Escudo de Colombia y texto de la Unidad para las Víctimas

La Unidad acompañó entrega digna de 3 víctimas de paramilitares en Caquetá

Hace más de dos décadas, grupos paramilitares con centro de operaciones en zona rural de Belén de los Andaquíes (Caquetá) sembraron terror: retuvieron, torturaron, asesinaron e incluso desmembraron a numerosas personas en esa zona.

Entre sus víctimas estaban Benito Ortega Imbachí, Orlando Castro Losada y Ulises Fierro Lavao, cuyos familiares acaban de recibir sus restos.

El acto de entrega digna se cumplió en la parroquia Sagrado Corazón de Belén de los Andaquíes y estuvo coordinado por la Fiscalía General de la Nación y la Unidad para las víctimas. 

“Nos sentimos contentos, pero, con un dolor en el alma. Nadie quiere que un ser humano, y menos a un familiar, le pase algo semejante”, dijo uno de los tíos de Benito, quien acudió al cementerio de Belén, agradecido por el apoyo en este proceso que pone fin a muchos años de incertidumbre. 

El infortunio de Benito Ortega sucedió cuando tenía 28: dos sujetos armados que se lo llevaron con rumbo desconocido. Trabajaba con su padre en la vereda Buenos Aires y el día de los hechos se tomaba una cerveza en la gallera del municipio, recién entrada la noche.

Su madre fue al campamento de los paramilitares, pero no le dieron razón. En diciembre de 2021, en versión libre, los presuntos responsables por la línea de mando confesaron su responsabilidad en los hechos, lo que facilitaría luego la exhumación del cadáver, lo mismo que su identificación. 

Algo similar sucedió con Orlando Castro Losada, nacido en Suaza (Huila). Su esposa Lucila Ruiz Cuéllar narró que una tarde a su casa de la vereda Masaya llegaron siete paramilitares con armas de corto y largo alcance preguntando por él, que se bañaba en ese momento en la quebrada. Uno de ellos disparó, lo que hizo regresar a Orlando, a quien amarraron de pies y manos y se lo llevaron en ropa interior.  

 En 2002, un exmilitante del Frente Sur Andaquíes se acercó al CTI seccional Florencia para dar las pistas que conducirían al hallazgo y la inhumación de su cadáver; esta vez, en Villavicencio, Meta. “Gente mala se lo llevó y ahora nos entregan los huesitos y lo entierran aquí; ya tenemos dónde venirlo a visitar, a orarle”, manifestó su sobrina Soledad Betancur Castro.   

Idéntica suerte tuvo Ulises Fierro Lavao, cuando tenía 33 años. En horas de la mañana del 17 de abril del año 2000, hombres de las autodefensas vestidos de civil llegaron a su vivienda en la vereda la Chocha, en Belén. Preguntaron por él y cuando salió lo golpearon con arma corta en la cabeza, lo obligaron a subir en un taxi y se marcharon; nunca se volvió a saber de su paradero hasta que las autoridades lo identificaron tras la inhumación en Villavicencio.   

Para apoyar a las familias en casos como estos, la Unidad para las Víctimas cuenta con un equipo encargado de atender la parte psicosocial de cada persona, además de la logística para garantizar la participación de las familias de manera digna. Esto incluye alimentación, transporte, hospedaje e incluso auxilio funerario.