Gregoria Flores es una mujer magangueleña que dejó atrás la violencia sufrida por el conflicto armado, en el sur de Bolívar, para convertirse en una fabricante de joyas en plata y oro, gracias a no olvidar sus saberes ancestrales. Hoy le da empleo a otras personas y tiene su joyería en una zona prestigiosa de Bogotá.