La Unidad para las Víctimas lideró el Encuentro Nacional de Mujeres Víctimas del Conflicto Armado, un espacio de reflexión, construcción colectiva y proyección de acciones en torno a los derechos, la participación y la incidencia de las mujeres en los procesos de reparación y paz con enfoque territorial.
El encuentro reunió a representantes de los 32 departamentos y de Bogotá, quienes durante dos días compartieron experiencias, propuestas y desafíos en la garantía de derechos de las mujeres que han sufrido hechos victimizantes. La jornada fue promovida por la Dirección de Gestión Interinstitucional (DGI) de la Unidad para las Víctimas, con el acompañamiento de entidades del Sistema Nacional de Atención y Reparación Integral a las Víctimas (SNARIV).
El espacio permitió debates sobre temas como el acceso a la justicia, la vivienda digna, la autonomía económica, la tierra y el sistema nacional del cuidado. También se compartieron experiencias de los territorios en materia de liderazgo femenino, defensa del territorio y fortalecimiento organizativo, destacando el papel de las mujeres rurales, afrodescendientes, indígenas y diversas en la construcción de paz.
Durante el encuentro, la Unidad para las Víctimas y las lideresas asistentes suscribieron un pacto de incidencia de cara a 2026, un compromiso que traza una hoja de ruta común para impulsar la participación efectiva de las mujeres en las decisiones del Estado y en la formulación de políticas públicas con enfoque de género y territorial.

El Pacto se centra en cuatro ejes fundamentales: crear un SNARIV de mujeres que articule las acciones estatales en favor de sus derechos; el fortalecimiento de las políticas de cuidado y reconocimiento del trabajo no remunerado; el acceso real y equitativo a la tierra y la vivienda para mujeres rurales, y la promoción de la participación política y comunitaria de las mujeres víctimas del conflicto armado.
Para Silvia Arévalo Prado, directora de Gestión Interinstitucional, este encuentro marcó un nuevo ciclo de diálogo con las mujeres víctimas. “Organizamos un espacio con conferencias y paneles para que las lideresas y delegadas departamentales dialogaran con la Unidad y con las distintas entidades, para construir una hoja de ruta para 2026”, aseguró.
Arévalo también enfatizó en la importancia de la escucha y de garantizar que las demandas se transformen en acciones concretas. También resaltó estos espacios de participación y representación de las mujeres de todo el país, con el objetivo de “escucharlas y que desde todas las entidades podamos tener una hoja de ruta clara para protegerlas y que no sigan sufriendo, no solo el flagelo del conflicto armado, sino los demás tipos de violencia. Por eso es importante escucharlas exclusivamente y abrir un espacio para atender esas necesidades”.
Telemina Barros Cuadrado, representante del enfoque diferencial mujer en la Mesa Nacional de Víctimas, destacó la importancia del reencuentro: “Es muy motivante estar en este encuentro, que desde hace dos años no se realizaba. Encontrarnos nuevamente nos ayuda a seguir construyendo ese tejido social que se ha roto por culpa del conflicto armado. Aparte de eso, también es seguir revisando y analizando el contexto territorial de lo que hoy en día estamos viviendo en el marco del postconflicto”.
Las mujeres asistentes coincidieron en la necesidad de fortalecer el enfoque de género dentro de las políticas del SNARIV y de articular de manera más efectiva los procesos de participación, acompañamiento psicosocial, acceso a tierras y garantía de derechos económicos. Asimismo, resaltaron la importancia de las Mesas de Víctimas como espacios decisorios en la construcción de la paz.

En el cierre del encuentro, Barros envió un mensaje de esperanza a todas las mujeres víctimas: “No nos cansemos, sigamos construyendo paz, sigamos reconstruyendo ese tejido social, pero también buscando esa verdad y esa justicia en el marco de todos los procesos judiciales que hoy se llevan en los territorios”.
Con este encuentro, la Unidad para las Víctimas reafirmó su compromiso con la garantía de los derechos de las mujeres y con la promoción de espacios de participación y escucha activa que permitan construir, desde sus voces, una política de reparación integral más incluyente, justa y transformadora.




