Del 7 al 24 de abril de 2016

25 poemas por la verdad

Julio Daniel Chaparro, poeta y periodista, realizaba una serie de crónicas para el diario El Espectador titulada "Lo que la violencia se llevó" el día que fue asesinado junto a Jorge Torres Navas, reportero gráfico que lo acompañaba. Su intención periodista era recorrer regiones que fueron epicentro de masacres en un contexto álgido de violencia, para mostrar la voluntad de paz de sus habitantes, más allá de la tragedia.

25 años han pasado sin que se sepa quiénes fueron los responsables de este doble homicidio. Es la misma verdad que se espera en casi la totalidad de los 152 periodistas asesinados en Colombia desde 1977 a 2015.

La Unidad para las Víctimas se une al homenaje de su familia, en el que se busca retratar su historia y su obra poética a través de este especial en el que se seleccionaron los 25 poemas más representativos de su antología poética.

#25PoemasPorLaVerdad

Poema para que nos amen

1.

y sí.
aquí la vida no es
el único verso interminable:
la gente saluda con ojos sin pestañas entre el polvo
y sus ángelus es un pájaro puro
ensangrentado en la mañana.
un mundo de huesos de disparos furibundos
reino de pechos.
no hay muchachos:
la juventud es un recuerdo
una dura nostalgia que se evita.
delicadamente nos han ido trabajando
la vejez y las arrugas
la sombra violácea de los ojos:
nos han ido trabajando la estatura este silencio
nuestro puesto en el jardín de abril que no es el cielo.
ah, mi país
hueco de rosas negras putrefactas
pantano de dioses adorables y de espinas.

2.

y sí.
por él estamos siendo
una limpia generación adolorida
una generación que posee sólo el pasado que sabemos
y este país asesinado:
este – mi – país:
perros jaurías contra niños homicidas
este: próceres lejanos.

3.

y sí mi amiga aquí mi amiga:
nadie.

De nuevo soy agosto

de nuevo soy agosto
el otoño que despeina árboles
que muele desesperadamente hojas
que es fantasma o duende o aullido de gaviotas
el que vuela con los pájaros
con los papelitos de colores de los hijos
en la limpia piel del cielo.

huracán o brisa.

de nuevo soy otoño, frío
huella que crepita por los bosques
atardecer oscuro
profundo sueño.

soy agosto nuevamente como otros días.
es verdad que cambian los rostros de la gente
y son otros los nombres
pero es la misma vida
igual paraje el mismo oficio.

soy de nuevo agosto y viento y lluvia sonido
/de campanas
y estoy solo:
¿sientes este viento?

Estación frente al mar

como perro rabioso
la piel se me agrieta de deseo

afuera, sobrepasando la arena
una barcaza irrumpe en el poniente
y las hojas deciden la jerga de una nueva serenata
mientras comienza la luna

podría correr poseso detrás de alguna estrella
pero me queda este mar
el vacío que alimento para que llegue el día

como jauría en desbandada
mi sangre dicta una palabra

te deseo con todo tu orín
con tu fragilidad de ala
con tu turbia podredumbre

amor: me está naciendo una hoja.

Noticia para los hijos

1.
tuve una juventud que luchó por otra
/vida
por merecer al menos esta que yo tuve,
que día a día aún mantengo.
pero la vida se nos acaba y no retorna
/al fin como los soles,
como las aves que siempre descubren
/los caminos.

2.
no pude merecer siquiera un canto con
/tus hijos,
no pude reconstruir el mundo con un
/grito,
no fui capaz de dar otro sol al cielo con
/mi impulso.

3.
pero hubo un día cuando todo era posible,
todo lo podía crear en un arrebato de
/mis manos,
todo era el principio de mi carne que
/soñaba.
… hubieras visto el galope de montañas
/en mi pecho
y la tarde en que mis hembras parieron
/otro siglo
detenidas sobre mi desnudez,
sumergidas en el filo de mi alma…

4.
y no.
nada merecí. no pude ser distinto. yo
/no cambie.
nunca levanté el vuelo que me surgía
/desde adentro.
ah, se me cansa hasta la espalda y no
/me alcanza la piel
y balbuceo la nostalgia, la mastico con
/los niños.

