Nuestros propios héroes

Néstor Calderón:
un héroe
particular

Conoce las dinámicas del conflicto colombiano al detalle, vive actualizado en noticias y su gusto por la lectura es evidente, práctica gracias a la cual le llegaron a decir “Google Calderón”. Saber tanto sobre violencia lo motiva hoy más que nunca a ponerle todo el amor del mundo a su trabajo y a apostarle a la paz.

Él revisa portales de los principales medios de comunicación de 2 a 3 de la mañana y escucha noticias, pues considera que quien se acostumbra a esa rutina tiene muchos elementos para hablar.

Llega a la oficina a las 4:00 a.m. y trabaja en la Unidad, en el Grupo de Indemnizaciones, hasta pasado el mediodía. Tiene 60 años, es un hombre de origen campesino que fue teniente en el Ejército Nacional y también trabajó 11 años en el Ministerio de Hacienda en Cartagena, donde aprendió sobre navegación de buques.

Luego se dedicó a servicios particulares, especialmente en transporte mientras vivió en Medellín (hasta el año 2003), a lo que le siguió administrar unos galpones en Sasaima.

Lo del horario que maneja le viene del campo, porque su familia era de arrieros. Cuenta que su papá tenía mulas y bueyes, razón por la que se levantaba a la 1 o 2 de la mañana, dado que el buey se echa después de las 11 a.m., así que tocaba aprovechar muy bien las horas de trabajo de los animales.

De pequeño estudiaba y era “sangrero”, aunque advierte que el término no tiene que ver con sangre, sino que ellos planeaban caminatas de 2 o 3 días, en los que su misión era hacer la fogata y cocinar para colaborar con las labores que facilitaban el sustento de la casa y a esa tarea se le llamaba así.

A estas jornadas se sumaron las madrugadas en la Escuela Militar, las que llegaron con su oficio en el sector transporte y también las de Acción Social (ingresó a esta entidad el 11 de agosto de 2005), porque como entonces se utilizaba tanto papel – todo era impreso– decidió seguir con la rutina por facilidad de uso de la impresora.

Por eso no fue raro que cuando pasó a Registro cogiera el primer turno y que en el cargo actual, con el permiso de Alicia Rueda, mantuviera su costumbre. Eso sí, cuando tiene mucho trabajo, no le cuesta dedicarle los sábados y domingos, días en los que le rinde mucho en la casa, ya que mantiene sus horarios de madrugada.

“Yo me acuesto a las 11 de la noche y 3 horas de sueño son suficientes para mí”, y agrega con una sonrisa que “para descansar está la tumba”.

Un trabajador admirable
“Lo conozco hace 5 años. Néstor tiene mucho conocimiento de la dinámica del conflicto armado en Colombia. Fue militar y sabe también de las dinámicas territoriales. Es una persona agradable, es simpático y sobre todo un trabajador admirable que saca adelante cualquier tarea, por difícil que sea. Le tengo mucho respeto y admiración por lo que es y por lo que sabe. Es un hombre muy valioso para nuestra Entidad”, opina Alicia Rueda, jefe actual y Subdirectora de Reparación Individual de la Unidad.

En Acción Social marcaba ganado y recibía fincas

Cuando ingresó a Acción Social valoraba casos de Ley 418 y más tarde, con la creación de la Ley 975 de Justicia y Paz, tras la creación del Fondo de Reparación de Víctimas (artículo 54), le encargaron un trabajo especial teniendo en cuenta su experiencia en el campo, pues los paramilitares se habían acogido a la justicia y comenzaron a entregar semovientes, fincas, vehículos y dinero. En el Fondo estuvo un año y medio.

Cuenta que en esa época eran muy pocos los integrantes, apenas 5 o 6 personas que salían a las extenuantes jornadas en las que les tocaba marcar el ganado mediante un sistema en cera con el que se les ponía un número consecutivo. “La labor era complicada porque yo marcaba el ganado, lo identificaba según raza y edad, y otro compañero diligenciaba un formato. Luego tocaba sacar cada semoviente a otro patio del corral y tomarle una foto. Después de 2 o 3 días de esa operación llegábamos a Bogotá a hacer un acta y salían unos cartapacios grandísimos”, rememora.

