Perdió a su hijo menor en la masacre del 16 de mayo de 1998 en Barrancabermeja. Un grupo de paramilitares se lo llevó con otras 25 personas y los asesinó. Hoy es uno de los líderes más visibles de derechos humanos en esa región.
"...Era carpintero de campo, pero cuando me contrataron no sabía nada, todo lo aprendí adentro, mirando."
Tiene 21 años y es la representante de los jóvenes en la Mesa Nacional de Víctimas. El fútbol y el deporte se han convertido en su estrategia para trabajar por las víctimas y el país. Una historia llena de superación y de futuro.
En Neiva los fines de semana íbamos a piscina o nos llevaban a las termales, hacíamos cosas divertidas. En Sibaté nos quedábamos en la casa y si salíamos era a hacer filas.