Escudo de Colombia y texto de la Unidad para las Víctimas

8 años con las víctimas

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1. La aprobación de la Ley de Víctimas

 

Desde su posesión, el presidente Juan Manuel Santos manifestó su disposición a trabajar por las víctimas del conflicto. Ellas venían de sufrir una decepción menos de un año antes. Después de muchas discusiones, el Congreso hundió un proyecto de ley que reconocía su condición de víctimas y el derecho que tenían a ser reparadas. El Gobierno de entonces argumentó que el Estado no contaba con recursos suficientes para indemnizar a todas las víctimas. Ya en el Gobierno Santos, el Congreso avanzó aceleradamente en la aprobación de la Ley de Víctimas. Antes de que se cumpliera el primer año del Gobierno Santos, y con el apoyo de todas las bancadas que hacían parte de la Unidad Nacional, se aprobó la Ley de Víctimas, que reconocía el derecho de los sobrevivientes del conflicto a ser reparados de manera integral, es decir, no solo con una suma de dinero, sino con programas que les ayudaran a recuperarse en lo emocional, social y familiar. La Ley fue sancionada en presencia del entonces Secretario General de la ONU, Ban Ki Moon.

2. La concertación de la Ley de Víctimas con los grupos étnicos

Después de la expedición de la Ley de Víctimas, el Gobierno consultó con las autoridades y organizaciones de los pueblos indígenas, las comunidades negras, afrocolombianas, raizales y palenqueras y el pueblo rom la política de atención y reparación, para que atendiera a las características propias de estos grupos étnicos. De este proceso, surgieron los Decretos-Ley 4633 (para pueblos indígenas), 4634 (para el pueblo rom) y 4635 (para comunidades negras, afrocolombianas, raizales y palenqueras, con base en los cuales se avanza hoy en día en la atención y reparación de estas comunidades.

3. La instalación de la primera Mesa Nacional de Participación de Víctimas

El 3 de octubre de 2013 fue elegida la primera Mesa Nacional de Participación de Víctimas, un espacio creado por la Ley de Víctimas que ha contribuido al empoderamiento de las víctimas y a que puedan hacer incidencia en la política pública de atención y reparación. Hasta el momento, los miembros de la Mesa han sido elegidos en tres ocasiones: 2013, 2015 y 2017. En 2013, participaron en la elección 270 delegados provenientes de 911 mesas de víctimas municipales y 32 departamentales. En la última elección, celebrada en noviembre de 2017 participaron 370 delegados procedentes de 1.021 mesas municipales, 32 departamentales y una por el Distrito Capital.

Odórico Guerra es el actual coordinador de la Mesa Nacional de Víctimas. Ha ocupado el cargo en dos periodos consecutivos, desde 2015 hasta ahora. Este es su balance:

“Las Mesas de Participación, en sus diferentes ámbitos, municipal, distrital, departamental y nacional, han permitido que las víctimas participemos efectivamente en aquellas acciones que nos van a afectar negativa o positivamente. Independientemente de algunas falencias, las víctimas se han empoderado mucho y participamos activamente en todo lo que tiene que ver con mejorar nuestras condiciones de vida. Como ser humano, ha sido una de las mayores experiencias que Dios y la vida me han regalado, porque me permitió crecer como persona, crecer como líder, estar en espacios que jamás en mi vida me imaginé estar, gracias a la participación, ayudar a muchísima gente”.

4. Acción coordinada de Nación, departamentos y municipios

San Carlos (Antioquia) es uno de los municipios líderes en el país en materia de reparación integral. Todo comenzó por el retorno de las comunidades, que decidieron recuperar sus tierras hace ya varios años, aun cuando las condiciones de seguridad no eran óptimas. Ya asentados en su territorio, la comunidad, a través de su alcaldía municipal impulsó una labor coordinada con la Nación y el departamento, para garantizarle a la población condiciones que permitieran hacer sostenible ese retorno. Esa coordinación ha llevado a la construcción concertada de un Plan Integral de Reparación, que le ha permitido a San Carlos ser líder en erradicación de minas antipersona, en la entrega de indemnizaciones administrativas a víctimas, en recuperación de la memoria y en la reconstrucción de escuelas veredales, puentes, vías, casetas comunales y centros de salud. El 8 de octubre de 2013, el Presidente Santos visitó esta población, para presentarles la ruta de atención para los desplazados de la población. Miles de sancarlitanos asistieron a la cita.