5.
lo sé.
el tiempo se fugó entre mis manos
y el cielo no reconoció mi aliento
y esto soy yo:
un recuerdo enmohecido, un muchacho
/que sólo yo recuerdo
un rostro que extraña el tiempo en que
/pudo florecer,
un viejo que suplica juventud a carcajadas
venas nuevas otra vez, más esperanzas.

6.
yo que vomitaba el viento,
que media la anchura del mar desde mi
/boca;
y sin embargo me detuve,
no puede ser más que otro lecho,
nunca pude ir al extremo de mis sueños.

7.
asumí la decisión de reinventar a los dioses
y perdí mi vida tras un sueño.

8.
por eso me condeno.
fui un hombre común, como cualquier
/otro.
pero los hombres nada somos.
somos instantes, pasajeros infelices,
invenciones que nunca se devuelven.
somos derrotados, y sufrimos.

9.
los sueños permanecen para siempre.
los hombres no nos repetimos.

10.
hijo,
sueña siempre conmigo.

Para decir de ella

quiero hablar de mi mujer
y su atolondrado diálogo de pájaros.

de mi dulcísima mujer
que me enseñó a caminar gota por gota
sin ceder un puño para evitar el vértigo
sin negarme su pie para emprender el vuelo.

de ella, de mi adorada vena desangrada
de su soporte, de su impulso tenaz en mi alarido.

de cómo recubre mi herida con sus ojos
de cómo no deja que mi queja
permanezca adentro, sostenida.

yo amo desesperadamente su firmeza
así resista cuando intento destruirla.

de mi mujer
de mi bastón, del principio de mi arena
del océano que impide mi naufragio
de la rabia que permite
mi decidido paso de sonámbulo…

Habrá que reunir las hojas

en el filo de tu sombra
he sentido la fiebre que me agrieta,
la piedra que recorre las ciudades
como el vino.

no es llanto de los pájaros, madre
ya no temas.
cuando el viento destruya las ventanas
sabrás que habrán recogido nuestros cuerpos.

hoy solo tiemblan las palmeras
pero la luna se mantiene con nosotros,
brillante e indefensa.

no es el grito de los niños, madre.
nadie huye,
mantenemos incluso nuestro tiempo.

habrá que reunir las hojas
irnos revistiendo con los bosques.
cesa tus murmullos,
no te dibujes como el río,
no gimas.

no es la sed, madre,
no es el miedo.
tan sólo la muerte que me acosa.

ve tranquila.

Pavana

1.
rara flor tú
porque en mi carne floreces
rara luz
porque desatas de savia mis raíces
y bebes en mi sombra.

2.
apareces en los duermevelas
caminando sobre varios océanos
que inventas con las manos
enredas en cada pétalo la brisa
hasta legarme una vida que vagará sin suspiros
deambulas descalza
para agrietas mis labios con tu sabor de rocío.

3.
¿eres una voz?
¿una colmena numerosa?
¿apenas un murmullo?

4.
de humo de bestia de ceniza
sólo conozco el aliento
que me sembraste adentro, en la maleza
de mi furiosa enredadera.

5.
extraño aguacero
que haces extraviar los vegetales
¿estás en una piedra?

árbol ávido

para predecir un nacimiento
mi pan reclama piedras vivas.

desfollajando agosto y las estrellas
peno noticias de la tarde
y pido un pez, tibio como el río
para aguardar la aurora.

en este tiempo de novicios que naufragan
intactos en la espuma, tal árbol ávido
el viento susurra hojas para un jardín sobre la brisa.

su rumor descubre el rutaje de la sangre
e inunda de sándalo mi casa
abandonada de semillas.

de todo esto partiré
sé de mi palabra inútil
triste instrumento de las horas
soy otro guijarro que alguien ha botado al manantial
con ruido de cristales.

es mi vecindad el habla cotidiana de la muerte
y sigo naciendo en este nuevo día.

