El arte, clave para resistir el conflicto entre las comunidades afro

La música, el canto, la devoción por la familia y el auto-reconocimiento como etnia han sido las claves de las comunidades afro, fuertemente afectadas por el conflicto armado, para resistir la violencia en sus territorios, dice la directora territorial de la Unidad para las Víctimas en el Chocó, Betty Moreno.

Para la funcionaria, a cargo de la seccional que lidera 33 procesos de reparación colectiva, de los cuales 17 son étnicos -entre indígenas y afro-, “se ha hecho resiliencia a partir de lo que somos: como pueblo, como etnia. A través de la música, el canto y el movimiento, se han encontrado elementos de tranquilidad y de paz”.

“También a través de nuevas estrategias sociales, de solidaridad. El arte nos sirve para encontrar felicidad, alegría, para reencontrarnos en el día a día”, insiste Moreno.

Estos elementos han sido esenciales para que las comunidades del Pacífico colombiano, que han padecido la violencia de todos los grupos armados del país, hayan podido resistir los embates de las balas.

“El conflicto armado ha afectado de manera desproporcionada a la población afro. No solamente les ha sacado de su territorio, sino que les ha dañado lo más importante, que ha sido el tesoro de la población afro del Chocó y de Colombia: el apego a la paz”, asegura la mujer que dirige esa oficina desde que se creó la Unidad en 2012.

La población afro, que reivindica su “religiosidad, la espiritualidad, las costumbres, la cultura y tradiciones”, siempre ha sido “apegada a trabajar de manera especial todo lo que la naturaleza le da: minería, pesca, producción agrícola o pecuaria”.

Ese vínculo “quedó lesionado por el conflicto armado”, además de la unidad familiar, agrega Moreno. “La familia ha sido no solamente el núcleo más importante que reconoce la constitución sino que es nuestra mayor riqueza”.

Además, el término “familia” es más amplio entre las comunidades afro, lo que extiende su afectación. “Nuestras familias no solamente la constituyen padres o madres sino que se extienden a los primos, sobrinos, abuelas… e incluso a la gente que comparte con nosotros el mismo espacio territorial, sin tener relación consanguínea”, añade Moreno.

“Por eso, la desproporción no solamente es porque los han sacado de su territorio sino que se ha llevado consigo todos sus tesoros: la paz, la familia, la cultura”.

El trabajo de la Unidad para las Víctimas

Teniendo en cuenta este particular impacto del conflicto armado, la Unidad para las Víctimas adelanta los ya mencionados procesos de reparación colectiva con comunidades étnicas.

“Hemos construido procesos de reparación colectiva pertinentes, que nacen de las entrañas de los pueblos”, afirma Moreno, quien destaca el esfuerzo de la Unidad para acercarse a las distintas poblaciones.

“Estamos recurriendo a saberes ancestrales, a todo lo que el conflicto armado ha ido rompiendo para entretejer una nueva sociedad que nos permita rescatar valores, rescatar sentido de pertenencia, volver a las tradiciones, y a los territorios”, asevera.

El objetivo es adelantar “estrategias como la llamada Entrelazando, que busca hacer esa recuperación social y sanar a las personas, pero que lo hagan juntas”, afirma.

Sobre el auto-reconocimiento como etnia, afirma que “eso no solamente te da sentido de pertenencia sino también te hace sentir parte de algo. De un grupo étnico, de una cultura, del territorio, de procesos, de una familia”.

Galería fotográfica

En Colombia existen 4.311.757 personas que se auto-reconocen como negras, afrocolombianas, raizales o palenqueras. El 80% de los sujetos étnicos que habitan el territorio nacional pertenece a esta comunidad.