En un acto profundo de memoria y esperanza, el nueve de abril se vivió una representativa jornada en la Plaza de Bolívar de Bogotá y en otras 20 ciudades del país, en la que miles de voces se unieron para rendir homenaje a las y los colombianos que han sufrido los vejámenes del conflicto armado.
Bajo lel mensaje central “Potenciar las Voces de las Víctimas Dignifica, Transforma y Repara”, la Unidad para las Víctimas lideró el acto de conmemoración del Día Nacional de la Memoria y Solidaridad con las Víctimas del Conflicto Armado, con la convicción de que solo poniendo en el centro a quienes han padecido las afectaciones de la violencia, podremos construir una paz duradera.
La Plaza de Bolívar se convirtió en un escenario vivo de resiliencia: emprendimientos liderados por víctimas, manifestaciones artísticas llenas de simbolismo y espacios de diálogo conmovieron a cientos de asistentes. El arte, la palabra y la memoria se entrelazaron para decir, con fuerza, que las víctimas no están solas, que su dignidad no es negociable y que sus historias jamás serán olvidadas.
Uno de los momentos más emotivos de la jornada, fue el Campanazo por la Paz, realizado en alianza con la Conferencia Episcopal. Durante esta actividad las campanas de iglesias en todo el país repicaron al unísono como un llamado urgente a la reconciliación de Colombia, como la base para avanzar en la construcción de la paz. La eucaristía ofrecida por el padre Francisco de Roux también fue un momento de recogimiento, sanación y unión.
Durante su intervención en la conmemoración pública, la directora general (e) Gloria Cuartas afirmó que “no podemos caer en la desesperanza” e hizo un llamado al ELN, a las disidencias, al Clan del Golfo y otros grupos armados a cesar su accionar violento.
En el marco del Día Nacional por la Memoria y la Solidaridad con las Víctimas, las y los 74 delegados que integran la Mesa Nacional de Participación Efectiva de las Víctimas participaron del primer plenario de 2025 y tuvieron cinco intervenciones en el plenario del Congreso.
La coordinadora de la Mesa, Eucaris Salas Salas, reiteró el llamado al presidente Gustavo Petro para que reciba una comisión de la Mesa Nacional y escuche directamente a sus representantes. También, subrayó que la dignificación de las víctimas no solo es responsabilidad del Estado, sino un deber de toda la sociedad e hizo un llamado a trabajar conjuntamente.
La voz de las víctimas resonó en el corazón del poder legislativo. En la plenaria del Congreso, fueron las víctimas quienes ocuparon el centro de la conversación, de la memoria y de la esperanza.
“Como víctimas exigimos verdad, justicia y reparación integral como garantía de no repetición.”
“No podemos olvidar el rostro de cada víctima y el dolor que hemos tenido que padecer”.
Francisco Pedraza, víctima de campo minado
Asimismo, durante su discurso en la plenaria del Congreso, la directora general (e) Gloria Cuartas propuso una comisión accidental interpartidista para, en el marco del Acuerdo de Paz, tener un diálogo técnico sobre lo que significa el costo de la reparación individual, colectiva y de las víctimas en el exterior.
“Necesitamos de todos los partidos políticos para que, con un pacto por las víctimas, superemos las diferencias que tenemos y hagamos un pacto político para que juntos busquemos una salida económica y política y podamos atender integralmente a las víctimas del conflicto. No hay reparación a las víctimas si el Acuerdo de Paz, en su integralidad, no se implementa”, dijo Cuartas Montoya.
En el marco de esta conmemoración, diferentes entidades del Gobierno Nacional se reunieron en la Plaza de Bolívar para reafirmar su compromiso con avanzar interinstitucionalmente en la reparación integral de las víctimas del conflicto armado del país.
Durante el actual periodo presidencial, se ha hecho una asignación presupuestal histórica para la implementación de la política de víctimas, al incrementar desde 2024 el presupuesto de la Unidad para las Víctimas en 48%, alcanzando los $2,3 billones en 2024 y $2,4 billones en 2025. Esta asignación presupuestal demuestra que el gobierno le apuesta decididamente a la construcción de la paz y la atención integral de las víctimas.
Además, durante el actual periodo presidencial se han ordenado 496.989 indemnizaciones administrativas a 452.471 víctimas del conflicto armado por valor de $4.250.078.960.118 (4,25 billones de pesos) superando los logros del cuatrienio anterior (426.045 indemnizaciones administrativas) y de todos los anteriores. Esto fue posible gracias a que este Gobierno ha hecho las asignaciones presupuestales más altas desde que existe la medida de indemnización administrativa.