El amante

1.
sueño en el sueño de tus manos
en la caricia que rehace el aire
al despedirse.

todo es azul como yo quiero
incluso el viento.

el amor se pasa como otro camino
sólo nos queda la distancia.

el amor solo un abrazo luminoso
pero luminosas son las flores.

2.
se me cansa el día entre las manos
se me acaba la tarde
y tu paisaje no dibuja
si quiera una alondra más
entre los ojos.

el calor respira en otros poros
y se oye otra voz feliz
y no es la tuya.

quizá persistas alta como el trigo
mientras yo aprendo a vivir en otros brazos
eso es posible.

amor, se sobrevive.

Exilio

hasta la lumbre falta, hasta un sonido de campanas.

recuerdo que, al batir sus alas,
el pájaro ennochecía el mediodía.

y era momento de frazada.
la fatiga desconocía en el pecho la zozobra.
mujer e hijos que bordeaban la sabana
volvían con su carne a casas como hogueras.

en la distancia el rastro es quema,
carbón de un viento que un día fue montaña.
es palmera movediza, arena deshojada.
algunas cruces por ahí, tocando el cielo.
hombres que caen de rodillas,
niños volando sobre el peñascal.

de aquello que fue mi lumbre,
mi sol entre los dedos inaugurando riscos,
de lo que fue angostado cuerpo en el moriche
en el zumbar de una muchacha,
hoy sólo queda una cicatriz que duele,
profunda, iluminada.

Epitafio

si el sol sigue dorando las estrellas
si el viento aúlla y restaña otro rostro en el espejo
si baila el aire en tu cabello y te retiene,

da el paso que debieras
ese instante de la muerte que aún no tienes:
vuela.

Poema

de un grano de arena
el poeta creó un nuevo mundo
un país enorme de nieve y de casuchas pardas
de focas y caballos salvajes, submarinos.

de un grano de arena
el poeta creó un bello mundo
el mundo más justo, el mejor de todos
y lo condenó a permanecer inalcanzable
país de sueños.

el hombre joven

una bomba de mar que me arroja hasta las nubes
descubre milagros como la palabra brisa
y se apresta a sentirla

es mi hijo sobresaliendo entre la niebla
que campea en el aeródromo con toda su llovizna

también anduvo un día desnudo entre los abrojales
abrazado por muchachas que quisieran haberlo sentido antes
en la selecta urgencia de sus vientres

el joven alza sus manos hasta un cielo que se infla de verano
sigue con su piel el caminar del alba callejera entre la hierba
y cae como el rocío, rendido ante tanta desdicha

aunque carezco de luz
y nada restaña al hombre que vaga en la distancia con mi herida
sin solicitud ni brújula,
canto por mi hijo como un faro
y el mundo se me llena de raíces.

Ciudad

aún no agota el eco
pero de los ríos queda un negro rastro
incluso hay un árbol
pero es menor que las espinas

bajo las brumas
son miles de calles
donde la muerte o el amor
acechan con su celo

allá bajo mi ciudad
su pobreza dividida en habitantes

Panorama

no les cabe la tierra de las manos

y la han buscado tras las puertas
siguiendo el rastro de los cielos

no les cabe la tierra
así la hayan descubierto en la ruta de sus venas
en los duros quemonazos de la lluvia

sólo la tierra
como un sol en muros negros
puede salvarlos

sería la única coraza
su brújula sonora entre las brumas
su extensión silenciando los galopes

pero no les cabe la tierra de sus manos

sólo su horizonte los redime.

mi padre en sueños

1.
me quedará su piel
su permanente caminar en las vigilias
su tambaleo.

mi padre duerme ahora
y es bello como un niño
soportando la carga de mis sueños
bajo los pomarrosos.

desde mi orilla yo lo alcanzo a ver
restregando contra su pecho los retratos.

2.
lo admiro y está él en otra esquina
bajo la nube que como la muerte
permanece.

3.
me dejará la huella de su rostro, su soleada maravilla
el alcohol de sus lamentos.

4.
mi padre sumergido en sueños
la tarde enturbiada de repente.

