En este corregimiento antioqueño, hasta la fecha se han indemnizado a cerca de 2.200 víctimas del conflicto armado. Entretanto, el proceso de reparación colectiva se encuentra en fase de diseño y formulación.

Bogotá

El 22 de octubre de 1997, un grupo de paramilitares incursionó en el corregimiento El Aro, jurisdicción del municipio de Ituango (Antioquia), donde asesinaron a 17 campesinos en estado de indefensión, entre ellos al presidente de la Junta de Acción Comunal.

Por estos hechos, en sentencia del 1 de julio de 2006 (Literal 397), la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) otorgó una reparación de carácter colectivo para la comunidad de El Aro.

Posteriormente, la Unidad para las Víctimas, con base en lo ordenado por la Corte, inició el proceso reparador con el Sujeto de Reparación Colectiva Corregimiento El Aro.

En las primeras acciones, el 1 de marzo de 2013 se llevó a cabo la socialización del Programa de Reparación Integral Colectiva a instancias del Comité Territorial de Justicia Transicional del municipio de Ituango. Posteriormente, el 5 de noviembre del 2014 se realizó el primer acercamiento con esta comunidad.


A la fecha se han indemnizado un total
de 2.188 personas por un valor cercano
a los 20.000 millones de pesos.


De las 2.188 personas indemnizadas, 1.100 son hombres, 1.087 mujeres y 1 pertenece a la comunidad LGBTI.

Hoy, el Sujeto de Reparación Colectiva Corregimiento El Aro se encuentra en la fase de diseño y formulación de su Plan Integral de Reparación Colectiva.

Ituango es uno de los municipios con mayor extensión del departamento de Antioquia. Su posición geográfica facilita la conexión con regiones de gran riqueza e importancia estratégica para los actores armados: ubicado en la subregión Norte del departamento, limita al norte con los municipios de Tierralta y Puerto Libertador (Córdoba) y Tarazá; por el nororiente con Valdivia, Briceño y Toledo, por el suroriente con Sabanalarga y por el sur con Peque y Dabeiba. Como tal, el municipio comprende tres corregimientos: Santa Rita, La Granja y El Aro, este último está ubicado en zona de amortiguamiento del Nudo de Paramillo, macizo montañoso.

Este corregimiento se caracteriza por ser principalmente rural. Sus pobladores se dedicaban a la ganadería y a la agricultura, la cría de gallinas, cerdos y vacas; cosechas de maíz, frijol, café, arroz y los cultivos de pancoger, entre otros.

Históricamente, ha sido una comunidad que mantiene un arraigo a sus tradiciones y costumbres, las cuales han girado alrededor de sus labores con la tierra, relaciones de familia, vecindad y participación comunitaria. Por lo que el paso de la violencia a costa del bienestar de este municipio fue demoledor, los hechos victimizantes más impactantes fueron los homicidios y el desplazamiento forzado.


A raíz de la masacre, sus tradiciones y sus prácticas culturales se fueron perdiendo, debido a que muchas personas no volvieron al pueblo después de los desplazamientos. Se dejaron de lado las fiestas, convites y reuniones, se terminó la confianza y se disminuyeron las actividades de comercio, lo que además contribuyó a
que se marchitara su agricultura.



Sin embargo, hoy en día la comunidad de El Aro se reúne para que en el diseño, formulación y futura implementación de su plan de reparación colectiva, puedan iniciar un nuevo camino para recuperar aquello que la violencia les quitó hace tantos años. Muchas de las víctimas del conflicto armado quieren retomar sus tradiciones, los encuentros de fin de semana, las reuniones asociadas a las fiestas tradicionales y esos grandes intercambios comerciales y culturales en los mercados del domingo.


Los hechos ocurridos en 1997 fueron de gran impacto emocional para la población. Terror, humillación y degradación, destrucción de la identidad y cultura de la población fue lo que ocurrió con esta masacre, un fenómeno que trasciende el entendimiento.
El impacto se refleja en palabras de los mismos campesinos: “Nos quedamos sin pueblo”.
María Doralba aún recuerda lo ocurrido.



Años 80

Frentes de las Farc transitaban por los caminos y veredas de El Aro en Ituango, Antioquia. Hubo extorsiones y sometimientos a la población.

1996

Grupos paramilitares quisieron sacar a la guerrilla del territorio y tomar el control.

22 de octubre -
12 de noviembre de 1997

Las denominadas Autodefensas Campesinas de Córdoba y Urabá se tomaron El Aro y acusaron a los pobladores de ser auxiliadores de la guerrilla. Los paramilitares hurtaron bienes, torturaron, amenazaron, secuestraron, violaron mujeres y provocaron el desplazamiento de la población.

2005

Se da paso a la Ley de Justicia y Paz (Ley 975) para facilitar el proceso de desmovilización paramilitar y que los autores de la masacre se responsabilizaran por los hechos ocurridos.

2006

La Corte Interamericana de Derechos Humanos condenó al Estado colombiano por los hechos ocurridos en El Aro, obligándolo a responsabilizar a los culpables y a reparar a las víctimas de manera colectiva.

Inicia la reconstrucción del tejido social y la reparación colectiva 

Los hechos ocurridos en 1997 fueron de gran impacto emocional para la población. Terror, humillación y degradación, destrucción de la identidad y cultura de la población fue lo que ocurrió con esta masacre, un fenómeno que trasciende el entendimiento. El impacto se refleja en palabras de los mismos campesinos: “Nos quedamos sin pueblo”. 

La comunidad campesina de El Aro propone la realización de actividades artísticas para su plan de reparación, las cuales necesitan apoyo. Aura Yadira Palacio es una de las tejedoras y tiene constituido un grupo de canto que requiere nuevos instrumentos.  

Marzo de 2013

Socialización del programa de reparación colectiva en el marco del Comité de Justicia Transicional del municipio de Ituango.

Noviembre de 2014

Realización del primer acercamiento con la comunidad de El Aro para hacer la socialización de la Ruta de reparación.

Diciembre de 2014

Se presenta a esta colectividad la medida de rehabilitación comunitaria, que se aplica a través de la estrategia ‘Entrelazando’ para fortalecer el tejido social y restablecer los vínculos de confianza y la superación del dolor, además de enfrentar el miedo e incertidumbre. Se identifican a los líderes cuidadores para asumir el rol de tejedores y tejedoras.

Agosto de 2015

Declaración por parte de la comunidad de los hechos victimizantes a través del Formato Único de Declaración, testimonios que posteriormente son valorados por la Unidad para las Víctimas.

Diciembre de 2015

Inclusión de la comunidad campesina del corregimiento de El Aro en el Registro Único de Víctimas como Sujeto de Reparación Colectiva.

Abril de 2016

Se avanza en el proceso y desarrollo de la Ruta de reparación colectiva y se identifican los aspectos que representan violaciones a los derechos humanos.

El Sujeto de Reparación Colectiva de El Aro se encuentra en la fase de diseño y formulación de su plan de reparación. Las víctimas recuerdan lo sucedido y trabajan para la reconstrucción del tejido social fracturado por el conflicto armado.
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Unidad para la Atención y Reparación Integral a las Víctimas
Oficina Asesora de Comunicaciones, Bogotá 6 de noviembre de 2022