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En octubre de 1992, Moisés Fuentes García fue víctima de un atentado por parte de grupos al margen de la ley. En 2013, después de 21 años de aprendizaje y disciplina, ganó su primera medalla de oro en los juegos paralímpicos en Montreal; de ese calibre es su tenacidad.

Por: Yuli Urquina.

Montreal Canadá, Agosto de 2013, Campeonato Mundial de Natación Paralímpica. Por el carril cinco participa Moisés Fuentes en representación de Colombia. El silbato anuncia la salida. Moisés, compite por la presea dorada junto a nadadores de Italia, España, Grecia, Argentina y Namibia. El santandereano toma la delantera y continúa rompiendo el agua con una brazada sincronizada y alineada con su cuerpo; en el último trayecto acelera su técnica.

Faltando solo 20 metros para tocar la meta, el agua se siente más densa, el dolor y el cansancio se convierten en un contrincante más, el sonido del agua se confunde con los gritos y aplausos de la tribuna. Moisés un poco aturdido toca la pared, levanta su cabeza y su entrenador le grita que la medalla de oro es suya. Su nueva marca personal: 1 minuto, 36 segundos y 91 centésimas, en 100 metros estilo pecho; Moisés lo asimila fácilmente, levanta los brazos y agradece con una enorme sonrisa.   

¿A quién le debes tu ánimo y tesón, Moisés?

“A la vida, la formación, la creencia en Dios; al entender que si respiramos estamos vivos y si estamos vivos tenemos una responsabilidad con nosotros mismos, con nuestro entorno, con nuestra familia, con la sociedad; salir adelante, no ser una carga para ninguno de ellos y, por el contrario, dar lo suficiente cada día para vivir la vida en plenitud a pesar de las circunstancias”, menciona.


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Este santandereano de cepa, oriundo de Valle de San José, fue salvado por las aguas, cuando eligió el deporte como salida para superar la etapa más dolorosa de su camino; el atentado perpetrado por grupos al margen de la ley, del que fue víctima a sus 18 años, en el que perdió la vida su hermano mayor y que marcaría la suya pasa siempre.

Cuando el dolor impulsa

“El martes 13 de octubre del 92, yo comencé a trabajar con mi hermano en la Costa, en Santa Marta, específicamente donde él era comerciante, compraba ganado, cosechas de café y cacao; ese día se hicieron efectivas las amenazas impuestas a los comerciantes de la región. Mi hermano no pensaba que provenían de un grupo organizado, que estaba cobrando vacuna a todo el mundo y el que no pagaba se iba o se moría. Eso fue lo que aconteció, ellos no sabían que éramos hermanos; simplemente porque estaba con él me dispararon; así sucedieron los hechos. De Santa Marta me trasladaron ocho días después a Bucaramanga”.

Las ilusiones se resquebrajaron para este joven y su familia. Además de su irreparable pérdida familiar, Moisés perdió la movilidad de la mitad de su cuerpo, a causa de seis disparos que le propinaron. Luego de su depresión y varios intentos fallidos por quitarse la vida, encontró en el deporte lo que le hacía falta para dar un giro inesperadamente positivo a su existencia, en el que fue fundamental el apoyo de sus seres queridos.

“La vida me cambió de una manera drástica, muy fuerte. Pasó un momento de duelo, de negación, de pensar que la vida no tenía sentido; pero es el deporte el que me muestra un camino de esperanza, de grandeza, de ilusión; sobre todo de empezar a querer vivir y con ello terminar de hacer esas modificaciones que tenía que hacer para continuar siendo una persona feliz y productiva”, recuerda Moisés a sus 46 años.


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Como pez en el agua

Nadar lo había hecho feliz siempre, era un nadador innato. Lo descubrió desde los cinco años, cuando amaba visitar la finca cerca del municipio de Betulia, junto a sus padres y hermanas, para ir a la quebrada, de la que salía arrugado como uva pasa.

“El deporte me permite integrarme con otras personas con discapacidad, darme cuenta de que no era el único que tenía problemas; pero a la vez era un espacio de distracción, y sin pensarlo estaba haciendo un proceso importante de rehabilitación tanto física y, aun más, recuperación mental y con ello, paso a paso, fui encontrando sentido a la vida”.