Para no matarme digo

ahora veo
que soy de aquellos jovencitos
que podrían ser manada de potros azules
de esos que fácilmente
desnudarían sus cuerpos se arrancarían las crines
para aprovechar hasta la muerte tiernos sexos a la luna


que si el ser superior que latiga con hilitos de vidrio
un día se durmiera
yo saltaría al borde del abismo
y caería gritando algo que dijera
“espérame-Suave-Brillo-De-Espadas”

ah, si no tuviera amos
si sólo me dejaran ser así
o caminar entre las flores:
hombre bueno hombre muy malo
varón y hembra y asesino y lodo

yo sé
que si alguien con ojos de langosta comedor de suelos
me pidiera de mis gustos
yo lo abrazaría gritando:
préstame tus alas blancas
déjame ser pájaro
enseña a transparentar este odio feliz
que te siento
porque eliges por mí sobre mi vida

si de mí dependiera
sería el tocador del ciego
el pianista encadenado que vomita nubes
el anciano que rompe cristales con un gesto que bien podría ser
el poema de su muerte

quisiera ser alondra o rostro destripado
o caracola verde o Angel habitado por espinas

pero ya veo que no puedo
que me contento con andar mirando mi rostro de leproso
que feliz o no
respiro y no me salen sapos
que voy por ahí
proyectándome
reventando espejos

Poema de amor para la viajera

en un país remoto y frio
donde sólo gimen mujeres de plumas de plástico
donde las risas son prohibidas
por el extraño temor a que resulten falsas
donde los amantes se niegan entre sí
mientras ansían la desnudez eterna de los árboles
allí, allí respiro.

allí salgo hasta las plazas
para ver sólo ojos de abismo
ojos negros de muertos muy profundos

allí, allí duermo bajo piedras
allí camino una lluvia cargada de espadas
mirando pequeños ciclistas que desconocen sus nombres
que entran a las calles besando pavimentos
bebiendo sorbos de charcos
jóvenes apuestos que reciben flores o disparos
en un país donde los elefantes viven en los sueños
donde el mar es surtidor de espuma
visitado por puntillas falsas
que no abren sus piernas por amor
como la mía

si, allí anido
allí me refugio en las tabernas a conspirar con los amigos
allí me arranco los ojos
allí espero inútilmente que me llegue la muerte
allí escucho los tiros que, pese al afán, no me hacen mella.

en un país lleno de ríos, de prados y de selvas
donde todos caminan y son fantasmas,
o fusiles fuertes, retorcidos.

sí mi amiga,
pequeña paloma que dialogas conmigo los domingos en la noche,
aquí vivo yo
este es mi centro
aquí me empujan mientras canto
aquí temo ser feliz
y que lo crean.

Hay un país

después de tanta y tanta muerte
nos ha preguntado aleteando
por el paso lustro de las sombras:
no, ya no hay palabras para el cielo
sucede que no existe
que si vivió la felicidad
hoy todo es mentira.

baste contemplar este país
gobernado por oscuros gritos que mantienen
su ruta trepidante por los pechos,
que destrozan hasta el memorioso rastro de las flores.

no, ya no hay país
no existe un sólo pueblo que no lamente sus muertos.
ah, país adolorido el nuestro
país prohibido, sin sonrisas
imposible oculto
país oscuro país muerto
manchado de sangre y destrozado
de nuestro pulso, país nuestro.

ya nadie es feliz
la gente es un llanto que se descubre entre las calles.
no nacerán más los hijos.
solo la ira irá creciendo como un árbol
como un jardín florecido de heridas.

apenas si musitamos las respuestas:
la muerte es toda la palabra que tenemos
es esa dura pelambre que tenemos hasta en los sueños.

¡qué dolor para los hijos,
cómo gemidos!

nos ha tocado en suerte este país
lugar sin cielo
campo para la sangre derramada
árbol con olor de podredumbre en sus follajes:
habrá que decirlo
somos nosotros la certeza que hemos sido desde siempre
un puñado de hombres asustados
un país de corazones sin ceniza.