Ante la rigidez que tenía la Ley 418, que hablaba de plazos para que los destinatarios presentaran su solicitud –continúa– en el 2008 el Gobierno expidió el Decreto 1290 que fue más amplio y en el que ya no se hablaba de tiempos.

La Ley 1448 toma de fecha para avalar un caso del 1° de enero del 85 hacia acá y en el 1290 se acordó tomarlo desde el 27 de mayo del año 64, cuando oficialmente se crearon las Farc, entonces el espectro de atención a víctimas se amplió, por lo que tocó acudir a contratistas y fue así como el 15 de agosto del 2008 comenzó la recepción de formularios.

“Tocó habilitar un piso de Avianca porque no cabía la cantidad de gente y de formularios, cada uno en su correspondiente carpeta; nosotros estábamos en el piso 21 y tocó habilitar el 15”, precisa.

Con el fin de no revictimizar a las personas durante las entrevistas, se creó un formato y se organizó el trabajo por departamentos. Néstor inicialmente estuvo en Antioquia y después en Arauca y Guaviare.

“Traíamos en magnético las entrevistas y aquí las imprimíamos y analizábamos si estaban de acuerdo con los criterios de los que hablaba la 1290, autorizábamos en caso dado, hacíamos un excel y lo pasábamos a financiera para proceder a la indemnización”.

Siempre dispuesto a enseñar
“Resalto su compromiso, basado en la experiencia. Él se las sabe todas. Además, como ser humano uno le aprende todos los días algo. Siempre está dispuesto a enseñar y a aportarle a los demás”, destaca Javier Guarín, compañero de la oficina.

Otra misión: atención de atentados

Sobre esta tarea encargada a Néstor, dice que le dejó amistades en el Departamento Administrativo de Prevención y Atención de Emergencias, porque cuando estallaba una granada por extorsionar a un comerciante y rompían vidrios o había heridos –para citar un ejemplo– a él lo llamaban a la hora que fuera.

Allí, aunque la Ley 418 era muy clara en estipular que el censo lo hacía el Comité de Emergencias, Acción Social comenzó a hacerlo en el 2008, a raíz de algo que sucedió:

El 29 de agosto de ese año iban a meter un jeep cargado de dinamita a las instalaciones del Palacio de Justicia en Cali, pero no alcanzó a llegar porque se varó por gasolina y explotó como a media cuadra del edificio, situación que dejó cuatro muertos y heridos, además de la destrucción, que fue grande.

Ese día Néstor venía de un corregimiento de Segovia (Antioquia) y recibió la noticia en la noche, es decir que llegó a Cali a las 3 de la tarde del día siguiente. “El punto es que iban como 800 personas censadas y una señora me dijo que vivía en Limonaria y se le habían roto unos vidrios… cuando los que conocíamos el lugar sabíamos que era lejísimos. Por eso optamos por coger todas las direcciones y buscarlas, encontrando direcciones inexistentes, campos baldíos y que de los casi 800 que iban a cobrar, al final quedaran 400 aproximadamente”.

Entonces él era el líder y el grupo había crecido, así que se dividió de manera que el censo y la corroboración de datos lo hacían los del turno correspondiente.

Cordial, respetuoso y comprometido con Colombia
“Néstor es un militar retirado que decidió servirle a nuestro país para seguir contribuyendo a la reparación de las víctimas. Pasa de vivir el conflicto como agente del Estado a ser parte de un equipo que construye paz y reconciliación, mientras que paralelamente se encarga de resarcir daños. Es muy comprometido, trabaja por su país desde muy temprano y participa activamente en lo que haya que hacer. Además es cordial, respetuoso, amable y hasta chistoso”, asegura Augusto Rodríguez, del Grupo de Indemnizaciones.