Moisés empezó a estudiar, terminó el bachillerato y una carrera profesional, contaduría pública, que ejerció a la par con el deporte. Su familia siempre representó un respaldo, sus padres, hermanas y, más adelante, su esposa, dos hijos. A esto se sumó la oportunidad de conocer más personas que aportarían de manera positiva a su vida y su carrera.

“Es una historia que nos enseña que es posible sacar resultados positivos, sí es posible ser feliz, productivo, sí es posible construir país; entonces de una u otra manera son muchas las razones y los motivos que nos inspiran a ser mejor, a dar lo mejor, a ser esa persona que desde muy pequeñito era feliz con lo que tenía. Siempre digo: es parte fundamental de la esencia del ser humano, ser feliz y ayudar a que otros también lo sean”, asegura.

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El proceso de reparación económica

Moisés hizo parte del proceso de Atención y Reparación de la Unidad para las Víctimas, y considera “que todo lo que haga el Estado para resarcir y restituir los derechos de los sobrevivientes del conflicto es importante, para que a las personas se les ayude y se les oriente, y puedan volver a través de unidades productivas, a retomar sus espacios para surgir y crecer en familia, y que la revictimización no sea una alternativa”.

Sin embargo, reconoce que el hecho de recibir un monto económico por ese episodio traumático de su vida, le genera sentimientos encontrados.

Un final feliz

La vida de Moisés transcurre hoy entre su casa, trabajo y el complejo acuático del Inder en Bucaramanga; ahí entrena cotidianamente para las nuevas cruzadas olímpicas; también se dedica a dictar charlas de seguridad en el trabajo y conferencias de emprendimiento, empoderamiento y liderazgo, basadas en su propia experiencia en diferentes empresas de todo el país.

Carlos Calderón Fuentes, entrenador profesional y sobrino de Moisés, afirma que desde que recuerda, su tío ha sido ejemplo de lucha para quienes le rodean, incluyendo la selección de personas con capacidades excepcionales para el deporte, a quienes entrena a diario y para los cuales Moiso, como lo llaman, representa su mayor motivación.

El galardón dorado de Montreal, fue solo uno de sus reconocimientos, de los cinco que suma en su trayectoria internacional. “Sin lugar a dudas, uno de los mayores triunfos ha sido en Pekín 2008, donde se logró para Colombia, la medalla de bronce, primera en la historia del país en el siglo 21, y que marcó un giro importante para el deporte paralímpico”, menciona con orgullo.

Pekín, Portugal, Canadá, Río de Janeiro y Londres, se cuentan entre los escenarios que han sido de aprendizaje y gloria para el deporte paralímpico colombiano por cuenta de Moisés. Entre sus momentos de ensueño está el de la premiación, cuando suena el himno nacional a miles de kilómetros de distancia de su natal Santander, es el preciso momento en el que su corazón se acelera de nuevo como en la competencia y su piel se enchina al escuchar las notas que le recuerdan el camino recorrido, nada fácil, pero que en definitiva ha valido la pena.

“Obviamente escuchar el himno a ese nivel creo que es uno de los momentos especiales de un ser humano. En el caso de nosotros como colombianos, nos sentimos orgullosos de lo que somos, de lo que hacemos y de lo que representamos”, afirma.

Hoy, a la espera de los juegos de Tokio, que por primera vez se aplazan en el marco de la pandemia de COVID-19, Moisés continúa entrenando para conseguir nuevamente el sueño dorado, y reflexiona sobre cómo el ser humano tiene que adaptarse a situaciones que ponen a prueba su capacidad de supervivencia, confirmando que, es a través de estas pruebas que se puede sacar lo mejor de cada uno. 

El protagonista de esta y otras historias publicadas en grandes medios, da cuenta también de los triunfos obtenidos como ser humano, por su carisma, su actitud y la fuerza mental, que dejaron a la discapacidad y a un pasado doloroso, ocupando un segundo lugar, tanto en los titulares como en la vida real.

(Fin/YUM/LMY)


Unidad para la Atención y la Reparación Integral a las Víctimas
Oficina Asesora de Comunicaciones - 2020