Escudo de Colombia y texto de la Unidad para las Víctimas

La “Resilencia doradina” se erige como símbolo de resistencia

En este municipio del Meta con nombre de leyenda, en el que hay aproximadamente 4.035 habitantes, donde la gente usa azadón, pala, machete y sus manos para sobrevivir y para darle vida a la vida a través de la siembra en extensas sabanas verdes, allí existió el terror que opacó la sonrisa y golpeó la producción agrícola.

Allí hubo despojo de tierras, actos terroristas, amenazas, desaparición forzada, homicidios, secuestro y un alarmante hecho victimizante: 3.589 sucesos de desplazamiento forzado.

Pero, como dice la primera estrofa del himno nacional, cesó la horrible noche, y la resiliencia de sus habitantes se hizo manifiesta. La necesidad de producir cacao, plátano y frutas como la naranja, como medio de sustento, se sobrepuso al dolor. Para ello, 73 valientes hombres y mujeres emprendieron la tarea de trabajar en comunidad.

Estas personas vislumbraron un futuro en paz y hoy, después de cerca de nueve años, los frutos se ven. El Dorado cerró el ciclo de reparación colectiva para las 2.163 víctimas que dejó la violencia en el 2021. Esa cosecha se fue recogiendo a lo largo del tiempo con el apoyo del Estado que invirtió para resarcir lo mucho que se perdió: acompañamiento psicosocial, obras, proyectos productivos, inversión social, adecuaciones, dotaciones y, por ùltimo y no menos importante, una majestuosa escultura que cada persona que la ve puede comprender el valor que recobró este municipio.

Desde que la Unidad para las Víctimas inició con el proceso del Plan Integral de Reparación Colectiva invirtió más de $1.381 millones, destinados a diferentes medidas y jornadas para resarcir el daño sufrido, dentro de las cuales vale la pena destacar: eventos deportivos para fortalecer el tejido social, apoyo a la reactivación del “día del campesino”, acciones tendientes al rescate de la “llaneridad”, embellecimiento del entorno comunitario como recuperación de la tradición campesina en sus usos y costumbres.

Además, los doradinos accedieron a diferentes dotaciones escolares, instrumentos musicales, maquinaria agrícola y proyectos de infraestructura, entre otros.

“Resiliencia Doradina” está ubicada en un pequeño terreno a 60 kilómetros de la capital metense. Es una estructura forjada en hierro que mide aproximadamente cinco metros desde su base hasta la copa, que forma un frondoso árbol cargado con los frutos provenientes de esa tierra fértil. Para ello la artista Diany Martínez se basó en cada una de las expectativas de la comunidad y en el significado que para ellos tienen su tierra y la agricultura y recordó la leyenda del árbol kaliawiri, que recrea la cultura ancestral, que habla de un antes en el que no había comida y nadie sabía cultivar hasta que un indígena en sus andanzas nocturnas descubrió un árbol en cuyas ramas crecían la piña, la yuca, el ñame, el chontaduro y otras plantas, que semejan los cultivos que brotan en esa parte del departamento del Meta.

Así fue como tomó forma la representación del amor a la tierra, el interés y la necesidad de cuidar y mantener en el tiempo el proceso que durante años las víctimas del conflicto como Fulgencio Alvino y demás miembros del comité de impulso del Sujeto de Reparación Colectiva de El Dorado han demostrado. Un trabajo comunitario al que, como lo expresa Alvino, “le metieron el hombro y al ver que, si la gente no participa en los proyectos que hay, no se llega a ningún término feliz”. Pero, además, destaca que “la escultura es en honor a los campesinos que resistimos y estamos en el territorio aún”.

Desde la Unidad para las Víctimas se aportó desde el año 2013 para que el sueño de la “Resiliencia doradina” hoy esté un poco más cerca y las víctimas del conflicto puedan vivir en una Colombia en paz.

(DSC/COG)