Pastora Mira perdió a dos hijos, a su padre y a su esposo, a causa del conflicto. Tuvo que desplazarse, pero regresó a trabajar por las víctimas del municipio. Ha sido concejal y el año pasado fue una de las víctimas que relató su historia al Papa. Esto es lo que dice sobre su pueblo:

“San Carlos ha avanzado notablemente. Digamos que hemos avanzado más de un 70 por ciento. En los temas de desminado, infraestructura, seguridad, hemos avanzado notablemente. Pero faltan temas para consolidar. Sobre todo, hay un elemento en el que estamos cortos: la búsqueda de los desaparecidos. Tenemos toda la fe de trabajar con las nuevas instituciones para bajar esa deshonrosa cifra de más de 200 desaparecidos a un mínimo que ojalá sea cero. Tenemos las botas puestas, la pala en la mano, toda la energía y toda la disposición, para ayudar a encontrar a los desaparecidos no solo de nuestro territorio sino de todo el país”.

5. La participación de las víctimas en la negociación del acuerdo de paz

El 15 de agosto de 2014 viajó a La Habana el primer grupo de 12 víctimas que se reunió con los miembros de los equipos negociadores del Gobierno y las Farc. En los meses siguientes, viajaron a La Habana un total de 60 víctimas, de diferentes orígenes que relataron a la Mesa de Negociación el dolor que les provocó el conflicto. Su petición fue siempre que las partes no se levantaran de la mesa hasta alcanzar un acuerdo, lo que en efecto ocurrió. Negociadores del Gobierno y las Farc reconocieron posteriormente que estos testimonios habían sido fundamentales para comprometerlos con el proceso.

6. Empoderamiento de las mujeres a través de la reparación

El 6 de febrero de 2015, dos premios Nobel de Paz, la iraní Shirin Ebadi y la estadounidense Jody Williams, visitaron la llamada Ciudad de las Mujeres, en Turbaco (Bolívar), un lugar construido por mujeres desplazadas víctimas de violencia sexual. Hasta allí llegaron 100 invitadas nacionales e internacionales, convocadas por la periodista Jineth Bedoya, también víctima del conflicto. El encuentro, al que asistió el Presidente Juan Manuel Santos, fue una oportunidad para escuchar sus historias y renovar el compromiso del Gobierno con la reparación de las mujeres víctimas, en lo económico, lo social y lo emocional. Toda la implementación de La Ley de Víctimas se ha hecho con base en el enfoque diferencial, es decir, teniendo en cuenta que, por su condición las mujeres sufrieron con más rigor los efectos del conflicto y requieren un tratamiento diferencial que permita restablecer sus derechos con equidad. En las negociaciones de paz la voz de las mujeres también estuvo presente, a través de una Subcomisión de Género, que se encargó de hacer propuestas a la mesa de negociación para que el acuerdo tuviera en cuenta también este enfoque diferencial.

Mayerlis Angarita es una de las líderes más destacadas de las mujeres víctimas. La organización que lidera, Narrar para Vivir, ha ganado varios premios internacionales porque a través de relatos les permite a las sobrevivientes del conflicto narrar sus historias y conocer sobre sus derechos. Esto es lo que opina sobre el empoderamiento de la mujer en la reparación:

