Escudo de Colombia y texto de la Unidad para las Víctimas

Huertas caseras en Bogotá como opción para la autosostenibilidad alimentaria

“Fresca” es el nombre de esta marca de productos caseros cultivados con amor por cinco familias que lograron superar los episodios de violencia, quienes ahora ven en estos proyectos productivos una forma de generar recursos para su autosostenibilidad. 

Nelson Ramírez es un exsoldado profesional que en 2008 fue víctima de una mina antipersonal, a raíz de lo cual perdió su pierna derecha. Este fue un episodio que cambió su vida, pero no sus ganas de superación.

“Inicialmente no teníamos idea de cómo funcionaba un cultivo hidropónico, y la Fundación Suiza empezó a hacernos visitas para conocer el espacio para el desarrollo del proyecto, y ahí comenzamos un trabajo mancomunado para realizar la instalación”, explicó Ramírez. 

Esta iniciativa, impulsada por la Fundación Suiza para el Desminado (FSD) y la Unidad para las Víctimas, se gestó en 2020 cuando ambas partes firmaron un acuerdo de intercambio de información para identificar a población afectada por minas antipersonal que residen en el sur de Bogotá. 

Para Nelson, “lo primero que pensamos es que la sociedad necesita cultivos que le ayuden al medio ambiente, que sean saludables y que sean limpios. Además, esto no solo le sirve a la sociedad, sino que también nos sirve para tener una estabilidad económica”.

La implementación de este proyecto piloto de huertas caseras y cultivos limpios, que cuenta con recursos que provienen de cooperantes internacionales, va desde la selección de las familias beneficiadas, la instalación eléctrica de las estructuras (modelo piramidal y materas de sustrato), la siembra de plantas, la recolección de la cosecha y la comercialización de los productos.

“Esto va a ser un ejemplo para todo el país y esperamos poder incursionar en muchos mercados para que sepan que las víctimas del conflicto no solo estamos aportando desde los liderazgos, sino también desde lo ambiental y desde los alimentos”, agregó Ramírez. 

Por cada familia se sembraron más de 300 plántulas o cogollos en sus viviendas, principalmente lechugas, cilantros, perejiles, acelgas y mezclas asiáticas. El proyecto se les ha brindado a las familias beneficiadas la oportunidad de aprender la paciencia del cultivo, a sembrar y a tener la constancia y el cuidado necesarios.  

Angelica De Santis, directora de Fundación Suiza para el Desminado en Colombia, aseguró: “Nuestra idea es poder extender este piloto a más beneficiarios, lo cual ya estamos trabajando con la Unidad para las Víctimas, identificando a las familias que puedan acceder a estos proyectos, que tengan las condiciones, las estructuras y el compromiso para desarrollarlas”.

El siguiente paso será ir a las regiones para implementar huertas comunitarias, e involucrar a más población víctima con el apoyo de las autoridades locales.

Tras la etapa de cultivo, la Fundación Suiza apoyará la comercialización de estos productos y capacitará en la resiembra de nuevas semillas. Además, se buscará sumar a otras familias al proyecto con apoyo de nuevos cooperantes internacionales, con el fin de que sea replicado en otras regiones del país. 

(Fin/FMB/COG/RAM)