Montería

Las historias en Córdoba son sinónimo de resistencia de personas y comunidades que decidieron desde hace años hacerle frente a la guerra con dignidad y memoria.

Dar la mano

El nombre de este especial web está condensado en las historias de Córdoba. Las personas y comunidades reparadas son testigos reales del interés primario de La Unidad para las Víctimas de buscar aliados y dar la mano para retomar el camino de un futuro posible.

Una de esas historias es la de Freddy Torres, nacido en Turbo (Antioquia) pero desplazado por la violencia a los 14 años de edad. Su futuro -como el de tantos muchachos de la zona- estaba en el fútbol: “Teníamos un equipo muy bueno en una Copa que se llamaba Coca-Cola… de ahí salió Guillermo Cuadrado y otros tantos que están en el torneo local, pero yo no pude seguir con ellos porque me tocó irme”, dijo.

El desplazamiento forzado se dio porque su papá era un líder comunal, y como si se tratara de un pecado mortal, lo amenazaron de muerte hasta que obligaron a irse. Meses después, una madrugada de marzo de 2003, va por su familia y se van para Montelíbano.

Freddy comenzó a estudiar en un nuevo colegio y siempre se destacó por sus notas. Fue monitos y muchos de sus amigos le pagaban para que le dieran clases privadas. Era un verdadero pilo que ganaba las olimpiadas matemáticas. Y según él, ese tipo de pensamiento basado en fórmulas y datos concretos fue el que le permitió alejarse del pasado y programar una vida pensando únicamente en un futuro posible. Solo necesitaba un empujón: una beca.

Al terminar el colegio se fue para Montería y como víctima de desplazamiento buscó a la Unidad para las Víctimas. En 2013 escuchó del Fondo de Reparación para el Acceso, Permanencia y Graduación en Educación Superior para las Víctimas del Conflicto Armado; aplicó y le dieron una beca para pregrado en la Universidad Pontifica Bolivariana de la capital de Córdoba.

Este año Freddy se gradúa como ingeniero electrónico y ya montó una microempresa de riego inteligente y energías renovables. Aprovechó el empujón y retomó un camino con futuro.

Algo parecido, pero de manera colectiva, está sucediendo a tres horas de Montería, en San José de Uré. Una población mayoritariamente afro que desde hace décadas se ha armado de música y fe para no desaparecer por culpa de la violencia. “Somos históricamente victimizados por unos y otros, han tratado de desaparecernos y la verdad es que cuando lo pienso no entiendo por qué todos los actores de ensancharon con nosotros”, dijo, Villamil Santos Vives, uno de sus líderes.

Esa victimización histórica fue una de las razones por la cuales La Unidad para las Víctimas los priorizó como sujeto de reparación colectiva. Dicha reparación ha incluido no solo dotación de sus lugares de reunión y bibliotecas, capacitación en comunicaciones, construcción de un muro para la memoria histórica sino el apoyo para que la música y la danza los ayuden a mantenerse firmes en la defensa por su cultura, incluso hoy, en medio del recrudecimiento de la violencia. “El movimiento pegado al ritmo es la forma propia de resistencia” dijo uno de sus líderes. Y también, una forma de seguir por el camino de la vida.

Danza, tambores y ecuaciones

A primera vista, las matemáticas y los tambores tienen poco en común. Escucha en estos podcasts de qué manera se convirtieron en tabla de salvación para varios habitantes de Córdoba.

Un futuro color atardecer

Este video demuestra cómo la esperanza de los habitantes del corregimiento de Leticia en Montería, Córdoba fue pintada con el mismo color de los atardeceres cordobeses.