Escudo de Colombia y texto de la Unidad para las Víctimas
Historias de vida

Andrés Julio Herazo – “El Calvo”

La última corrida

Era comúnmente conocido como “El Calvo”, un apodo cariñoso puesto por sus vecinos que, aunque no correspondía con la realidad, sí lo diferenciaba para el público que lo aclamaba y aplaudía en las fiestas de corraleja de San Onofre, Tolú y sus alrededores. Fueron muchas tardes de alegría en las fiestas populares de estos pueblos, donde el toro hace de las suyas con los espontáneos que se lanzan al ruedo.

Pero el 16 de marzo del 2022 no hubo toros en la plaza de San Onofre, hubo una papayera en honor a “El Calvo” o mejor, a Andrés Julio Herazo, quien nació en el municipio y se aficionó a los toros desde muy niño.

Sus lesiones en las corralejas fueron en su mayoría superficiales, pero ninguna tan grave como para tenerlo al borde de la muerte. Andrés sabía que esta pasión podría costarle la vida, pero se esforzó para que no se convirtiera en una herida profunda en sus allegados o familiares. Lamentablemente, terminó siendo embestido por el conflicto. Su suerte quedó en manos de hombres del grupo paramilitar “Bloque Héroes de los Montes de María”, que infundía terror en la zona. Se lo llevaron a la fuerza el 19 de marzo de 2003 de la plaza de la corraleja del corregimiento de Berrugas.

Desde entonces, no se volvieron a tener noticias suyas, sino que a su familia le llegó la desesperanza, las falsas hipótesis y la impunidad. Se iniciaron múltiples búsquedas e investigaciones independientes, y sin perder fe en las investigaciones oficiales, se intentó conseguir la ayuda de defensores de la comunidad.

La respuesta se vino a conocer muchos años después, cuando la Sección de Ausencia de Reconocimiento de la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP) expidió las medidas cautelares para investigar cuatro puntos clave para el hallazgo en San Onofre: los cementerios Municipal y Rincón del Mar, las fincas El Palmar y La Alemania, en donde se sospechaba que podría haber cuerpos de víctimas de desaparición forzada.

Para ello fue sustancial el proceso que la Unidad de Búsqueda de Personas dadas por Desaparecidas (UBPD) hizo en el municipio, empezando por la toma de muestras a familiares de víctimas de desaparición forzada y la reconstrucción de la información. “Las muestras biológicas tomadas a sus familiares y que fueron incluidas en el Banco de Perfiles Genéticos facilitaron los cotejos que confirmaron su identidad”, informó la UBPD.

Regreso al ruedo

Luego de confirmarse la identidad y de las gestiones correspondientes para la entrega digna de cadáveres, Andrés Julio Herazo fue despedido en la plaza de Toros de San Onofre sin la bulla de la corraleja, sin la venta de los algodones de dulce, las melcochas o el agitar del techo de zinc, pero con todo el amor y respeto de su pueblo. Ese día retumbó “La espuela del bagre”, pieza original de la banda 19 de Marzo de Laguneta, un puya símbolo y orgullo del folclore caribe colombiano y tradicional en los pueblos de Córdoba, Sucre y Bolívar.

“Andrés vive en los recuerdos de su familia como un hombre cariñoso, bromista y bailarín, todos lo recuerdan como un hombre que no se metía con nadie”, destacó la JEP en la ceremonia.

Lerdys Mármol, su última compañera y la madre de dos de sus hijos, Luis Miguel y Andrés Miguel, recordó con nostalgia que ella lo acompañaba con frecuencia a armar las banderillas, pero el último día no lo acompañó porque estaba con los malestares de la gestación: tenía dos meses de embarazo.

Sus hermanas fueron sus confidentes; sus hermanos, sus entrenadores; sus sobrinos, su compañía; y sus hijos, su amor más allá de sí mismo. Las lágrimas de Miriam, su hermana, reflejan el recuerdo vivido: una memoria zambullida en la evocación de su niñez y un gran dolor que no guarda resentimientos: “De mi hermanito no se sabía dónde lo habían sembrado y quién se lo había llevado, pero ahora, con esta entrega, su cuerpo y su memoria se siembran en compañía de sus vecinos y seres queridos”.

Su primera esposa y la madre de sus primeros 4 hijos, Sonia Berrío, también lo recordó: “Fue un buen hombre, nunca me faltó nada, tenía mercado en casa y fue buen padre”. Ella solía acompañarlo en las corralejas de Pita y San Onofre.

Para tener fuerza en sus brazos, “El Calvo” también se aficionó por el boxeo, deporte que inculcó en sus hijos Andrés Alfonso y Ángel. Este último es boxeador profesional. “Mi padre me pidió echar para adelante y perdurar. No tuve la oportunidad de verlo mantear porque no nos dejó entrar nunca a la corraleja porque decía que era peligroso, pero le heredé lo fuerte en el boxeo”, comenta.

Su otro hijo, Andrés Alfonso, dice que vivió los mejores momentos con él: “Nos daba la manta y entrenábamos en una cabaña en Tolú. Mi padre nos alegraba con sus mantazos, mientras nosotros gritábamos en coro el ‘¡ole!’, pero no nos llevó a una corraleja nunca. No quiso”.

Con el cuerpo identificado de “El calvo” Andrés, el 16 de marzo se cumplió la novena entrega digna por desaparición forzada en Sucre, ceremonia realizada en conjunto por la JEP, la Fiscalía General de la Nación, la Unidad de Búsqueda y la Unidad para las Víctimas, siendo esta última la entidad que acompañó el protocolo y dio apoyo a su familia con garantías de participación, orientación jurídico-administrativa y acompañamiento psicosocial.

(Fin/SED/COG/RAM)