Blanca y el café con corazón de mujer que transforma a toda una comunidad 

Es familiar de una víctima de homicidio y desaparición forzada, y desde hace ocho años creó ASMUER, una asociación de mujeres caficultoras de Pitalito, en el sur del Huila, que con tesón y la transmisión de saberes están logrando que la juventud desista de abandonar la región y se decida por cultivar la tierra y amar el campo. 

Saliendo de Pitalito, por la vía hacia Neiva, a mano derecha en el primer desvío, hay una carretera que conduce a la vereda La Reserva; en esa dirección hay un valle como preámbulo, fincas con jardines, pastizales, riachuelos, guaduales, huertas, cultivos y gente amable que bordea el camino. Allí, a quien se le pregunte sabe dónde queda la trilladora de café de ASMUER.

Se le conoce no solamente por ser la única trilladora de la zona, sino también por su legado. ASMUER es la Asociación de Mujeres Emprendedoras de La Reserva, iniciativa que encabezó Blanca Elcy Ome Díaz, familiar de una víctima de homicidio y desaparición en el marco del conflicto armado. Ella completa ocho años de labores en esta vereda que, como su nombre lo indica, es una reserva de 100 hectáreas de bosque protegido por toda la comunidad, cuna del cedro negro en vía de extinción que da sabor al café que se produce en la región.

“En la asociación hay mujeres víctimas que tienen casos parecidos, que han perdido familia, hermanos, padres. En este momento somos 30 mujeres, todas trabajamos con el café, y este emprendimiento nos ha servido muchísimo: gracias a él hemos recibido capacitaciones, aprendimos a catar, a transformar, hasta a hablar, porque al principio nos daba miedo”, asegura.

Blanca sufrió los rigores de la violencia cuando tenía 10 años. Siendo una niña la vida le generó problemas y sufrimiento, que con el paso del tiempo ella aprendió a convertir en soluciones para su familia y para los demás. Esta huilense pudo ver el valor del fruto del café más allá de lo que se hacía con él cotidianamente: cosecharlo y venderlo. Ella comprendió el potencial del llamado grano de oro, que al transformarlo podía contribuir a los ingresos en su hogar y a mejorar la calidad de vida de otras mujeres, de toda una comunidad.

“Al principio no nos creían, nuestros maridos decían: ‘¡Ustedes están locas!, ¡cómo van a hacer! ¡quién les va a comprar! ¡se van a reunir puras mujeres ahí! ¡están mal de la cabeza!’. Ahora nos apoyan, y en la comunidad dicen que somos unas berracas y que debemos seguir”.

Al describir el producto final, representado en una libra de café tostado y molido, lo califica como el mejor. Cuenta que estos granos cuidadosamente cosechados han pasado por un proceso de lavado con fermentación controlada, lo que ha originado en ellos una serie de atributos en el sabor como la acidez media cítrica y un cuerpo medio residual, y asegura que este café no sabe solo a café, sino también a frutos amarillos como el banano y el maracuyá, también a panela, caramelo y caña de azúcar, y lo dice con la seguridad de quien ya es toda una experta en el arte del cultivo.

“El café es mágico. La naranja sabe a naranja, la mora sabe a mora, pero el café tiene muchos sabores: hay cafés que saben a chocolate, otros que saben a cacao, depende de cómo los manejes, como los tuestes, como le hagas la fermentación y el secado… el de nosotros tiene esos atributos”.

Blanca y su equipo iniciaron el proyecto con el acompañamiento de entidades gubernamentales y construyeron con sus propias manos una bodega para recibir la maquinaria que llegó a manera de dotación. Desde ese día no han parado de crecer: también producen vino, tortas, yogurt, barras energéticas y trufas de chocolate; todos derivados del café. Además, cuentan con sus propios lotes para caficultura e incluso le han apostado a la piscicultura, emprendimiento por el que sostienen, como asociación, ocho estanques con tilapia roja.

La producción de estos derivados y la sostenibilidad del proyecto les ha exigido adecuar una rutina semanal para cumplir con los compromisos por lo que todas se dividen las tareas: dos en la tostadora, dos empacan el café, otras dos elaboran derivados, dos más participan en ferias o mercados y así varían los turnos, de acuerdo con la necesidad. 

El poder transformador de Blanca y el legado de ASMUER 

El día a día en la asociación les ha permitido transformar también el imaginario de los jóvenes respecto al campo, para cambiar su idea de salir del territorio cómo única estrategia para encontrar un futuro prometedor en la ciudad. Esa cotidianidad les ha hecho conscientes de la necesidad de ese relevo de saberes, de que las nuevas generaciones aprendan a cultivar la tierra, a sembrar y a obtener el alimento que en ocasiones escasea.

“Gracias a Dios en la asociación en este momento le estamos enseñando a nuestros hijos a que no abandonen el campo, a valorar la vida en este lugar; yo tengo una hija de 19 años y ella vive contenta con la asociación… es bonito mirar el apoyo de las familias en estos momentos y poder aportarle al país”, afirma Blanca.

Según esta líder y emprendedora campesina, el poder transformador de quienes han sufrido el conflicto armado se halla primero en el perdón, en sacar los rencores, buscar salidas a los problemas y salir adelante, y en segunda medida, en el esfuerzo, el trabajo, la dedicación y las ganas con las que desempeñan su trabajo; ellas han visto como sus sueños se cumplen y siguen soñando.

“Es bonito cuando los sueños se hacen realidad. Tuve esa experiencia mala, pero la vida sigue, y si estoy viva todavía puedo hacer muchísimas cosas. Dios nos ha fortalecido; hay que tener mucha fe, seguir luchando y creer que en cualquier momento la vida va a cambiar, hasta que la transformación sea total”. 

“Haciendo envíos a donde nos digan” 

Sin duda el haber llegado lejos es el resultado de todo un proceso de transformación, y el asemejar la vida a un grano de café que atraviesa diferentes fases hasta alcanzar su especialidad le ha permitido brillar a ASMUER como producto de la unión y la búsqueda del bien común.

Ellas anhelan seguir llegando lejos, exportar sus productos, abrir su tienda en la vereda y negociar a gran escala. Ya existe una propuesta en el tintero de inversionistas chinos que están interesados en hacer alianza con ASMUER, y eso para el equipo es gratificante, no solo por ellas, también por sus familias, por la comunidad, por el país y por Pitalito, pueblo que presenta 33.961 personas víctimas del conflicto, cifra que equivale a un 25,8 % de la población del municipio, de las cuales 17.554 son mujeres.

“Hacemos envíos adonde nos digan”, concluye Blanca con esa seguridad del campesino para quien la palabra es sagrada. La asociación aparece en Instagram como @cafeasmuer, y en Facebook como Asmuer Corazón de Café.  




Unidad para las Víctimas
Oficina Asesora de Comunicaciones, Bogotá 9 de abril de 2023