Francia Giraldo, ejemplo de la resiliencia Emberá 

Francia Elena Giraldo Guasorna es tal vez hoy por hoy una de las líderes del pueblo Emberá de mayor reconocimiento en el departamento de Risaralda. Su nombramiento como Mujer Comfamiliar en 2022 y recientemente su mención de honor en la ceremonia de Mujer Cafam fueron el premio a su silencioso trabajo de más de una década.

La mayor lucha de Francia Elena Giraldo Guasorna ha tenido todo que ver con la equidad de género y si a esto le agregamos que es una mujer indígena emberá, el esfuerzo se hace mucho más icónico, porque en su cultura las mujeres siempre han convivido con la estructura patriarcal que ha relegado las labores ejercidas por mujeres.

“Francia es una mujer emberá que todos los días se levanta a luchar por sus compañeras, quiero que la balanza esté a la par, que lo compañeros se den cuenta que nosotras como mujeres no queremos ser más que ellos, pero tampoco menos, que tenemos los mismos derechos que ellos tienen a nivel del resguardo, departamento y país”, argumenta con voz pausada, pero siempre firme.

Para esta líder de Pueblo Rico, territorio risaraldense, los derechos de las mujeres han sido vulnerados en todas las etnias emberá, afro y mestiza, por eso dice que quiere seguir luchando por los derechos y por demostrar que son capaces: “Si somos creadoras de vida, a través de nuestros hijos, entonces por qué no ser capaces de hacer las cosas que hacen los compañeros, esta es mi bandera diaria y detrás de esto se vienen muchas otras cosas”.

Para Francia su campaña la inició desde muy joven, la marcaron las reuniones en comunidad o asambleas en las que siempre los que tenían voz eran los hombres, mientras las mujeres eran relegadas a un rincón sin poder opinar.

“Recuerdo que un día ya hace más de 15 años fui a mi vereda Kundumí, en las entrañas del corazón verde del Eje Cafetero y reuní a unas compañeras para manifestarles que no podíamos seguir así, que era hora de demostrar de qué estábamos hechas, de inmediato recibí su aprobación y comenzamos el proyecto de la panela”.

En ese momento los hombres se burlaron de ellas, e incluso las enviaron a la montaña más empinada para probarlas, pero hasta allá subieron provistas de hacha, azadón y machete, sembraron dos toneladas de caña y se convirtieron en heroínas para que muchas mujeres más siguieran sus pasos.

“Hoy en día ya crecimos y pasamos de un solo grupo de mujeres a siete, y del trabajo nos beneficiamos toda la comunidad. Somos alrededor de 318 personas”.

Según Francia Elena Giraldo Guasorna, este proceso también comienza desde casa, es algo que debe inculcarse a las niñas, para que no dependan de nadie y que como mujeres tengan derecho a decidir sobre su cuerpo, también a estudiar, a hacerse profesional e ir al médico, igual que cualquier ser humano.

“Con este tipo de acciones muchas jóvenes van entrando en razón, apoyan las ideas y eso es algo que me hace sentir muy orgullosa, por ejemplo, en mi vereda ya hay varias compañeras que son docentes, es allí donde uno empieza a ver los frutos de lo que sembró”.

Ese mismo activismo ella lo puede ver reflejado en su hogar, ya que a mediados de este año dos de sus hijas se graduarán como zootecnistas, mujeres que se van empoderando de su papel y siguen el camino que su madre les inculcó.  

El desplazamiento  

Francia Elena jamás se imaginó que con tan solo 12 años de edad le tocaría salir huyendo de su casa con el morralito de la escuela a cuestas, convirtiéndose en víctima del conflicto armado por hechos como el desplazamiento forzado y la amenaza.

“Estando muy jóvenes, a mi papá, que ejercía cargos de liderazgo en la vereda, le dieron 12 horas para que saliera o si no lo iban a matar. Fue muy duro, dejamos todo tirado, nos vinimos a la ciudad, no teníamos nada, nos acostábamos sin comer y me tocó salir de 12 años a trabajar en una casa de familia en Pereira para ganarme 150 mil pesos y poder ayudar a mi papá y mamá con el sostenimiento de mis cinco hermanos, todos menores que yo. Eso lo marca a uno para siempre”.

A pesar de la dureza de la prueba, esa experiencia también la ayudó a formar carácter y le dio más ganas de seguir luchando por las causas justas, porque a pesar de las adversidades se siente una mujer ganadora, ya que hoy por hoy el nombre de la mujer emberá está por lo alto.

En la actualidad la herida del conflicto está sanada para ella y puede hablar de paz, con toda la propiedad del caso: “La paz la necesitamos todos, pero esa paz nace con la sanidad de nuestras heridas y el perdón interior: si yo no sano y no perdono, no vamos a avanzar, porque viviría con el rencor contra quien me hizo daño y me convirtió en desplazada y amenazada”.

