Escudo de Colombia y texto de la Unidad para las Víctimas

“Identificación y entierro de víctimas, una de las más importantes medidas de reparación”

¿Se han fortalecido las prácticas culturales en estos 20 años? ¿De qué manera?

R/ Todo el tema cultural para nosotros como comunidades negras es transversal a la vida. En los temas y costumbres mortuorios creemos que se ha logrado visibilizar para la gente de afuera, si lo podemos llamar así. Sin embargo, hay otras costumbres que sí se han debilitado, particularmente con las nuevas generaciones, como son los temas de la agricultura y la pesca que son parte de nuestros quehaceres diarios. 

¿Qué significa el río Atrato para la comunidad de Bojayá?

R/ El río es la columna vertebral para cualquier habitante de las riberas del Atrato. Es la base de la economía, es la vía por la cual nos movemos, es la fuente fundamental para la soberanía alimentaria porque nos provee despensa y a su vez nos permite llegar a los cultivos. También nos permite interconectarnos e interrelacionarnos con comunidades vecinas. Queramos o no, nuestra vida, sí o sí,  termina dependiendo del río.

Uno de los hechos contundentes ha sido el entierro final de las víctimas mortales de la masacre. ¿La comunidad ha logrado cerrar el duelo? ¿Cuál es el sentir antes y cuál es el de hoy?

R/Para nosotros, una de las medidas de reparación más importante y que ha transformado positivamente la vida de personas y de familias y de una comunidad en general ha sido el proceso de exhumación, identificación y entierro de las víctimas. Después de que dejamos de ver a nuestros familiares el 2 de mayo de 2002, mucha gente tenía la esperanza de que, como no se hizo la despedida de un cuerpo o un resto físico entonces, en algún momento esa persona podía llegar y tocar la puerta, o llegaba el chisme de que la vieron en algún lugar. Todo eso mantenía a la comunidad inquieta. Entonces el haber logrado primero las exhumaciones, después la identificación y finalmente enterrarlos, a pesar de remover muchas heridas, considero que se alivió un gran dolor individual, familiar y colectivo y hoy frente a esa línea considero que hay cierto nivel de tranquilidad, y por eso digo que es la acción de reparación más importante que la Unidad para las Víctimas y el Estado colombiano han desarrollado desde que se reconocen las víctimas del conflicto armado en el país.

Hubo muchos daños a la comunidad en el pasado, ¿cómo han repercutido esos daños en el futuro de las nuevas generaciones?

R/Los daños aún siguen socavando la vida de los bojayaseños. Antes nos centrábamos mucho en el ser, en la importancia de la persona, y lo que necesitaba un vecino siempre y había varios o alguien listo para servir; hoy siento que eso existe, pero ha disminuido ostensiblemente.  

¿Se ha recuperado la confianza entre la comunidad?

R/En cierto grado siento que se venía recuperando y hago referencia a la desmovilización de las FARC producto del acuerdo de paz. Sin embargo, después llegaron nuevos actores armados al territorio y las nuevas dinámicas del conflicto han venido generando un daño mayor. Han llegado y se instalan en las comunidades y esa presencia de actores termina generando desconfianza entre comunidades.  

¿De qué viven los habitantes de Bojayá hoy?

R/La economía en los últimos tiempos en Bojayá ha sido raquítica porque las fuentes de generación de ingreso están generadas en la producción de plátano, la explotación maderable y la pesca artesanal; sin embargo, eso solo le permite a la gran parte de los habitantes del territorio apenas para el pan diario, pero nunca tendrían la oportunidad si quiera a un padre de familia poder enviar a sus hijos a una universidad.

La comunidad ha recibido bienes de uso colectivo como equipos tecnológicos, infraestructura, equipos náuticos, ¿qué uso le está dando la comunidad? ¿Qué beneficios han traído para los pobladores?

R/Los equipos tecnológicos han sido muy útiles para las comunidades indígenas y el sujeto afro colectiva de Bellavista porque contribuye a fortalecer la capacidad organizativa de la región. También puedo destacar en temas de infraestructura lo que son los tambos para los indígenas, así como la tienda comunitaria y la casa pasaje han generado una dinámica interesante porque ese tipo de obras genera empleos temporales. Lo otro importante es la recuperación de esa relación de los jóvenes con el río y lo que tiene que ver con los campeonatos deportivos han ayudado a recomponer el tejido social que se rompió por el conflicto.   

Hoy podemos decir sin equivocarme que el plan de reparación colectiva de Bellavista ha impactado en todos y cada de los hogares de esta comunidad. Hoy los bojayaseños sabemos claramente, estemos en la comunidad que estemos, que existen unos planes de reparación colectiva y que están llegando beneficios. Todo esto le da esperanzas a la gente de que se pueden definitivamente alcanzar esas acciones de bienestar que estamos soñando.

¿Cuéntenos tres grandes logros que se hayan tenido en el proceso de reparación?

R/Indudablemente lo principal fue el acompañamiento durante el proceso de exhumación, identificación y entierro de las víctimas mortales, porque todo el equipo psicosocial de la Unidad se volcó durante dos años para acompañar a las familias en Bojayá y no con una dinámica traída desde afuera, sino que construyó con nuestros cantaoras, rezanderos y sabedores, una dinámica de acompañamiento teniendo en cuenta el conocimiento ancestral mezclado con todo el conocimiento técnico del equipo psicosocial de la Unidad. 

Otro logro es realmente la capacidad que ha tenido la Unidad para interactuar de manera respetuosa con las organizaciones y con las comunidades donde se escucha verdaderamente a las víctimas y se aplican muchos de esas medidas según la visión de las víctimas en el territorio.

Un último logro son los avances en infraestructura no solo en Bellavista sino en las comunidades indígenas, específicamente hablo del caso del restaurante escolar en la comunidad indígena de Charúd. 

(Fin/CMC/COG)