Medellín

La capital de Antioquia ha tenido todos los actores armados y todas las expresiones de la guerra, pero también ha generado las más destacadas formas de reparación que hoy sirven de ejemplo para el país.

Planear y resistir

La vida en Medellín ha hecho camino de forma colectiva. Casi cada barrio de las periferias tiene una historia de hombres y mujeres que se reunieron en una casa, en una esquina o en un parque para planear el futuro en momentos en que todo parecía un sin sentido.

A veces bastaba con el liderazgo de una sola persona para que toda una comunidad reconociera la importancia de buscar otra opción, otra forma de ser.

Dos ejemplos claros de lo anterior están en San Cristóbal (un corregimiento vecino de la Comuna 13) y en el barrio Llanaditas, en la Comuna 8 de la ciudad. En el primero, un grupo de muchachos cargados de proyectos decidieron cambiar la historia de un barrio marcado por el conflicto armado: ““Por lo menos la de los jóvenes, dice Cristián Álvarez, uno de sus líderes. Nos dimos cuenta de que si no hacíamos nada, si nos quedábamos quietos, la guerra nos iba a comer a todos”. ” La historia comenzó a cambiar hace más de una década, cuando un puñado de jóvenes se reunieron para combatir la guerra con arte. Hoy, gracias al apoyo de la Unidad para las Víctimas, cuentan con talleres de fotografía, una casa grande donde se reúnen hasta ocho colectivos de la zona y acompañamiento como sujetos de reparación.

Esa efusividad y las ganas de cambiar su destino parece replicado en la montaña del frente; para ser más exactos, en la Comuna 8. Allí, Casa Diversa ha hecho historia a partir del liderazgo de un grupo de hombres y mujeres que, empoderados de su sexualidad, han enfrentado un territorio hostil que por momentos ha querido eliminarlos: ““Nada nos detuvo en la defensa de nuestros derechos, hemos sido muy coaccionados porque nos define la amistad y nuestra condición sexual””, dice Andrés Gutiérrez, uno de sus líderes.

El 25 de enero de 2016 se convirtió en el primer grupo LGBTI en ser reconocidos como sujeto de reparación colectiva por la Unidad para las Víctimas. Fue el primer caso en Colombia y en el mundo en donde un sector LGBTI es reconocido ante el Estado como víctima del conflicto armado. Cada una de las personas que componen el colectivo cambiaron su realidad para siempre; defendieron y lo siguen haciendo, el derecho a estar en el espacio público. Generaron una red de alerta para personas LGBTI en caso de violencia. En suma, este grupo de muchachos y muchachas entre los 14 y 18 años de edad se convirtieron en un referente para toda la ciudad y lograron transformar su proyecto de vida.

El ejemplo arrastra

Escucha en este podcast la valerosa historia de un grupo de muchachos y muchachas que se volvieron referente nacional para la comunidad LGTBI en la defensa de sus derechos.

El arte nos salva

Casa Loma, en la parte más empinada de San Cristóbal, reúne el trabajo de 8 colectivos de arte y comunicación que trabajan por cambiar la historia de violencia de Medellín.