A estas medidas se suma que, entre agosto de 2022 y marzo de 2025, se implementaron 1.068 acciones de reparación colectiva avanzando en la ejecución de los Planes Integrales de Reparación Colectiva (PIRC), que benefician a 186 sujetos de reparación colectiva. En el mismo periodo, se indemnizó a 67 sujetos de reparación colectiva étnicos por un valor cercano a los $37.688 millones de pesos.
La Unidad para las Víctimas reitera su compromiso con la construcción de la paz, la justicia social y la no repetición, para garantizar que las voces de las víctimas del conflicto armado se sigan amplificando y se logre avanzar en su reparación integral efectiva.
La Unidad para las Víctimas lideró y continuará liderando "Visibles", una convocatoria que busca dar visibilidad a iniciativas creativas de víctimas del conflicto armado en Colombia y el exterior. Abarca categorías como artes plásticas, artes escénicas, música, cine y medios audiovisuales, literatura, diseño y confección.
El 9 de abril de 2025, en el marco de la conmemoración del Día Nacional de la Memoria y la Solidaridad con las Víctimas, 20 artistas que ganaron la convocatoria exhibieron sus obras en la Plaza de Bolívar como resultado de la primera edición de "Visibles". Esta iniciativa promueve el arte como vehículo de memoria y paz, realzando la riqueza cultural de nuestro país. Las víctimas expresaron su talento demostrando que el arte es también un acto de resistencia.
En este escenario se expusieron cada una de las 20 obras ganadoras de la convocatoria. A través de una carpa de exposición y de presentaciones en tarima como la de Javier Celorio; líder social, cantante y bailarín urbano proveniente de Buenaventura, los desfiles de Mara Nieto Álvarez; víctima del conflicto armado de Valledupar, una mujer que transformó sus experiencias traumáticas en una oportunidad creativa con su proyecto "Coser y Cantar" y Aleida Tapiero Suárez quien presentó su obra "Desfile historia para la memoria y no repetición -Resignificando la vida de las víctimas".
Con estas acciones las víctimas nos recordaron desde el arte y la cultura que su dignidad no es negociable y que sus historias jamás deben ser olvidadas.
“Visibles, hacer del arte una profunda expresión para encontrar los sentimientos, para que, a través de la pintura, del arte, entendamos que los cambios culturales nos ayudan a la inclusión, a darle valor a la vida, a la no estigmatización, a entender que el arte está en el centro de las transformaciones que Colombia necesita. Cuando pintas, cuando escribes, cuando haces poesía, teatro, música, estás diciéndole al mundo que el dolor, que las crisis, que todo lo que nos ha pasado como país, se tramita a través del arte para que nunca olvidemos y entendamos que sin memoria no hay reparación, sin memoria, no hay futuro”, expresó Gloria Cuartas, directora encargada de la Unidad para las Víctimas.
Durante décadas, millones de personas han tenido que dejarlo todo atrás, para huir del conflicto armado. Han cruzado fronteras y al llegar a nuevos países, muchas se han enfrentado a otros tipos de violencia como la discriminación, la xenofobia y políticas que les persiguen por ser migrantes.
En esta ocasión les traemos tres historias, de tres personas que tuvieron que salir del país a causa de amenazas de grupos armados. Estas son las de Lenar, Nani y Nelson. Tres vidas distintas que se juntan en Estados Unidos para la realización del documental "Una Carta a Nani – Superando límites, inspirando vidas".
Hoy contamos la historia de Lenar, un bogotano que tuvo que dejar atrás su vida profesional y su país debido a amenazas por el conflicto armado.
¡Ni una víctima más de violencia sexual en el conflicto armado!
¡Ni una víctima más de violencia sexual en el conflicto armado!
¡Vivos los queremos porque vivos se los llevaron!
"Toda una vida de persistencia, de resistencia y de lucha"
Este 9 de abril me correspondió, por decisión del presidente de la República Gustavo Petro, el honor y responsabilidad de estar al frente de dos escenarios cruciales para la sociedad colombiana, la Unidad de Implementación del Acuerdo de Paz y, en encargo, la dirección general de la Unidad para la Atención y Reparación integral a las Víctimas. Dos espacios con una profunda responsabilidad común centrada en las víctimas del conflicto armado.
El Acuerdo de Paz firmado en La Habana y en el teatro Colón en el 2016, incluyó un nuevo paradigma que reconoció algo que se venía construyendo en la sociedad colombiana, la centralidad de las víctimas de la guerra dentro de la formulación de soluciones para superar el conflicto armado de manera estable y duradera. El Acuerdo de Paz presentó además una mirada integral que, en sus seis puntos, se propone contribuir al resarcimiento de las causas estructurales del conflicto social y armado, pero, además, de manera clara, definió que la reparación de las víctimas estaba en su centro.