“Las víctimas no nos podemos seguir considerando como víctimas. Somos sobrevivientes. Por haber sobrevivido me he ganado un derecho de exigir, de construir la paz. La víctima no debe tener que mendigar sus derechos, sino convertirse en sujeto de derecho, exigiéndole a un Estado que permitió que nos vulneraran, que nos violaran, que nos masacraran, que nos torturaran. El movimiento de mujeres ha hecho un gran trabajo, no porque el Gobierno nos lo haya regalado, sino porque nosotras nos hemos empoderado. Lo que nosotras nos hemos ganado no los hemos ganado a pulso y de corazón. Llegar a La Habana, fue un trabajo de las organizaciones de mujeres, crear una subcomisión de género, tener dos plenipotenciarias, lograr 122 disposiciones en las 392 páginas del acuerdo fue un trabajo de las mujeres, de la lucha del movimiento de mujeres, pero sobre todo de las mujeres que llevamos todos los días a los hijos a pie al colegio sin tener a veces para desayunar o para la comida. Esas son las mujeres que estamos construyendo el país”.

7. Actos de reconciliación

El 12 de junio de 2015, una comisión de las Farc llegó a Bojayá (Chocó), para pedirles perdón a las víctimas por la explosión de una pipeta bomba lanzada por ese grupo guerrillero, que dejó 79 personas muertas en la iglesia de la población el 2 de mayo de 2002. Fue uno de los actos más cruentos del conflicto en Colombia. El grupo guerrillero reconoció su responsabilidad en el hecho y, junto a funcionarios del Gobierno y miembros de la comunidad, participó en un acto simbólico para honrar la memoria de las víctimas. Como ocurrió en Bojayá, desmovilizados de la guerrilla y de las autodefensas han participado, desde la expedición de la ley de víctimas, en actos de reconciliación, reconocimiento de responsabilidad y petición de perdón con las víctimas de El Nogal, con los familiares de los diputados del Valle y con las víctimas de masacres ocurridas en diferentes lugares del país, como camino para superar las heridas del conflicto y garantizar la no repetición.

8. Restitución de tierras e impulso a los proyectos productivos

El 11 de mayo de 2017, el Presidente Santos despachó desde el puerto de Santa Marta, 26 toneladas de café orgánico producidos por campesinos de la vereda La Secreta, del municipio de Ciénaga (Magdalena). Este acto, que sería rutinario dentro de un proceso de exportación de mercancías, representaba para esta comunidad, víctima de una masacre paramilitar y el despojo de sus tierras, el esfuerzo de muchos años por transformar el dolor y la pérdida en una nueva oportunidad. El 12 de octubre de 1998, una incursión de un grupo de paramilitares dejó 20 muertos en cuatro veredas de Ciénaga (Magdalena), una de ellas, La Secreta. Más de mil personas tuvieron que desplazarse después de ese ataque. Gracias al proceso de restitución de tierras, las familias afectadas lograron recuperar 500 hectáreas de tierra, se organizaron en una cooperativa y hoy exportan café a Bélgica, Japón y Estados Unidos.

Silver Polo es el líder más destacado de la comunidad de La Secreta y hace parte del comité de impulso del proceso de reparación colectiva. Esto cuenta sobre el proceso que ha adelantado su comunidad:

“Para nosotros ha sido una bendición. Después de creada la Ley 1448 cambió la vida de los habitantes de La Secreta. Desde 2013, que empezó el proceso de reparación colectiva, se fueron notando significativamente los cambios en la comunidad. Lo primero es que se recuperó el tejido social que estaba bastante destruido, gracias a todos los programas adelantados, especialmente `Entrelazando’; y fueron cada día sumándose más personas, porque anteriormente no había líderes dispuestos a apoyar los procesos de la comunidad y hoy lo que sobra son líderes, gracias a Dios y a todo este proceso de reparación colectiva. También, en lo que tiene que ver con la producción, se han desarrollado proyectos que le han cambiado totalmente el rumbo a la economía de la región, en articulación con otras instituciones”.

