Escudo de Colombia y texto de la Unidad para las Víctimas

Resguardos indígenas de Villa Lucía y Ondas del Cafre se convierten en los primeros Sujetos Étnicos de Meta en ser protocolizados

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Antes de ingresar al salón, el médico ancestral roció en la cabeza de las y los asistentes, una mezcla de agua y hierbas previamente ritualizadas para limpiar espiritual y físicamente a cada integrante y armonizar el espacio con la población indígena nasa de Mesetas, Meta.

El pueblo Nasa es originario del Cauca, pero hace más de 50 años, algunos de sus integrantes se establecieron al norte de Mesetas, en busca de tierras fértiles para cultivar y edificar sus hogares. “Como éramos escasos de recursos, no tuvimos plata para comprar por aquí cerca. Entonces nos vimos en la necesidad de subirnos a la parte alta de la cordillera para buscar tierras baldías”, relató Hipólito Yandy Campo, uno de los fundadores del resguardo indígena Villa Lucía, quien llegó a Mesetas hace 45 años junto con su familia.

La ubicación del resguardo indígena dificulta el acceso vía terrestre, pues en cierto punto no hay carreteables y solo se puede llegar a pie o en mula por un angosto camino, a una altura que supera los 1.000 metros sobre el nivel del mar.

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Ambos resguardos están ubicados en la cordillera oriental, específicamente en la cuenca hidrográfica de los ríos Villa Lucía, Cafre y Güejar, y la zona de recuperación para la producción occidental, del distrito de Manejo Integrado Ariari – Guayabero, del área de Manejo Especial la Macarena (AMEM).

“Mi padre me trajo pequeño, por ahí de la edad de unos ocho años, en 1962”, comentó Juvencio Medina Zambrano, quien fue fiscal y comisario del resguardo Ondas del Cafre. Su papá llegó primero a Puerto Lleras y después de tres meses se trasladó a Mesetas, donde decidió asentarse.

Las y los primeros indígenas nasa que llegaron al Meta se dieron cuenta que el arroz, el maíz, el plátano y especialmente el café abundaban en suelos metenses y se quedaron como jornaleros. La noticia de tierras fértiles en los Llanos orientales para cultivar y echar raíces se propagó rápidamente en el Cauca, desde donde llegaron más indígenas para poblar la parte alta de la cordillera oriental. 

“En 1980 yo me trasladé para Uribe y allá viví ocho años, y ahí regreso a Mesetas, ya esto era municipio y ya habían conformado el resguardo. Yo llegué y yo no conocía qué era un resguardo, no sabía qué era eso”, recordó Juvencio. Pero su curiosidad le llevó a aprender las dinámicas sociopolíticas de su nuevo hogar, lo que le permitió desempeñar diferentes roles de liderazgo. Actualmente es comunero y parte del grupo de apoyo que viene desarrollando el Plan Integral de Reparación Colectiva (PIRC). 

El resguardo indígena Ondas del Cafre cuenta con una población de 469 personas: 229 hombres y 240 son mujeres; mientras que Villa Lucía tiene 263 personas: 140 son hombres y 123 son mujeres.

Tanto en Villa Lucía como en Ondas del Cafre se dedicaron a organizarse, trabajar y cuidar a sus familias hasta que la violencia provocada por el conflicto armado escaló hacia su territorio, causando amenazas contra sus vidas, desplazamiento forzado, reclutamiento a menores, secuestro, desaparición forzada, confinamiento, minas antipersonal y asesinatos. Franklin Sánchez, cabildo gobernador del resguardo Villa Lucía, expresó: “Mi tío fue asesinado por parte de la guerra en el año 1997, él fue concejal, fue un gran líder, él se oponía al reclutamiento y creo que esto fue un motivo para que lo asesinaran”.  

También, Bresna Sánchez, lideresa del resguardo Villa Lucía, expuso durante una jornada de alistamiento como sujeto de reparación colectiva étnica en 2018, que: “En los años 90 por nuestros caminos empezaron a aparecer personas armadas, se presentaron casos en los que se llevaban a los niños y niñas de las comunidades, llegaron las amenazas, las presiones, desplazamiento y finalmente el asesinato de líderes de la comunidad. Teníamos miedo y temor por nuestras familias”.

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Estos hechos llevaron a ambos resguardos a convertirse en Sujetos Étnicos de Reparación Colectiva y acogerse al Plan Integral de Reparación Colectiva (PIRC), proceso que inició hace cinco años con el acompañamiento institucional de la Defensoría del Pueblo, regional Meta; el Ministerio del Interior, la Gobernación del Meta, la Alcaldía de Mesetas, Propaz de la GIZ, la Asociación de Cabildos Indígenas del Meta (ACIM), Gobierno Mayor, delegados de autoridades indígenas del Cauca y la Unidad para las Víctimas. 