Poema de los sueños, ahora

hubo un tiempo en que soñamos:
entonces éramos como soles.
éramos vientos.

de nuestras manos salían alces
y en los pechos queríamos dibujar
un eclipse de sol en una noche.

recuerdo que soñaba.
quise ser padre de venados
levantar jardines de mármol en espejos
llegar por el aire hasta un pozo de nieves.
y estuve detenido y alto como un árbol
hecho un follaje del cielo.

sí, soñábamos. cantamos entonces bailarinas blancas
y prometimos danzar sobre la luna
vomitando espadas de fuego.

… y ahora lo recuerdo sumergido en este frio, desnudo
yo, tan opaco, tan muñeco muerto
tan hecho mi enemigo
susurrando amor amor en esta hora interminable
que me es río de sombras mar de miedo;
ahora lo recuerdo muerto de pájaros, y digo:
hubo un día
y éramos como soles
éramos vientos.

Hojas sobre los árboles del parque

como el incesante agite de las hojas
por las que se oye respirar al viento
entre el cañaduzal

como la luz que sigue viva
el afán de la vida, el privilegio mío

llovizna que riza la tierra blandamente
impulso que emprende el ave para medir el cielo

inquieta certidumbre,
así desea ser mi poesía.

Rima

lo último de ti para mi
fue un rastro de pájaros
arañando
La piel
Del cielo.

Noticia

podría ser tú detrás de los arbustos
tus ojos, los indicios de tu llanto o de tus pájaros
posiblemente tú cruzando ríos
intentando un nuevo ruido de lagunas
o tus labios, o el olor de tu imposible ardor
o tu silencio

sólo permanecen los recuerdos del otoño en mis cabellos
permanece el viento
son los mismos libros que leíste cerca de mi frente
pero no encuentro las señales de tu risa
nadie canta, nadie inventa los paisajes de la luna
no es tu cuerpo, no es tu figura saliendo de los juncos
recorriendo otra figura entre las cañas
paladeando la extraña espina de mi centro

hay sangre en las fibras de mi sexo
hay huella de hojas de tu mano

amor
regresa con la lluvia.

Poema sobre una palabra

te hablarán de mí seguramente
de la copa que no dejo de beber
de mi tristeza.

te dirán
de los que desvelaron
de los que asaltan y remontan mar y huella
por mis venas.

pero es simple hijo, es esto
nosotros:
la mariposa que aletea y no cesa de cantar
entre las llamas.

lo que tú serás, lo que ya eres
una esperanza así
una esperanza…
epigrama para mi amor.

te miro
y de tanto verte aleteando mariposas
entiendo que me inventas.

las montañas sólo son
un feliz beso que siempre besa el viento.

Si una noche cualquiera me encuentran muerto en la calle

si una noche cualquiera me encuentran muerto en una calle
y ven mi boca repleta de insectos rabiosos
trabajando en mi lengua, no me sufran:
habrá sucedido que caí antes de escuchar el balbuceo de mi hijo
hecho una lluvia de madres desnudas sobre mi corazón
con sus manos alzadas como nubes.

piensen en mi y recuérdenme cantando
o recuerden mis pasos detenidos junto a un piano
cuando hablaba de mi madre
bella y triste como un –árbol
como una huella de pájaros.

si sienten mi hedor una mañana
y deben evitarlo huyendo de mi carne
con las manos acariciando el rincón de sus caras,
sepan que lo entiendo
e imagínenme en los días felices de mi cuerpo sólo playa
y no sientan mi podredumbre como aviso de los dioses
y no vean en el pétalo fucsia de mi sangre
la reinvención de un cielo de gaviotas o del llanto.

amigos, mis amigos
si ven que he muerto en la entrada de una calle
seguramente vestido de azul hasta en las uñas
y sonriendo acaso revestido de cenizas como un ángel,
piensen que he vivido, recuerden la joven figura ebria de los patios
mis 23 años que levanté danzando
mi público sueño de eco de agua que se pierde
y no me lloren, no me giman siquiera:
pienso que detendrán el sol que tendré entonces
en mitad del pecho
persistiendo tercamente en la última calle de esa tarde
sobre la tierra.