9. Las víctimas con el Papa

Uno de los momentos centrales de la visita del Papa Francisco a Colombia, en septiembre de 2017, fue su encuentro con las víctimas del conflicto y con antiguos combatientes en Villavicencio. Frente al Cristo destrozado de Bojayá, el Papa escuchó sus testimonios e hizo una oración por la reconciliación del país. El encuentro fue una oportunidad para las víctimas de sanar heridas y comprender que pueden seguir adelante sin olvidar a los seres queridos que perdieron. “No tengan temor a pedir y a ofrecer el perdón. No se resistan a la reconciliación para acercarse, reencontrarse como hermanos y superar las enemistades. Es hora de sanar heridas, de tender puentes, de limar diferencias. Es la hora para desactivar los odios, renunciar a las venganzas y abrirse a la convivencia basada en la justicia, en la verdad y en la creación de una verdadera cultura del encuentro fraterno”, les dijo el Papa a las víctimas.

Luz Dary Landazuri, quien resultó gravemente herida por la explosión de una mina antipersona, fue una de las dos víctimas que se encontró con el Papa. El pontífice se conmovió con su testimonio. Esto recuerda ella del encuentro:

“El encuentro fue algo maravilloso. Estuve muy nerviosa, porque la verdad pensaba que simplemente iba a contar una historia, pero en ningún momento que iba a tener esa experiencia tan maravillosa de tenerlo cerca, de que me agarrara las manos, de que se conmoviera con mis palabras y de escuchar de su voz diciéndome: ‘Mujer, eres valiente, sigue adelante’. Me acuerdo y todavía se me eriza la piel. Quiero hacer muchas cosas por mi comunidad. No tengo los medios, pero con los poquitos que Dios me da yo hago todo lo que puedo por mi comunidad.

10. Reparación colectiva para recuperar la confianza

 

El 23 de marzo de 2018, la comunidad del corregimiento Turbay, en el municipio de Suratá (Santander), con presencia de la Directora de la Unidad para las Víctimas, Yolanda Pinto Afanador, rindió homenaje a sus víctimas y avanzó en la implementación de las medidas que hacen parte de su proceso de reparación colectiva. Esta comunidad, que sufrió los ataques de todos los actores del conflicto, trabaja desde 2013 en un proceso de reparación colectiva, que incluye un total de 36 acciones orientadas a la recuperación emocional de sus niños y jóvenes, a la formación en liderazgo de sus habitantes, al fortalecimiento de la seguridad ciudadana y a la dotación del centro de salud y de las instituciones educativas del corregimiento, entre muchas otras. La mayor parte de ellas ya están implementadas o están en proceso de implementación. Como esta comunidad santandereana, organizaciones y grupos de personas afectadas por el conflicto en todo el país, avanzan en procesos de reparación colectiva que buscan recuperar su confianza en el Estado y en sí mismas y reconstruir los lazos sociales.

Sarai Guerrero, de 16 años, presentó ese día una muestra de su trabajo fotográfico. Ella, pese a su corta edad, se ha convertido en una líder de su comunidad y participa activamente en el proceso de reparación colectiva. Esto es lo que dice sobre el trabajo desarrollado en este corregimiento:

“Con las charlas, me di cuenta del liderazgo que yo tenía. Por ejemplo, en el programa de ‘Mambrú no va a la guerra’ me dieron oportunidad de ayudar a mucha gente con la fotografía; acá hicimos una exposición con fotos que tomamos los chicos y yo, fue una nueva experiencia. Además, me han ayudado para mejorar aspectos del ser, darme cuenta de que sí puedo hacer las cosas, que tengo muchas capacidades, que puedo mejorar como líder.

“He liderado un grupo de teatro, hemos hecho obras chéveres con los chicos, de mimos, que siempre llevan un mensaje, por ejemplo `No al bullying’ o a favor del medio ambiente. Es una oportunidad de hacer ver a la gente lo que queremos decir.

“Nos ha servido todo para darnos un aire de esperanza, de que las cosas sí se pueden lograr, sí se pueden hacer, que sí tenemos apoyo, que solamente falta emprender y decir yo voy a hacer esto o aquello”.