Escudo de Colombia y texto de la Unidad para las Víctimas

“Queremos la reubicación para no perder la cultura y nuestra lengua”: Ricardo Chamorro

La Unidad para las Víctimas fortalece la reparación integral a los Emberá Dobidá, quienes fueron desplazados desde el Alto Baudó en Chocó, y actualmente habitan en Piedecuesta, Santander. Entrevista con el líder Emberá Dobidá, Ricardo Chamorro.

Jornada de acompañamiento con los Emberá Dobidá en Piedecuesta, Santander.

La Unidad para las Víctimas en Santander continúa fortaleciendo el proceso de reparación integral con la población Emberá Dobidá, con atención humanitaria, asistencia psicosocial y actividades para fortalecer su cultura y sus tradiciones, mientras se trabaja en el proceso de reubicación para que desarrollen su vida comunitaria.

En este caso, los Embera Dobidá, indígenas provenientes del Alto Baudó chocoano, que fue desplazada de su tierra, y actualmente habita en el asentamiento humano de Nueva Colombia, ubicado en Piedecuesta, donde sus condiciones de vida actuales les dificulta vivir su cultura y su lengua.

Luego de la caracterización de la población Emberá y atención de la alcaldía de Piedecuesta, la Defensoría, la Mesa Municipal de Víctimas, y algunos empresarios, se abrió una luz de esperanza para su reubicación en un territorio similar al que vivieron.

En homenaje a la tierra, en lengua Emberá ‘Ejoa’, se realizó una jornada de pintura artística en lienzo y papel, las y los participantes representaron la riqueza de la naturaleza con árboles, ríos, animales, frutas desde la fertilidad de la mujer. Nelson Román, profesional del área de Contribuciones en Santander, realizó un cuadro en homenaje al pueblo Emberá como guardianes de la madre tierra y que fue entregado a los adultos mayores, padre y madre, de la etnia Emberá.

Durante esta jornada de fortalecimiento de la población Emberá en contexto de ciudad, se identificó que desean el territorio donde puedan reubicarse con su cultura y tradiciones. El líder Emberá  Dobidá, Ricardo Chamorro Forastero habló con la Unidad para las Víctimas sobre la pintura de “Ejoa” o ‘Madre naturaleza’, y la importancia de la reubicación.

¿Qué representa el dibujo de “Ejoa” que ustedes realizaron?

R.C: Representa historia de nosotros los Embera. Somos originarios de alto Baudó, Chocó. Somos cultivadores de plátano, yuca, ñame y vivíamos en comunidad; cada persona tenía su casita y también una casa comunal, “la tambo”, en dónde hacíamos la reunión, para saber la orientación de los gobernadores y líderes.

La Unidad de Víctimas nos ha colaborado mucho. Pintamos cuál era el territorio en dónde vivimos bien, ‘Ejoa’. Pintamos la casa, árbol, guayaba, guagua, coco, palmas, caña, gallina, indígena, canoa, pescado del rio, todo lo que se encuentra en el territorio: animales, cultivos, pato, gallinas. Dibujamos los indígenas, porque somos los ganadores del territorio.

De acuerdo con el proceso de reparación integral que llevan con la Unidad para las Víctimas, ¿cómo sueñan la reubicación?

R.C: Gracias a Dios, la Unidad de Víctimas permitió pensar en nuestra reubicación porque nosotros vivimos aquí cansados. Trabajamos para vivir de arriendo, pero con la reubicación la Unidad de Víctimas dio una mano a nosotros los Emberá.

El territorio de reubicación deberá tener en dónde cultivar, río con pescado, canoa para compartir el río, jugar con los niños, pescar, y que las señoras tengan en donde puedan trabajar en el tejido de canastas de llevar las cosas.

Una escuela de la comunidad en donde una docente enseñe a los niños las materias como matemáticas, español y que lo enseñe en lengua, porque “no pueden olvidar de nosotros lengua”, a nosotros nos enseñan en doble idioma.

Una casa comunal, “la tambo”, en donde las mujeres hagan actividades para enseñar a los niños y las niñas danzas, “porque no pueden olvidar de nosotros cultura”, pintar la “jagua” o “pintura corporal”, la “paruma panameña” o “vestido” que se hace más bonito cuando pueden poner y quitar camisa, desnuda se pinta y enseña a pintarse, a tejer las chaquiras, collares, aretes, así hacen cultura. No puede olvidar de nosotros la cultura.

Río y en donde los ancianos hagan canoa, canaletes y palancas. Las palancas son largas; cuando usted va bajando por el río con los canaletes adelante y atrás no se cae la canoa. Mi papá es anciano y él lo sabe hacer y lo enseña a nosotros para mejorar, lo estamos aprendiendo.

Somos hierbateros, teníamos cultivos para hacer las curas. Por ejemplo, si al caminar por el monte le picaba la culebra, le avisaba a mi papá y él se iba por el monte a buscar la hierba, lo trae, con agua caliente lo baña, a las dos horas ya podía caminar tranquilamente, y no morir. Para el dolor de la cabeza, la fiebre, se machuca la hierba, lo echa en la cabeza, al siguiente día ya le calma, y así todo lo puede quitar.

Mi mamá es una anciana, ella les enseña a las mujeres más jóvenes cómo ser “parteras” o “parenteras”. Cuando las mujeres quedan embarazadas a los 4 o 6 meses mi mamá puede revisar, a las 6 p.m. o a las 4 a.m. si está bien la cabecita abajo o arriba: si es una niña, si está atravesada, mi mamá lo voltea. Cada mes va revisándola hasta que se le salen los niños y si no sale mi mamá sabe cuál es la hierba para que salgan los niños.

¿Qué podemos aprender de los indígenas Embera Dobidá para defender la dignidad y construir la paz?

R.C: Estamos haciendo la paz total que a nosotros nos gustaría y con la reubicación nos gustaría que no pase lo que ya nos pasó, como nos dejaron a nosotros la tierra donde vivíamos, eso no puede volver a pasar. Lo que queremos es vivir sabroso.

En la Unidad para las Víctimas “Cambiamos para servir” con el objetivo de seguir trabajando en acciones de cara a la implementación de una política que contribuya a la superación de los rezagos, brinde una reparación transformadora y le permita a quienes han padecido el conflicto armado acceder efectivamente a sus derechos.