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Las notas musicales que transforman El Salado

Por: César A. Marín C.

Bienvenidos a El Salado todo el que piense en la paz,
y el que le gusta cantar pues que se venga conmigo,
pues yo quiero que seas mi amigo,
y algo te quiero enseñar

Este verso vallenato lo compuso e interpreta don Samuel Torres,  un hombre casi setentón que se dedica a la agricultura y vive en El Salado. En la región, las personas que tienen este tipo de aptitudes artísticas son conocidas como decimero, una especie de juglar que recita versos.

Él le ha compuesto versos a su familia, a la paz, a sus amigos y también a las víctimas de las masacres que ocurrieron en este corregimiento, jurisdicción de El Carmen de Bolívar.

Recuerda que, de joven, cantaba rancheras, vallenato y mapalé, pero que, de muy niño “un tío paterno que declamaba décimas me decía: `Te voy a enseñar para que seas decimero’ y me gustó la tonalidad de él, me gustaba cómo lo hacía. Incluso, me dijo que cuando se muriera yo le tenía que cantar en el cementerio, y así lo hice, eso sí, con el permiso de sus hijos”.

Samuel destaca el papel de los jóvenes saladeros que se dedican a la música. “Valoro lo que ahora hacen los jóvenes saladeros que tienen inclinaciones culturales, musicales o artísticas, porque a los jóvenes ahora no les gusta el campo, y es entendible porque ellos tuvieron una decepción toda vez que en los últimos 40 años la guerra se concentró en el campo y ningún joven quería ser campesino, por eso es bueno que los que están acá se dediquen a la música. Es más, creo que cada joven que se dedique al arte será un combatiente menos para la guerra”, concluye.

El arte para cerrar las heridas

Artísticamente, en la región se destaca la Corporación de Música de El Salado, que es un grupo de niños, niñas y jóvenes que se dedican a la música y al baile. El profesor de la escuela de música es Javier Fernández, un saladero de 18 años que desde niño tuvo inclinaciones artísticas.

Con orgullo habla de sus alumnos. “Estos muchachos son demasiado inteligentes, siempre vienen con la disposición de aprender algo nuevo y también a enseñarme algo a mí, también trabajamos mucho el tema de los valores y principios. Soy un convencido de que con la cultura y el arte aportamos a cerrar las heridas que la guerra ha dejado en la región”.  

Javier también destaca la aceptación que tiene el grupo en los saladeros. “El Salado siempre se ha destacado por ser una comunidad alegre y a la que le gusta mucho la música, entonces esta iniciativa ha sido como una especie de conexión con la comunidad que donde escucha un tambor, una gaita, un clarinete, pues allá llegan personas a bailar. Los ritmos básicos que trabajamos son la cumbia, el bullerengue, la puya, el porro y el fandango”.


Una de las integrantes del grupo es Nury Torres, líder juvenil y bogotana de 17 años que llegó hace cuatro a vivir a este corregimiento montemariano. Según ella, con la música pretende cambiar el imaginario colectivo que hay en el resto del país con respecto a El Salado. “Cuando uno busca algo sobre este corregimiento en internet o ve algo en los grandes medios de comunicación, solo se habla de las masacres, y lo que yo quiero es que se tenga otra imagen de acá: que el país sepa que acá existe un grupo de jóvenes músicos y de baile que, a través del arte, trabajan por la paz y quieren cambiar la imagen de esta región”, concluye.


Por eso es, que a nuestros hermanos
que Dios los tenga en la gloria,
nosotros desde El Salado cantamos en su memoria (bis)

Samuel Torres


Unidad para la Atención y Reparación Integral a las Víctimas
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