Escudo de Colombia y texto de la Unidad para las Víctimas
Historias de vida

Maicol Estiven Carabalí

Maicol Estiven Carabalí y su proyecto con rostro amazónico

Agradecido por haber tomado la decisión de vivir, de sentir, de ser, pese a los reveses de la violencia, es como se siente Maicol Estiven Carabalí Ramos, un afrodescendiente nacido en Curillo, en la frontera entre Caquetá y el Putumayo, hace 30 años. 

Maicol no solo es un sobreviviente del conflicto armado. Ha hecho de la adversidad una razón poderosa para superarse como ser humano y servir a muchos otros. Ese fue el motivo por el que creó la Fundación Rostro Amazónico, que trabaja por la reivindicación de los jóvenes en condición de vulnerabilidad.   

Por esa labor fue escogido por las personas afectadas por el conflicto armado de Florencia (Caquetá) como   representante de la Mesa de Participación de Víctimas, por el hecho de desplazamiento forzado.  

El hecho de abandonar el municipio de Curillo, por culpa de los violentos, perderlo todo y buscar nuevos horizontes en Florencia, hacía que fuera un candidato idóneo para ese puesto en la Mesa.  

“En 1998 el orden público era muy complejo. Yo era muy niño, y había muchos enfrentamientos entre la fuerza pública y grupos armados al margen de la ley”, comenta al recordar los días de la violencia cuando los adultos hablaban de cómo muchos jóvenes se iban para la guerra.

Por eso prefiere recordar momentos más gratos de su infancia, de esas imágenes familiares que recrea con dignidad a través de sus palabras pese a las complejas circunstancias.

“El ejemplo de mis padres es algo maravilloso, gracias a ellos soy lo que soy”, dice al reconocer que era inquieto, a veces desobediente, razón por la que su madre lo enviaba por temporadas a Cali, donde el papá, mientras su madre vivía en Curillo; de modo que él se balanceaba entre la Sultana del Valle y el Caquetá, pero prefirió la Sucursal del Cielo a su terruño porque “no le copiaba a mi mamá”.  

La influencia multicultural pacífica y andina le aportó bastante a su carácter extrovertido y sociable, sin perder independencia. “Puedo estar con muchas personas, pero me gusta estar solo”, apunta destacando experiencias multicolores de los años de estudiante, las pilatunas, jugar con sus amigos, la tradición que sentía respirar por los poros y los viajes al extranjero con su padre en la niñez. “En Cali la vida fue muy chévere, me cambió la mente”, resume, aceptando que fue duro afrontar el asesinato de su papá.  

Con rostro Amazónico 

Esa interacción con las personas le ha permitido aprender de todos un poco; entre esos, destaca al abogado César Rey, su socio y mejor amigo: “La vida nos juntó con el mismo corazón e igual propósito; empezamos a trabajar, a indagar y ahí empezó a surgir la fundación Rostro Amazónico, de corte social, que incluye barbería, rap, grafiti, muralismo, tatuaje, artes escénicas, en fin”.   

En la actualidad son alrededor de 60 personas, entre barberos, deportistas, raperos, cantantes de salsa y otros géneros, pintores, tatuadores, muralistas y teatreros, cuyo escenario principal es el territorio caqueteño en municipios como El Doncello, San Vicente, Cartagena del Chairá y San José del Fragua, donde tienen líderes que ayudan a replicar lo que se hace en Florencia.  

Por eso afirma que la fundación nace de su proceso evolutivo personal y profesional, luego de relacionarse con muchos otros con intereses similares, quienes hoy hacen parte de su gran familia. Su propósito central, recalca, es sacar chicos de las calles, pasarles una máquina de barbería, un micrófono, crear conciencia, generar sueños, inspirarlos, una manera de decirle al joven que creció en el barrio vulnerable, a quien su contexto lo reduce a un habitante más en el olvido, que sueñe despierto, que “nosotros podemos aportarle para que pueda cumplir sus sueños”.   

La Unidad 

Creó un proyecto productivo con su hermano, del cual se sienten orgullosos, que en gran parte logra sostener luego de invertir los recursos de la indemnización, recibidos de la Unidad para las Víctimas: Sombra Barber Shop, Darwin Carabalí; labor en la que se ha destacado durante más de 15 años; primero, de manera empírica y después con dominio absoluto de la técnica puesta al servicio de la comunidad.   

Construye así un puente para unir a los jóvenes con las personas de edad, ayudando a preservar las raíces, la esencia que los hace únicos y por lo cual quieren trascender proyectando a sus artistas, deportistas y demás integrantes que luchan por sus sueños. “Queremos ser una vitrina a nivel mundial, para que se den cuenta de que en el departamento del Caquetá, en la Amazonia, tenemos grandes talentos para el mundo; para calmar el estigma del narcotráfico y la guerrilla, temas de la violencia que supuestamente nos representa”, manifiesta enarbolando lo que constituye su proyecto de vida.  

Ser afrocolombiano 

Máicol Estiven no cree en las casualidades; pero sí en causa y efecto: “lo que uno quiere, lo atrae”, subraya para advertir que el don de la vida va de la mano con propósitos grandes. “Vinimos a servir”, reitera sacando a relucir que donde hay un negro, hay sabor. Por eso, para él ser afro es una fortuna: “Es lo más maravilloso que me ha pasado en la vida; me enseña que no hay fronteras, que no hay colores, matices, que todos somos iguales; ser afro es inspiración, la felicidad que irradiamos, la vida positiva que transmitimos… es exótico y sabroso”.  

Su hija Soy le da a su vida un norte todavía más certero. “Es una negra hermosa”, expresa con sonrisa franca, que en gran parte refleja su grado de armonización con todo lo que lo rodea, sin rabias, sin rencores y sí, en cambio, con amplia voluntad de aportar a la transformación de quienes, como él, han sentido sucumbir.  

(FIN/NIL/EGG)