Una conocida de Nancy, en el pueblo, le contó como perdió a su esposo en frente de sus hijas a causa del conflicto armado, y cómo la lucha incansable les ha ocasionado traumas complejos de superar, además de la prueba enorme de sobrevivir.
Nancy sabe que esa experiencia la han vivido muchas otras familias de la región, y aunque se considera afortunada por no haber sido tocada por la violencia, también se siente responsable del dolor de sus coterráneos, por lo que decidió asumir su vocación de servicio como estilo de vida para poder repartir su carisma y conocimiento a personas afectadas por el conflicto y madres cabeza de hogar en el Playón (Santander).
“Yo le ayudo a las víctimas del conflicto armado, a través de los procesos que hago en el municipio como presidenta de Asojuntas. Siempre me enfoco en la mujer cabeza de hogar, personas víctimas, mujeres desplazadas; siempre he estado muy enfocada en ayudarles a ellas”, asegura.
A la Asociación de Juntas Comunales (Asojuntas) llegó, según ella, por su trabajo con la comunidad, pensando en lograr acciones diferentes y con la convicción de no poner límites a sus objetivos. De esta manera nació, entre otras, la estrategia de comercialización de mercados campesinos, con el propósito de valorar y priorizar los productos agrícolas de la región y generar empleo a mujeres desprotegidas en el marco de la pandemia de COVID-19.
“Por el tema de la pandemia se veía afectado todo el campesinado. Lo que hemos hecho es ayudarles, darles esa mano amiga para que puedan comercializar sus productos”.
Nancy ha propiciado mesas de trabajo interinstitucionales para promover la iniciativa de mercados campesinos en la región, que ya cuenta con un número aproximado de 250 beneficiarios entre agricultores, consumidores y colaboradores; cada 15 días los campesinos productores de menor escala ofrecen sus cosechas de pancoger en El Playón y Bucaramanga a través de redes sociales, con un promedio, por mercado, de 18 productos perecederos, que se comercializa a un precio promedio de 35.000 pesos.
“Involucramos a los que tienen sus dos gajos de banano, sus tres guanábanas, su mora. Se les ayuda y lo traemos a un centro de acopio provisional, donde le damos trabajo a cuatro o cinco mujeres cabeza de hogar del municipio, desplazadas; ahí ellas se vinculan al proceso, limpian toda la verdura y se les paga el día. Nosotros hacemos comercialización en Bucaramanga por Facebook y por varios medios”.
Esta lideresa, madre y esposa, es el puente entre las instituciones, las víctimas y la población en general, ya que como refiere, “muy poco el campo conoce de estos procesos que hay que hacer, he sido como el puente de ir a recoger, traer y llevar la información, estar pendiente de que se haga el desarrollo de los proyectos para que ellos puedan tener acceso a ese proceso”.
Hace pocos días la Administración municipal de El Playón se comprometió con la logística del proyecto, y de esta manera han logrado sacar de las fincas el producto que no se había podido transportar hasta el centro de acopio.
El esfuerzo de Nancy se ve reflejado en los resultados. Por esa razón ella es protagonista de esta historia, pues con su labor y vocación de servicio consigue ayudar y sanar a la vez. Una virtud que según ella viene de casa, de los valores inculcados desde la infancia, el amor propio, el respeto y la unión familiar, y de esta forma cumple con su lema de vida: “Poder servirle a la comunidad sin esperar nada a cambio, que las bendiciones vienen del cielo”.
Por eso, gracias a Nancy y pese a la pandemia, ahora los mercados campesinos de El Playón, ese fértil y hacendoso municipio santandereano, continúan creciendo en seguidores y permanecen a disposición de todos los colombianos.
(Fin/YUM/EGG/LMY)