Las y los Nasa han apropiado una manera de ver el mundo, se consideran hijos del agua y mantienen una relación sagrada con el territorio, por eso usan los bienes comunes de manera sostenible, priorizando el cuidado y conservación de la naturaleza. Suelen reunirse en torno al fogón (Ipx kwet) para construir acuerdos desde el ejercicio de la autonomía, lograda desde la experiencia, la sabiduría, la espiritualidad y el pensamiento colectivo.

Pero los efectos propios de mundo moderno sumado a los vejámenes del conflicto armado han amenazado la pérdida de su lengua propia Nasayuwe y demás tradiciones. Sin embargo, han tratado de mantener sus bastones de mando y la realización de prácticas ancestrales como la celebración del solsticio de acuerdo con el calendario Nasa.

Es por eso que dentro del Plan Integral de Reparación Colectiva (PIRC)se tienen contempladas acciones de rescate de sus tradiciones ancestrales como la realización de un evento cultural donde se exalte la gastronomía, las danzas, la música, la artesanía, los juegos tradicionales y los productos propios de la comunidad; un encuentro comunitario -uno anual durante los tres años de implementación-, en la época de solsticio señalado por el calendario ecológico, es decir, el 21 de junio; e intercambios de saberes con mayores del Cauca a sabedores, curanderos y parteras en el marco de los rituales acordados con el resguardo nasa de la región del Cauca. 

El plan también brindará apoyo para obras de infraestructura como la adecuación de los planteles educativos de los resguardos y dotarlas con elementos mobiliarios, tecnológicos y periféricos. Además, se destinarán recursos para fortalecer proyectos productivos como café, ganado y etnoturismo, y ampliar el territorio, entre otras iniciativas.

Por eso, el 26 y 28 de abril se convirtieron en fechas históricas para Villa Lucía y Ondas del Cafre respectivamente, pues fueron esas fechas las elegidas para la firma del acta de protocolización de sus PIRC, en el salón de Aguas de Mesetas, en el municipio de Mesetas. 

Pero con ambos resguardos se realizaron encuentros previos de socialización donde las profesionales Marisol Girón, del programa de reparación colectiva y Vilma Roa, de la Dirección de Asuntos Étnicos de la Unidad para las Víctimas, se encargaron de exponer los planes y guiar a estas comunidades indígenas para sus respectivas protocolizaciones sean exitosas. Además, durante estos días, se contó con el apoyo de la delegada del Ministerio del Interior, Erika Carlosama, como garante.

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Jorge Rivera, integrante del grupo de apoyo del resguardo Ondas del Cafre, expresó: “Esto no va a solucionar todas las necesidades que hay en el territorio, pero con este PIRC podemos avanzar hacia la Paz Total planteada por el Gobierno actual. En 2015 cuando se dieron las negociaciones con grupos armados, empezamos a ver el lado positivo porque gran parte de la estigmatización que teníamos era por vivir en zonas rojas”.

Por su parte, Gilberto Zambrano, del grupo de apoyo del resguardo Villa Lucía, piensa que con la implementación del PIRC se dará un gran impacto social y económico para su comunidad: “Las familias podrán tener ingresos adicionales, expandir sus conocimientos y todo esto es un conjunto de acciones que permitirá a la comunidad ir mejorando gradualmente su calidad de vida”, puntualizó. 

“Nosotros como Unidad para las Víctimas reconocemos este acto de protocolización como parte del proceso histórico que estamos dando en Colombia. Tenemos un agradecimiento grande hacia ustedes como constructores de paz, diversidad cultural y un futuro para nuestro país”, mencionó Andrés Aguilar, director en el Meta y Llanos Orientales de la Unidad para las Víctimas.

En los actos de protocolización hicieron presencia delegados de la Defensoría del Pueblo, la Agencia para la Reincorporación y Normalización, la Gobernación del Meta, la Personería Municipal, la Alcaldía de Mesetas, el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo y la Agencia de Cooperación Alemana GIZ. 

En la Unidad para las Víctimas “Cambiamos para servir” con el objetivo de seguir trabajando en acciones de cara a la implementación de una política que contribuya a la superación de los rezagos, brinde una reparación transformadora y le permita a quienes han padecido el conflicto armado acceder efectivamente a sus derechos.