Escudo de Colombia y texto de la Unidad para las Víctimas
Historias de vida

Marlene Vides Hernández

De víctima de desplazamiento forzado a amante de la costura

“Saqué a mis hijos adelante y aún los sigo apoyando y lo logré porque nunca bajé la cabeza, ni retrocedí frente a las situaciones difíciles que se presentaban”, esta es la seguridad con la que se expresa Marlene Vides Hernández, mujer víctima de desplazamiento forzado, nacida en San Pablo y llevada desde sus dos años al municipio de Puerto Wilches en Santander.

Posteriormente, Marlene se mudó con sus padres a “Patico”, vereda de Cantagallo (Bolívar); al parecer, su destino era Puerto Wilches, pues, al cumplir los diez años, sus padres queriendo que ella se superará académicamente la enviaron donde su hermana mayor que vivía en ese municipio santandereano.

“A los 13 años me enamoré por primera vez”. Y, fue este el motivo de que su familia la enviara a Montelíbano (Córdoba) con el fin de separarla de esa persona que la consideraban el distractor para que Marlene pudiera continuar con su preparación académica.

Cuando cumple sus 17 años regresa a Puerto Wilches “Recordaba ese amor de niña y eso me hace devolverme a buscar lo que quería”, apunta Marlene, sin embargo, ese amor no la estaba esperando y lo encontró casado, así que decidió quedarse en Puerto Wilches e inició a desarrollar labores de servicio doméstico.

En ese tiempo conoció a quien fue su esposo, oriundo de Sincelejito, Bolívar, “me enamoré, fue como ese amor a primera vista, recuerdo que me cantaba muchos vallenatos y eso me enamoraba más, la que más recuerdo es una canción de Diomedes Díaz que se llama “La Ventana Marroncita”, sentí un amor tan fuerte que me llevó a escaparme con él”, relata Marlene acerca de cómo inició la relación con el padre de sus tres hijos.

Entonces, es así como a sus 18 años viviendo en Sincelejito, Bolívar, nació su primer hijo, Leiner (30 años), dos años después, nace su segundo hijo, en el municipio de Montelíbano, a quién bautizaron Guido (26 años). “La vida por ese tiempo fue muy dura, no tenías un paradero fijo, debíamos ir de un lado a otro y muchas veces nos fuimos a la cama sin comer pues cuando su esposo se fue a trabajar a la mina se olvidó por completo de nosotros, logré ir a la mina y luego de estar allí dos años di a luz a Ana Isabel mi tercera hija, la única mujer”, apunta Marlene.

Por este motivo, Marlene emprende un viaje hasta la mina y allí luego de vivir dos años nace su hija Ana Isabel (23 años). “En este momento la situación se puso muy pesada, pues empezamos a tener temor por los hechos violentos que estaban ocurriendo, el miedo se apodero de nosotros, empecé a sentir que nos perseguían y por eso busqué la forma de salir de allá, llegamos nuevamente a Sincelejito y pese a que pudimos construir una vivienda, nos ganó el miedo y salimos desplazados de allí para Puerto Wilches, retornando al lugar que siempre me ha recibido a lo largo de mi vida”, agrega.

Con estas circunstancias en el año 2000, Marlene llega junto a sus tres hijos a Puerto Wilches, “Me considero persistente, pues pese a que una vez me tumbaron el rancho por estar en una invasión, lo volví a levantar y hoy en día es el lugar donde vivo, además me animé a declarar el hecho victimizante pues inicialmente tuve miedo, pero una vez más pensé que eso no me podía vencer y de ahí debí esperar para ser incluida, y una vez logré esa inclusión tuve más motivación para seguir adelante”.

Para el año 2003 su esposo se devolvió a su natal Sincelejito y la abandonó con sus tres hijos, razón por la cual Marlene debió buscar diferentes trabajos como empleada doméstica, barrendera de calles, recogedora del fruto de palma, aprendió a cortar cabello, “yo no me quedaba quieta, recuerdo que del almuerzo que me daban por barrer las calles comía junto con mis hijos.

En el proceso de trabajo, viviendo en Puerto Wilches, Marlene se reencontró con su primer amor, y quien es hoy en día su esposo, esto la llevó a estar más tranquila, pues en él encontró el apoyo que con el padre de sus hijos no había tenido, así tuvo más tiempos de dedicarse a las cosas del hogar y decidieron, en el año 2007, en conjunto con otras víctimas conformar una Organización de Víctimas a la que llamaron “Un futuro para Colombia”, de donde Marlene llegó a ser la secretaria.

“La verdad se tuvo la idea de crear esta organización teniendo en cuenta que viví muchas situaciones y necesidades en el momento que me desplacé, y eso lo atribuyo a la falta de conocimiento e información acerca de dónde, cúando, con quién debía contactar para las ofertas que tenía como víctima del conflicto armado y quería que quienes estuvieran en esa misma situación tuvieran la facilidad que yo no tuve”, narra Marlene para referirse al motivo que la llevó a constituir la organización”.

Con el fin de continuar con su liderazgo y emprendimiento conformaron un grupo de mujeres que se dedicaban a la confección y en el 2012 presentamos un proyecto ante la Alcaldía Municipal, sin embargo, en esta oportunidad no fue aprobado.

En el año 2016 recibió una llamada de la Unidad para las Víctimas, que le notificaba que su proceso de indemnización estaba listo para ser efectivo. “Esta ha sido una de las mejores noticias de mi vida, nunca había podido tener tanto dinero, además de pensar en lo mucho que esto representaba para mi proyecto y para mejorar las condiciones de vida, logré comprar una máquina de coser más moderna”, dijo Marlene al referirse a su indemnización administrativa.

Y la vida continúa sonriendo a Marlene, pues en el año 2016, la Unidad para las Víctimas, gestionó recursos a través de la Gobernación de Santander y, a su vez, de forma articulada con la Administración Municipal, brindó asistencia técnica para poder mejorar el proyecto que había sido presentado en 2012 por aquellas mujeres dedicadas a la confección, y que en esta oportunidad fue aprobado y apoyado.

Este proyecto que consistió en poder capacitarse con apoyo del SENA en bordado y confección de blusas, camisas y pantalones, en el cual cada uno de sus beneficiarios recibió una máquina plana y una fileteadora industrial, así como insumos de telas y demás elementos de la confección.

“Cuando el proyecto fue aprobado me sentí muy feliz, nos dieron más de lo que esperábamos, agradezco a la Unidad para las Víctimas, a los funcionarios en el Magdalena Medio por insistir en ese acompañamiento y por seguir aún en el proceso del crecimiento de nuestro proyecto de vida, pues así lo considero. Yo antes solo entubaba pantalones, cogía dobladillos, arreglaba prendas, pero ahora soy una mujer que confecciona y me atrevo a mucho más, tanto así que aveces no me queda tiempo por todo el trabajo que me llega”, Son las palabras de agradecimiento de Marlene Vides.

“Es importante que la Unidad para las Víctimas siga respaldando como hasta ahora a quienes tienes requerimientos por su condición de víctima y les agradezco por estar en el momento indicado aportando a mi vida para encontrar una solución. Detrás de mi hay muchas historias más, a esas personas les digo que no se cansen, que no desperdicien las oportunidades que les brinda Dios y las diferentes instituciones, que mantengan vivos sus proyectos”, concluyó.