En la vereda contigua a la suya había dos reinsertados, pero entre todos lograron hacer un proceso de perdón con ellos, según Francia todos cometemos errores y ellos pidieron el perdón que finalmente les fue concedido: “hay que sanar desde el corazón, como seres humanos no tenemos derecho de juzgar a nadie. Por eso llamo a la sociedad a perdonar”.  

Mujer Comfamiliar

La vida de esta mujer emberá dio un gran paso hacia la concreción de sus sueños desde el año inmediatamente anterior, su reconocimiento como la Mujer de Año por parte de la Caja de Compensación sirvió de paso definitivo para ganarse el respeto de su comunidad.

“Mujer Comfamiliar fue algo que me venían insistiendo mi hermana y mi amiga Adriana, quienes me decían usted tiene un trabajo muy bonito que mostrar y con esta postulación pueden abrirse puertas para hacer más proyectos y hacerse más visible, eso fue hace como tres años y en ese momento pensaba que no estaba lista”.

Finalmente, tras tanta insistencia de sus familiares y amigos, Guasorna terminó accediendo a la postulación y en 2022 terminó quedándose con el máximo galardón. La experiencia retoma un trabajo que inició en el de 2008, un proceso de mostrar.

“Me dio mucha alegría y a la vez tristeza, porque a nosotros nos toca desempeñar un trabajo muy fuerte, cargar canastos de leña a la espalda, la caña, cargar panela, entonces uno reflexiona, tener que trabajar tan duro para destacar el papel de la mujer, algo que debería darse con naturalidad”.

Después vino el Premio Nacional Mujer Cafam en donde fue exaltada con una mención de honor y allí la alegría fue total, porque así no ocupara el primer lugar, ella sabía que su destacado papel era una ganancia muy grande, ya que estaba sonando a nivel de país.

Francia se destacó entre otras 158 mujeres postuladas con su obra social “Grupo indígena de mujeres productoras Kundumí”, e hizo parte de las 26 preseleccionadas, por su invaluable trabajo al liderar su comunidad y cuidar a otras mujeres.

“Creo que este tema del liderazgo creció desde casa porque mi papá siempre nos decía que no dependiéramos de nadie, que fuéramos mujeres echadas pa´lante así nuestro destino fuera ser madres cabezas de hogar, si el esposo se iba, tuviésemos la capacidad de sobrevivir solas con nuestros hijos”. 

Las costumbres que se perdieron 

Otra de las luchas de esta líder indígena risaraldense ha sido el rescate de las costumbres ancestrales. Las danzas, los cantos, las artesanías y la vestimenta han quedado de lado, ella quiere a toda costa luchar contra ese desarraigo.

“No podemos dejarle la carga a la líder o los profesores, les he dicho a las niñas que cómo se van a avergonzar de venir a la ciudad luciendo los lindos trajes típicos que tenemos, cuando nos ven nos admiran; mi traje y mi collar son un orgullo, el idioma es algo muy lindo que nos dejaron nuestros antepasados, así que no debemos perder el horizonte, nuestras raíces y nuestra cultura”.

Por ello, Giraldo Guasorna, acompañada de un puñado de sus mujeres y aliados, trabajan para rescatar las danzas tradicionales, los relatos ancestrales, la cestería, el vestuario, los colores con significación diferente para mujeres casadas y solteras.

Como líder de su comunidad, manifestó que le duele ver a comunidades enteras de su etnia en condiciones de desplazamiento o mendicidad en diferentes ciudades capitales.

“No es que mis hermanos salgan a la ciudad a practicar la mendicidad porque sí. Ese no es el deber, carecemos de muchas cosas en el territorio, pero muchos hemos resistido sin salir de nuestras comunidades. No obstante, desde luego queremos contar con vivienda digna y una mejor vida, ese es el mensaje principal, un mejor futuro para nosotros y nuestros hijos”.

Ella espera y sueña con que su comunidad tenga una vida digna a pesar de lo compleja que es la situación. Aspira que sus proyectos sean grandes y que pueda dejar un legado en la tierra que la vio nacer.

“Yo les digo a mis hermanos que nunca pierdan el horizonte y que trabajen en unión, ya que varias cabezas piensan mejor que una. También, le digo a las entidades que no vean el problema desde una silla de escritorio, sino que salgan y visiten los resguardos para que se enteren de las necesidades reales que tenemos para poder subsanarlas. Mi hijo menor me puso la canción de Shakira y definitivamente me aprendí esta frase que tiene que ver con todo este tema y es que hoy por hoy las mujeres no lloran, las mujeres facturan, eso es justamente lo que queremos hacer con nuestros proyectos”.  




Unidad para las Víctimas
Oficina Asesora de Comunicaciones, Bogotá 9 de abril de 2023