones al territorio, a la cultura, al medio ambiente, a las formas de gobierno en el marco del conflicto; han transcurrido tres jornadas desde ese punto de partida que pretende empoderar a las instituciones del Estado para conocer a la comunidad, brindar herramientas y soluciones.

“Hace falta más socialización, empoderamiento, más amor propio; en el marco de los Derechos Humanos somos todos personas, debemos respetarnos para tener una sociedad justa y transparente, sigamos el ejemplo de Jesucristo de que nos amemos unos a otros; un trato cordial no nos hace menos que nadie. Los violentos tomaron caminos equivocados, pero nunca es tarde para el arrepentimiento, son personas que pueden ayudar a este país, a este territorio y ser libres”.

Precisamente, esto nos recuerda un fragmento de la colección “Basta ya”, del Centro Nacional de Memoria Histórica, que en uno de sus ejemplares bibliográficos revela que “la capacidad renaciente de la población afrodescendiente desde la esclavitud posibilita en ellos una gran capacidad de agencia. Desde la recreación de las memorias de su acervo cultural, construyen lo que llamamos la reterritorialización de la vida, a través de la realización de prácticas para recuperar el sentido colectivo, con los semejantes, los ausentes, los santos y los muertos… Prácticas para la reparación del sufrimiento y de resistencia a través de actos de desobediencia y rechazo frente a la imposición del orden armado”.

No queda duda de que la estrategia de regresar ha sido un sueño en sociedad, para que la semilla germinada en Río Tablón Dulce siga floreciendo en sus propios huertos.

 

(Fin/YUM/CMC/PVR/COG)