Este reconocimiento no fue casual. El movimiento de víctimas había venido avanzando seriamente en poner sobre la agenda pública no sólo su visibilización, sino también la evidencia de que, en Colombia, a través de diversos hechos, millones de personas eran en victimizadas, representando una alta parte de la población de todos los sectores sociales pero, particularmente en los vulnerables condenándolos a una vida carente de justicia social.
Por mucho tiempo en Colombia desde el poder del Estado se negaron graves violaciones a los derechos humanos y delitos de lesa humanidad. Por ello, pensar en el reconocimiento de las víctimas como sujetos de derecho, en las afectaciones a sus territorios, al ambiente, a la construcción de la verdad y la reparación con garantías de no repetición.
Significa formular políticas públicas en todos los sectores para transformar difíciles realidades personales y territoriales, con impacto directo sobre al menos una cuarta parte de la población, lo que significa la transformación del país, un camino que, desde una visión integral permita avanzar hacia la paz con justicia social.
En este contexto no existe en Colombia una política pública más importante y urgente que aquella que impida que siga creciendo el número de víctimas. La normalización de la violencia y el negacionismo deben quedar atrás y no repetirse jamás.
Desde la Unidad para la implementación, con motivo de los diez años de la producción del documento de la Comisión Histórica del Conflicto y sus Víctimas, que fue central en su momento para el avance del proceso de paz con las extintas FARC, decidimos consultar a diversos expertos y expertas para hacer una reflexión colectiva sobre la identificación de la causa de persistencia del conflicto en Colombia y los retos actuales para la construcción de una paz estable y duradera.
De este documento que incluye 11 ensayos con diferentes miradas y aproximaciones en la materia, se pueden sacar algunos factores comunes para la comprensión de las violencias, entre las cuales quiero destacar el problema de acceso a la tierra, que dejó de manera directa un universo de las cerca de diez millones de víctimas, muchas de ellas aun esperando ser reparadas. La centralidad de este asunto, así como las deficiencias en su superación fueron también retomadas por la Comisión de la Verdad y reflejadas en su capítulo de recomendaciones.
Han sido grandes los esfuerzos del actual gobierno en avanzar en esta tarea histórica, no solo en la vocación de gobernar conforme a la constitución de 1991, sino en garantizar la reivindicación de millones de colombianas y colombianos despojados, en el avance de las transformaciones territoriales que permitan la democratización de la tierra, la garantía de derechos y el tránsito hacia el buen vivir. Sin embargo, dada la gravedad del problema y pese a importantes avances, estos todavía son insuficientes por la gravedad y simultaneidad de situaciones que afectan el país.
Adicionalmente y aunque no aparece como central en los documentos señalados, quiero llamar la atención sobre otro asunto persistente también relacionado con los hallazgos de la Comisión de la Verdad y sus recomendaciones, y es la necesidad de construir una cultura de paz que está atravesada necesariamente por la democratización de la información, la objetividad de los medios de comunicación y la construcción de un relato de país democrático, incluyente, respetuoso de las diferencias, que supere los escenarios de estigmatización y victimización que se ejercen sobre grandes masas de población, y que inician con la invisibilización de sus realidades y luchas.
Hoy nos preocupa que se cree un clima de nuevo negacionismo, de odio entre colombianas y colombianos, con discursos estigmatizantes y revictimizantes que terminan siendo el marco que justifica el retorno de prácticas que se habían venido superando, pero pese a las enormes dificultades que persisten, no podemos permitirnos retroceder en lo avanzado.
La paz no es solo un mandato constitucional, es la mayor responsabilidad y deber que nos convoca a todas y todos, la paz es el horizonte ético que guía nuestro gobierno.
“Para nosotros como víctimas este día es muy importante porque recordamos la memoria. Si uno no recuerda va a desaparecer, es lo que va a quedar a nuestros niños y niñas para que siempre recuerden lo que pasó en la violencia, por el conflicto armado en el departamento del Chocó y de Colombia”, indicó Alba María Cuesta Arias, miembro de la Mesa de Participación Efectiva de Víctimas de Quibdó.
Más de cien personas participaron de los actos conmemorativos por el Día Nacional de la Memoria y Solidaridad con las Víctimas del Conflicto Armado en el sector de Ciudad Equidad Santa Catalina, en Santa Marta, Magdalena.