Su recorrido en la Unidad

“En el 2011 terminó Acción Social y quedamos solo cuatro personas. Estábamos en Avianca, yo tenía firma autorizada para el ingreso de las personas del nuevo equipo hasta que en febrero llegó un grupo más nutrido, se organizó la Unidad para las Víctimas y quedé en Registro, que funcionaba entonces en la 95 con 15, donde seguí valorando los famosos casos de 1290.

“Estando allí me mandaron a Antioquia y me asignaron una sicóloga con quien debíamos trabajar en un plan para agilizar la gestión. Acordamos que todos los viernes me enviara un listado con la documentación subida a Orfeo y nos fue muy bien porque ella era muy buena funcionaria. De 100 mil millones de una ejecución en Antioquia, por ejemplo, lográbamos meter 50 o 60 mil millones, claro que trabajando muchas veces sábados y domingos o a veces entre semana hasta la madrugada. Luego nos pasaron a la 26, donde estuve hasta el 2014, cuando nos dieron la instrucción de cerrar la 1290”, dice.

Ese es el recorrido de Néstor Calderón hasta su actual cargo, cuando Alicia Rueda, Subdirectora de Reparación Individual, le propuso trabajar en Indemnizaciones.

En este momento apoya reprogramaciones, algo que nos explicó brevemente: cuando se gira el dinero al Banco Agrario, las víctimas tienen 35 días para cobrar y si por diversas razones no lo hacen, la plata vuelve al tesoro nacional y hay que reprogramar la entrega. Unas son de trámite y otras de fondo, que son más complejas porque implican por ejemplo casos de sucesiones. “Al comienzo del año había como 8.000 y a la fecha están al día las de trámite y avanzamos en las de fondo”, agrega.

También nos contó que se encarga de ‘históricos’, es decir aquellos casos en los que por algún motivo los radicados no aparecen y hay que buscarlos en todas las bases de datos hasta ubicarlos; en un día y medio puede sacar unos 200 casos.

La familia, su gran orgullo

La familia de Néstor la completan su esposa Claudia Villamizar, sus dos hijos, Cindy Tatiana, que trabaja en la Gobernación de Antioquia; el menor, Néstor Iván, que es ingeniero de sistemas y trabaja en una multinacional, y su nieto de 4 años, Santiago Múnera Calderón.

Sobre ellos dice que han sido muy juiciosos y lo han llenado de satisfacciones. También tiene una mascota, un perrito llamado Lucas, a quien saca por ahí a caminar, con lo cual completa su rutina física, pues generalmente va al gimnasio y trota.

Lo amo, es un pilar muy importante en mi vida
“Él es el hombre que más amo en mi vida, lo mejor que tengo. Es una persona muy responsable, auténtica, noble y cariñosa, que lo ha entregado todo por nosotros. Quizás no tan expresivo en palabras, pero sí nos demuestra su amor de muchas maneras distintas. Su nieto lo quiere mucho también”, dice Cindy Tatiana Calderón, su hija.

Un país que vive en paz tiene miles de posibilidades

“Aunque suene trillado, lo que más me gusta de mi trabajo es poner mi granito de arena, porque ver la sonrisa o las lágrimas de una persona que agradece lo que estamos haciendo no tiene precio. Por eso le pongo amor al trabajo, me gusta colaborar, respeto los espacios de los demás y me concentro en lo que hago.

“En cuanto a la paz, pienso que con un solo fusil que se acalle es una victoria. Llegar a un acuerdo con las Farc significa sellar una parte importante del conflicto, así queden otros actores. Un país que vive en paz tiene miles de posibilidades de progreso y apoyo de organismos multilaterales e inversionistas extranjeros, y además en Colombia tenemos mucho potencial y agua. Desde que haya trabajo, todo el mundo progresa: los padres trabajan, los hijos estudian y ahí es donde está el futuro”, concluye nuestro héroe de Indemnizaciones.