La emoción era evidente en el salón del segundo piso de El Tambo, la construcción de tres pisos, ubicada en Usme, al sur de Bogotá, a la que van los integrantes de Afromupaz a fortalecer sus aptitudes artísticas y los lazos “familiares” que han desarrollado entre todos.
“Bendiciones, bendiciones”, “muchas gracias, muchas gracias”, Unidad de Víctimas, Unidad de Víctimas”, Amém, amén”, “hoy no nos vamos, hoy no nos vamos”, cantaban hombres y mujeres jóvenes, a ritmo de salsa choque, con sonrisas deslumbrantes en sus rostros y una evidente felicidad que combinaban con las pintas multicolores que muchos llevaban puestas.
Cada frase la cantaron cerca de 10 veces en distintos momentos del acto protocolario de entrega del microbús Mercedes Benz, línea Sprinter 515, modelo 2020, color blanco con capacidad para 20 pasajeros, que se llevó a cabo en el salón del segundo piso este viernes.
Son los hijos y las hijas de mujeres afectadas por el conflicto armado, que se desplazaron con su descendencia desde diversas partes rurales del país y que en Afromupaz encontraron pertenencia de raza, de cultura, de alegría, de familia grande, en esta Bogotá fría y de concreto que los ha estado recibiendo durante años.
Son cerca de 140 jóvenes que conformaron un grupo que se llama Adinkra en el que rescatan no solo sus propios valores sino los africanos y desarrollan sus capacidades para la danza, el canto, el teatro, pintura, crean sus propios ritmos, sus propias obras, sus propias expresiones.
Son los más beneficiados con el vehículo, cuyo valor se acerca a los $250 millones, que les entregó la Unidad para las Víctimas. Era una necesidad que sentían todos en Afromupaz: proteger a los jóvenes y prevenir riesgos incluso de reclutamiento a grupos armados ilegales.
Para ello, el transporte puerta a puerta es fundamental, desde sus casas al colegio y desde sus casas a la fundación de Afromupaz que funciona en el Tambo, nombre que le dieron a la casa para recordar cómo se les decía en el departamento de Chocó a las viviendas de algunos de sus integrantes.
“La emoción de estos jóvenes, explica la necesidad de garantías, de seguridad que tenían, no sé cómo explicar esto, me dan ganas de llorar, desde que nos anunciaron que nos darían esta Van, hace tres meses, no hemos dejado de celebrar, cada viernes celebramos. Es muy importante para nuestros chicos, sobre todo unos 70 u 80 porque muchos tienen que caminar largos recorridos desde otras localidades y se exponen a muchos riesgos, incluso de reclutamiento, muchas gracias a la Unidad para las Víctimas porque fue la única entidad que nos apoyó con esto”, dijo emocionada María Eugenia Urrutia, representante legal de Afromupaz.
Carol Julieth Palomeque, llegó a Bogotá hace seis años, con su mamá y tres hermanos y hoy estaba feliz. “Para mí es espectacular, nos tocaba caminar media hora desde la casa hasta El Tambo. Vivo en Santa Rosa, por el 20 de julio, localidad 20”.
July Stefany Moreno, también. “Es importante porque ya vamos a dejar de caminar desde nuestro barrio, y es como muy peligroso por donde pasamos a veces, y hay días que no podíamos venir porque no teníamos los $1500 para transporte. Esto es un sueño”.
Después de las firmas de rigor para formalizar la entrega del vehículo, la algarabía fue en la calle, abriéndolo, todos subiendo al tiempo, tratando de entenderlo, de saber cómo funciona. Estaban felices tomándose fotos al lado del microbús y seguían posando para las cámaras de la Unidad bailando salsa choque con ese estilo en el que no dejan de mover un solo músculo del cuerpo.
Como dijo María Eugenia Urrutia “ellos son la alegría de Afromupaz y seguiremos preparándolos en lo académico y en lo artístico porque quieren seguir generando transformaciones”.
(Fin/DRR/MPA/DFM)
